RIVER PLATE

Aliendro, una solución rápida para Gallardo

En un momento complejo de la temporada, el volante de 31 años llegó para aportar criterio, distribución de juego y equilibrio. Con menos de un mes en el club, ya es titular indiscutido.

El traspié de River ante Vélez en la Copa Libertadores no solo significó la frustración en el objetivo principal del año, sino una serie de dolores de cabeza para Marcelo Gallardo que hicieron tambalear la sólida estructura que el DT supo construir en sus ocho años al frente del plantel profesional.

Es que después de un auspicioso cierre de 2021, las dificultades para el Millonario se fueron profundizando hasta llegar a la eliminación que, además, trajo aparejado el debilitamiento del equipo. A la anunciada salida de Julián Álvarez al Manchester City, se sumó la de Enzo Fernández al Benfica que se precipitó por la tempranera caída internacional.

En ese contexto, asomó para el Muñeco un brote de ilusión de cara al futuro con el nombre de Rodrigo Aliendro. El volante que llegó libre desde Colón, con bajo perfil y el número 27 en la espalda, demostró en un puñado de presentaciones que puede ser una pieza clave para cubrir un hueco que parecía imposible.

Desde aquel accidentado debut en Liniers con el golpe en el rostro que lo dejó casi inconsciente en el campo de juego, pasando por la injusta expulsión contra Godoy Cruz y hasta los dos compromisos en los que fue figura (ante Barracas Central por la Copa Argentina y anoche frente a Gimnasia), el Peti ya demostró en cada intervención que la Banda Roja no le pesa.

Con una carrera alejada de las grandes luces que incluye pasos por Chacarita, Ituzaingó y el salto a Primera División con Atlético Tucumán y el Sabalero, lo cierto es que desde hace varios años el mediocampista nacido en Merlo -como su actual entrenador- es uno de los más regulares del fútbol argentino.

Aliendro toca siempre bien, no hace una de más, limpia las jugadas, ordena a sus compañeros y los hace orbitar a su alrededor, como un eje con movilidad constante y verticalidad. Va cubriendo la pelota con sus piernas con un tranco particular: parece correr encorvado, pero siempre está mirando en todas las direcciones.

Descarga, se desmarca y llama con sus brazos a que se la devuelvan. Señala un camino para continuar un avance, aunque no sea con él como protagonista. Se compromete con la recuperación, va al piso cuando es necesario. Casi siempre quita limpio. “Me tengo que acostumbrar a la intensidad de este equipo, me tengo que acostumbrar para lo que se viene”, reflexiona con la humildad de los que transitaron el barro del Ascenso. Para todos los demás, ya da la sensación de haberse acostumbrado.

Mientras Gallardo sigue en la búsqueda de un “once de memoria” y de a poco van apareciendo certezas, hoy Aliendro es una de las tres o cuatro fijas que tiene la formación titular de River. Una columna vertebral que debe rearmarse, como tantas otras veces en el ciclo, y que puede encontrar el rumbo en la experiencia y sabiduría de un jugador completo.

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