CORONAVIRUS ARGENTINA

En qué se diferencia donar plasma de donar sangre

La transfusión de plasma sanguíneo está siendo utilizada para tratar pacientes graves de COVID-19 y, aunque guarda ciertas similitudes, no debe confundirse con la donación de sangre.

Actualizado a
Empleados donando sangre en las instalaciones de Hefame
 
 HEFAME
 26/06/2020

Los distintos tratamientos para curar el COVID-19 están cada vez más cerca. En las últimas semanas han salido a la luz varios medicamentos como el Remdesivir que ayudan a paliar los efectos de la enfermedad. Todos ellos, son pasos intermedios con el objetivo de lograr una vacuna que acabe con el virus y nos permita regresar a la normalidad.

Sin embargo, uno de los métodos que más impresión ha causado en la opinión pública ha sido la transfusión de plasma sanguíneo de un paciente que ha superado la enfermedad a otro que aún la sufre. Con esta técnica, se permite traspasar los anticuerpos de un organismo a otro. Por otro lado, esto no debe confundirse con una transfusión de sangre que, aunque guarda ciertas similitudes, no son meramente iguales.

Para donar sangre, como para donar plasma, debes tener entre 18 y 70 años, pesar más de 50 kilos y guardar una buena salud, al igual que un estilo de vida saludable. De igual modo, la extracción se realiza de manera parecida y en los dos casos puedes volver a donar en un plazo de 15 días a posteriori.

En cuanto a las diferencias entre ambas, una de ellas es el tiempo de duración. La extracción del plasma es más compleja y dura alrededor de 45 minutos y una hora, ya que hay que filtrarlo por una máquina que separa los componentes de la sangre. La donación de sangre puede estar lista en unos 15 minutos.

Asimismo, el plasma tiene la capacidad de desarrollar anticuerpos ante una enfermedad, detener hemorragias de un grave accidente, evitar los coágulos en la sangre e incluso dar la opción de poder fabricar un medicamento.

Históricamente, el plasma ha ayudado a la erradicación o al control de muchas enfermedades. Por ejemplo, la fiebre hemorrágica argentina que azotó al país hace 70 años. El tratamiento de plasma inmune de convalecientes, logró reducir significativamente la letalidad, gracias al destacado trabajo del doctor Julio Maiztegui.