Luis Scola: La leyenda del baloncesto argentino cumple 40 años

El último bastión de la generación dorada que en su camino a la medalla dorada olímpica puso dos veces de rodillas a los Estados Unidos en Indianapolis 2002 y Atenas 2004. Luis Scola transita su cumpleaños número 40 con la esperanza de darse el gusto de estar en los Juegos de Tokio.

Luifa se nutre de los desafíos. De aquel pibe que se fue muy joven a Europa, al transitar por la NBA y jugar 751 partidos para cinco franquicias, destacándose en Houston Rockets y donde por momentos, era la pieza más destacada del equipo texano.

Luego de un paso por China, Scola volvió al baloncesto competitivo, jugando en el Olimpia Milano, pelea la Euroliga y derrota al calendario, siempre cruel para un deportista de alto rendimiento.

Pero su legado con la Selección Argentina, lo cimienta como una leyenda del deporte argentino: con 19 años lo llamaron para jugar en la absoluta, por el Sudamericano de 1999, en Bahía Blanca. Luego, Luifa fue pieza fundamental del equipo que rompió la racha de 58 partidos sin perder del Dream Team estadounidense en el Mundial de 2002 en Indianápolis, para luego colgarse la de oro dos años más tarde en Atenas, haciendo morder el polvo una vez más al conjunto NBA.

Luego de volver a subir al podio olímpico con el bronce en Beijing 2008, y quedar cuarto en Londres 2012, fue el abanderado de la delegación argentina en Río 2016. La Selección llegó a cuartos de final de la competición, para caer ante Estados Unidos.

Pero una nueva historia le espera a Scola: tras convertirse en el segundo máximo anotador de la historia de los mundiales, fue el capitán de otra meritoria medalla plateada en el mundial de China y como adicional, los Juegos Olímpicos de Tokio esperan por el 4 argentino.

Mientras sus compañeros Manu Ginóbili, Andres 'Chapu' Nocioni lo aplauden desde afuera del parqué, Luis entregará su legado a los Campazzo, Deck, Laprovíttola y otros que pretenden escribir su historia con la Selección. Y Scola podrá dar su propio "último baile", dependerá de su decisión: darse el gusto en los Juegos Olímpicos en la capital nipona, y así, rubricar su párrafo final.