El River de Gallardo siempre está renaciendo
Después de un flojo arranque de semestre, el Millonario dio un paso firme en La Paternal. Con seriedad, compromiso y efectividad, se sacó de encima al durísimo Argentinos.
No es la primera vez que le sucede, por eso no sorprende la reinvención en pocos días de un equipo que parecía golpeado desde lo anímico y sin respuestas desde lo futbolístico. Como en tantos otros partidos bisagra, River dio el presente en un momento límite y marcó su primer punto de inflexión en esta edición de la Copa Libertadores.
Apenas siete días atrás, el equipo de Marcelo Gallardo había dado un paso en falso en el Monumental ante un Argentinos sólido en la presión y la marca en bloque, eficaz y muy seguro de una idea que le había dejado la serie encaminada para definirla en el Diego Armando Maradona.
El fin de semana, con suplentes, el Millonario también había caído en su casa frente al campeón Colón en el debut en la Liga Profesional de Fútbol, habiendo jugado más de 80 minutos con superioridad numérica. Todo el futuro parecía nublarse.
Así, la revancha en La Paternal se presentaba como un duelo a todo o nada, en el que los del Muñeco debían al menos convertir un gol y sacar un resultado positivo para no quedarse prematuramente sin el objetivo primordial del año cinco meses antes de su finalización. Otra vez, y esta vez muy pronto, entre la espada y la pared.
Y allí fue River, el de Belo Horizonte contra Cruzeiro en 2015, el de Núñez contra Wilstermann en 2017, el de Porto Alegre contra Gremio en 2018 e incluso el de San Pablo contra Palmeiras en el inicio de 2021 que se quedó en las puertas del milagro. El que tiene que ir al frente e imponer las condiciones, por demanda histórica y por convencimiento contemporáneo de este proceso, aunque cambien los planteles.
El DT ajustó detalles de su formación en función de las virtudes de su rival. Anuló el juego por las bandas, reforzó el mediocampo con Bruno Zuculini que cumplió su tarea con creces, resignó un delantero (Julián Álvarez) en pos de llegar con más gente desde atrás, les dio más libertades a los volantes de creación.
A esa serie de buenas decisiones se sumó la rutilante aparición de Braian Romero para aportar la cuota de efectividad imprescindible en encuentros de trámite cerrado, en los que cada oportunidad vale tanto como si no se supiera si va a haber una próxima.
Fue una noche redonda, de absoluta concentración, enfoque individual y colectivo en las funciones asignadas y precisión en las ejecuciones. Hubo festejo mesurado pero merecido para un grupo que, aún con sus altas y bajas, continúa demostrando un espíritu competitivo que lo identifica y que, como dice su conductor, representa al hincha, en particular en estas paradas bravas.
Vendrá el Atlético Mineiro de la gran producción en la fase de grupos, el de la eliminación por penales a Boca, las polémicas con el VAR y el capitán Ignacio Fernández. Un desafío complejo, a definir en Brasil, con una sola certeza: River, en la Copa, seguro estará a la altura de las circunstancias.