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RIVER PLATE

Gallardo, la Superliga y la cuenta que sigue pendiente

El entrenador de River no pudo conseguir el título que le faltaba y se fue masticando bronca. Cuestionó el arbitraje, pero puso el foco en la floja producción de su equipo.

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TUCUMAN, ARGENTINA - MARCH 07: Marcelo Gallardo head coach of River Plate reacts during a match between Atletico Tucuman and River Plate as part of Superliga 2019/20 at Estadio Monumental José Fierro on March 8, 2020 in Tucuman, Argentina. (Photo by Amilcar Orfali/Getty Images)
Amilcar OrfaliGetty Images

"Se aprende en la victoria y en la derrota. Nosotros no vamos a cambiar lo que somos. Hoy nos toca asumir la responsabilidad y volver a empezar. Hay que saber ganar y perder, sin tirar la mierda para otro lado. Y convivir con la derrota, aunque se equivoquen los otros". Las palabras de Marcelo Gallardo en Tucumán fueron las de un DT maduro para reconocer otro traspié y profundamente autocrítico, más allá del cuestionamiento puntual al árbitro Patricio Loustau.

Lo cierto es que en el José Fierro, River no jugó como un equipo que estaba a orillas de una nueva consagración. Fue lento en las transiciones, previsible, por momentos mostró un ritmo cansino y no generó tanto como en anteriores presentaciones, ante un rival que tuvo un torneo más bien discreto.

El entrenador lo notó y por eso decidió enfocar su análisis donde debía. Con 4 puntos de los últimos 6, al Millonario le bastaba para festejar. Con 3 de 6, se aseguraba una final. Sacó 2 y por eso el campeón fue Boca. 

En cuanto a los fallos polémicos, es tan real que el gol mal anulado a Borré pudo haber modificado el trámite como que después de eso se jugó un partido casi completo en el que se vio una versión muy desmejorada del conjunto visitante, con Ignacio Fernández y Matías Suárez por encima de la media de sus compañeros. Los penales no sancionados, aunque en las repeticiones televisivas parecen más claros, fueron en realidad acciones rápidas y discutibles.

Aún así, a los del Muñeco se les escurrió de las manos un título que parecían tener resuelto. En el balance entrarán los puntos perdidos en el Monumental y estas últimas dos producciones magras, incluso extrañas en el contexto de un ciclo de éxitos basados en un carácter fuerte y convencido.

Como en 2014 cuando tuvo que optar por la Copa Sudamericana y Racing sacó provecho de eso, como en 2017 cuando corrió desde atrás, achicó la diferencia pero no pudo evitar que el Xeneize también ganara la Superliga, River volvió a quedarse en la puerta de una ilusión en el plano local.

Así como tantas veces el líder riverplatense relegó lo doméstico en pos de un objetivo internacional más ambicioso, en esta oportunidad puso todas las expectativas y las energías en sacarse esa espina, pero le quedó la sensación, con razón, de que en el tramo final no pudo sacar lo mejor de sus jugadores.

La implacable solución que significó el nuevo esquema a partir de la salida de Exequiel Palacios fue útil hasta que los oponentes aprendieron a neutralizarlo. El agotamiento físico propio de la exigencia que implican las definiciones también jugó una mala pasada.

En ese contexto, la cabeza del grupo dejó una conclusión sencilla, pero a la vez poco habitual en tiempos de desconocimiento de los méritos de los rivales y denuncias de conspiraciones: "Si Boca es campeón, por algo es. Sacó más puntos que los que sacamos nosotros y ganó el partido que tenía que ganar, es así. Los felicito por este campeonato".

Será momento de barajar y dar de nuevo. Masticar bronca, replantear cuestiones tácticas, futbolísticas y anímicas. Apuntar a nuevos horizontes, reconstruir lo que ya se levantó alguna vez. River sabe de eso. Gallardo también.