RIVER
Un cachetazo duro, pero a tiempo
River venía en levantada en la Copa de la Liga y dominó a Boca hasta el gol, pero cometió un error y no pudo recuperarse. Un llamado de atención antes de la etapa de definiciones.
Las victorias encadenadas contra San Lorenzo, Deportivo Laferrere y Gimnasia y Esgrima La Plata parecían haber encaminado a un River que había arrancado la temporada con algunas dudas, algo bastante habitual en el exitoso ciclo de Marcelo Gallardo.
Es que el funcionamiento aceitado del equipo del Muñeco suele aparecer con el correr de las fechas y el rodaje futbolístico de los jugadores que ya tienen incorporada una idea que con los años y los títulos no perdió su vigencia.
Sin embargo, eso no alcanzó para quedarse con un Superclásico en el que Boca fue práctico y Sebastián Villa especialmente oportuno para capitalizar un error y marcar el único gol de un partido en el que la visita casi no se había acercado al arco.
El golpe fue tal que, aunque faltaban casi 40 minutos, el Millonario nunca pudo reponerse. Fue a buscarlo, a los tumbos, empujado por su gente y por su orgullo, pero los ataques ya no tenían la fluidez del primer tiempo y Agustín Rossi con su noche ideal completó la escena para una derrota dolorosa en el Monumental.
De poco sirve hablar de merecimientos cuando los clásicos muchas veces se ganan en detalles. La efectividad, la concentración, la lucidez para resolver en pocos segundos no pueden fallar cuando el oponente cuenta también con el peso de su jerarquía individual.
La equivocación de Leandro González Pírez, a quien el DT defendió en conferencia de prensa, dejó esta vez a River con las manos vacías y con un llamado de atención de cara a lo que viene.
Si logra la clasificación a cuartos de final de la Copa de la Liga -algo que aún parece bastante probable- y sobre todo cuando empiece a competir en la Copa Libertadores, el último campeón del fútbol argentino deberá ocuparse de una cuestión central: de nada sirve tener el control de la pelota y gobernar el mediocampo si se falla en ambas áreas.
“Es un partido, importante porque es un clásico, pero no por un partido voy a creer que perdemos la identidad. Hay que seguir sin perder la calma, por eso hablo de serenidad”, reflexionó el entrenador con el aplomo que lo caracteriza.
Vendrá una semana de descanso para tragar la bronca y machacar sobre la profundización de ese estilo, de esa búsqueda de una forma que ya es una marca registrada, pero a la que todavía le está faltando la última puntada.