Del Potro, un campeón a golpes
El tenista de Tandil se retiró en Buenos Aires tras una carrera emocionante, marcada por las lesiones y una derecha que recordó a los disparos de Cristiano.
La primera vez que Patricia vio jugar a su hijo en un torneo de tenis fue justo la última. Antes no encontró el momento de interrumpir sus clases de literatura para plantarse en la cancha. Cuando Del Potro se quebraba anunciando que se retiraba para poder disfrutar de una vida sin dolor, se escuchó un “Sííí” de alegría y apoyo en la grada. Era su madre, que esperó a su partido final para acompañarle. Cuando más falta le hizo.
La despedida de Del Potro fue tan emocionante como su tenis. Un intercambio de golpes durísimo que marcó toda su vida. Hasta el final. Después de los mensajes de cariño del público mundial, otra china en su historia. Delpo no pudo ni cobrar su participación en el torneo de Buenos Aires por deudas que arrastra su padre, quien administró el patrimonio del tenista hasta su fallecimiento, en enero del año pasado.
Del Potro se sobrepuso a todo. Cuando tenía dos años perdió a una de sus hermanas en un accidente de tráfico, por eso sus celebraciones al cielo, siempre para Guadalupe. Después, la lucha por el tenis profesional desde una familia media. Lo consiguió a los 15 años. Y eso que el fútbol fue su primera pasión.
Su talento único y su físico de grandullón (1,98 metros) le hicieron volar muy rápido. Con 20 años ganó el US Open y ya se posó en el cuarto puesto del ránking. Un nuevo titán a la batalla con Nadal, Djokovic y Federer. Pero las alegrías le duraron lo mismo que el peloteo. Su carrera fue de golpes casi definitivos.
Tras el US Open, las primeras molestias en la muñeca, un dolor que le paró demasiado tiempo y le enterró en el puesto 1045. Del Potro resurgió, y logró algo más increíble que ganar la Copa Davis para Argentina, que le alentara la afición brasileña en los Juegos Olímpicos de Río. El tenista de Tandil volvió a un nivel inverosímil, con un dolor inesquivable.
Alejandro Ciriza, encargado de cubrir el tenis para EL PAÍS, cuenta que nunca vio una derecha como la de Del Potro. “La derecha de Del Potro siempre me recordó al golpeo de balón de Cristiano Ronaldo”. Una derecha con folha seca. La bola, tan plana y a tanta potencia, salía despedida como si estuviera flotando a mucha velocidad, para en el último momento caer sobre la línea. Ciriza, que los vio a todos sobre la pista, nunca escuchó un zumbido como el del drive de Delpo. Un tenista con potencial de número uno, que acabó con un palmarés muy completo: Grand Slam, Masters 1000, medalla olímpica y Copa Davis.
Cuando todo le sonreía, una lesión de rodilla. Una mala suerte que le persiguió siempre. A Del Potro le robaron hasta un rosario bendecido por el Papa en Londres. El argentino hizo de todo para volver, pero la rodilla no quiso tanto.
Del Potro se ganó el cariño de cada aficionado al tenis. Por su historia y sus largos abrazos, que repartió hasta entre punto y punto con alguno de sus oponentes. Incluso le dio por abrazar a un juez de línea cuando no llegaba a un winner. En cambio, en Argentina generó polémica entre los hinchas; algunos lo amaban y otros no lo querían. Lo tildaron de pecho frío y dividió con su mala sintonía con Nalbandian. El país que más humilla cuando se pierde y más ama cuando se gana. Un deportista que igual que Messi, triunfó más fuera que en casa. Y eso que nunca faltó a su palco en La Bombonera; cuentan que pidió retrasar un partido de segunda ronda en Wimbledon para seguir la final de Libertadores, Corinthians - Boca.
El de Tandil se retira a los 33 años pero no descarta reaparecer con un milagro debajo del brazo. Su última derecha. No sabemos si esta vez su madre le volvería a ver.