Boca ganó un partido que puede ser bisagra

Luego del “movete Xeneize, movete; movete, deja de joder”, Boca fue otro. El mensaje que la hinchada le bajó a los jugadores al final del primer tiempo surgió efecto y despertó al equipo. Quedó claro, por supuesto, que acá se perdona todo, menos no ir al frente.

Porque puede faltar juego, pueden haber errores defensivos, pueden existir bajones futbolísticos, puede el entrenador no conformar el gusto de todos, pero lo que no puede aceptarse es la nula rebeldía de quienes tienen el privilegio de vestir la casaca azul y oro. Por eso, el grito que baja desde los cuatro costados del estadio cada vez que el Xeneize parece olvidarse de qué está hecho.

Hugo Ibarra jugó sus fichas y los cambios funcionaron. Darío Benedetto se entregó como en los viejos tiempos. El joven Luca Langoni marcó un doblete, revirtió el resultado y vivió su gran noche. Boca salió distinto al segundo tiempo. Con las mismas ganas de ganar, aunque también con las falencias que le impiden brillar, pero con la convicción clara de que los tres puntos debían quedarse en la Ribera si se deseaba pelear el torneo.

Nadie sabe qué será del conjunto boquense en lo que resta del campeonato ni cómo terminará el semestre, donde también tiene Copa Argentina y Trofeo de Campeones. Pero lo que está claro es que para acercarse a cosas importantes y reconfortar a su gente, más allá del resultado, deberá parecerse al que le torció la historia al líder de la actual Liga Profesional. Porque especulando nunca se llegó a nada.