River volvió a caer en la trampa
El Millonario se mostró ante Sarmiento como un equipo agresivo pero sin ideas en ataque y muy frágil en defensa, volvió a perder de local y quedó muy lejos de la pelea.
El entusiasmo que generaron los dos triunfos en fila, el Más Monumental lleno y la presentación de las nuevas tribunas en la previa se fue apagando con el transcurrir de los minutos, cuando los hinchas detectaron que el trámite se encaminaba a un callejón sin salida que River ya había visitado en encuentros anteriores.
El comienzo intenso, con movilidad y presión, que motivó el despertar de las tribunas, fue desapareciendo a medida que Sarmiento cerraba los caminos y los dirigidos por Marcelo Gallardo chocaban una y otra vez.
En la noche de Núñez, el esquema con doble 9 no favoreció el juego de Lucas Beltrán y Miguel Borja, que no conectaron ni entre ellos ni con sus compañeros. Por detrás, Rodrigo Aliendro no hacía pie, Santiago Simón y Elías Gómez se repetían con centros sin destino cierto y Agustín Palavecino era el único que intentaba desequilibrar con gambeta y pases filtrados.
Desde el banco observaban Nicolás De La Cruz, Juan Fernando Quintero y Matías Suárez, por distintos factores hoy relegados en la consideración del DT, pero indudablemente factibles soluciones para un equipo al que le faltaba juego colectivo y talento individual.
En ese momento, los juninenses asestaron su primer golpe a un rival demasiado débil en el retroceso. Llegar al área con facilidades para definir, algo que al Millonario parece costarle un esfuerzo desproporcionado, para sus oponentes resulta a veces exageradamente sencillo. Antes del descanso, llegó el segundo.
Ya en el complemento, con los ingresos de los mencionados futbolistas que esperaban sus oportunidades, se vio algo más de rebeldía y se alcanzó el descuento, aunque la imagen general de la noche terminó siendo muy discreta.
Más allá de la caída que dejó a los de la Banda Roja a 10 puntos del líder Atlético Tucumán, la preocupación principal pasa por un nuevo paso atrás en una búsqueda que, pese a la insistencia, no llega a su fin.
“Tenemos buenos jugadores, nos queda armar un buen equipo”, reflexionó el DT en la conferencia de prensa. Lo concreto es que esa deuda pendiente lleva ya más de un semestre, con constantes altibajos, variantes en casi todos los puestos y reiterados traspiés ante rivales en los papeles menores.
Hoy River está afuera de la Copa Libertadores y muy lejos de la pelea en el Campeonato de Primera División, aunque todavía a tiempo de una reacción que le permita encauzar el rumbo. Para eso, deberá definir su propuesta y ajustarla a la realidad actual de su plantel.
El Muñeco sabe que, esta vez como nunca antes, ese proceso está demorando más de lo esperado. Solidificar la defensa, consolidar la gestión del fútbol en el mediocampo y darle confianza al ataque son los objetivos en lo inmediato.
El domingo, en Avellaneda, habrá otra chance de conseguir un triunfo anímico en un clásico y tratar de volver a levantar vuelo. Por ahora, la tabla de posiciones se mira con un ojo, mientras el otro ya está puesto en la anual que brinda acceso a las copas de 2023.