La reacción esperada del campeón
River se recuperó de la derrota en el Superclásico con un triunfo resonante en Florencio Varela, tanto por la jerarquía del rival como por la autoridad demostrada en el campo.
Habían pasado apenas dos semanas de la caída contra Boca en el Monumental y, si bien el receso por la doble fecha de Eliminatorias había atenuado la bronca, todavía quedaba la espina de no haber podido hacer pesar la localía ni la presunta superioridad futbolística en el primer Superclásico de 2022.
Sin tiempo para lamentos y con el debut en la Copa Libertadores a la vuelta de la esquina, River tenía por delante un desafío particular este sábado frente a Defensa y Justicia. Por el peso propio del rival, por la dificultad adicional de enfrentarlo en su estadio donde llevaba un invicto de 14 partidos y porque otro traspié podía dejarlo fuera de la zona de clasificación en la Copa de la Liga.
Consciente de esto, el Millonario adoptó desde el inicio una postura ofensiva, conquistó el mediocampo y neutralizó el aceitado circuito de juego de un Halcón que igual supo incomodarlo cuando aprovechó los espacios de contragolpe. Una vez que corrigió esos desacoples en el retroceso, el equipo de Marcelo Gallardo justificó su victoria con 70 minutos de superioridad.
Desde lo individual, hubo síntomas positivos antes del inicio de un nuevo camino copero: los buenos rendimientos de Enzo Pérez y Milton Casco, el regreso de menor a mayor de David Martínez, el primer gol de Santiago Simón en Primera División, otra actuación estelar de Enzo Fernández. En el haber, la irregularidad de Nicolás De La Cruz y la impericia de Julián Álvarez en los metros finales.
Pero la principal virtud del último campeón del fútbol argentino fue colectiva. El haber comprendido lo que había en disputa, para marcar las pautas del partido ante un oponente que no suele ceder la iniciativa y que también lleva años dándole continuidad a una idea ya afianzada, de la mano de Sebastián Beccacece y sus predecesores en el cargo.
Como tantas otras veces durante el ciclo del Muñeco, después del shock por el golpe recibido, afloró el carácter ganador. Y ahí estuvo River, el mismo de la reacción posterior a la goleada que le propinó Atlético Mineiro para desfilar hacia el título en la Liga Profesional de Fútbol.
“A mí no me confunden estas situaciones, ni una derrota ni un resultado adverso”, había proclamado el DT todavía digiriendo el malestar por el error que costó el festejo de los Xeneizes en Núñez. La tan mentada “serenidad” a la que había convocado se vio cuando sus dirigidos sacaron pecho en Florencio Varela para mantener a raya a Defensa con el resultado a su favor.
Ahora empieza una nueva historia, con el objetivo de siempre. El viaje a Lima será el primer paso de una ilusión que tiene su horizonte en Guayaquil. La misión inicial será sostener el envión anímico y seguir creciendo en lo futbolístico. Otra vez, River despejó las dudas y demostró que tiene con qué.