El partido de Enzo Pérez: un paso más hacia la historia
El habitual volante central del Millonario jugó como arquero y cumplió una aceptable labor, sin asumir riesgos y bien custodiado por la última línea.
Más allá de la relevancia que tenía el partido entre River y Santa Fe por la quinta fecha del Grupo D de la Copa Libertadores, toda la expectativa estaba puesta en el curioso hecho de que Enzo Pérez ocupara la valla del equipo argentino, ante la imposibilidad de sumar un arquero natural pese a tener a los cuatro de la lista de buena fe contagiados.
Después de una entrada en calor liviana en la que ni siquiera fue exigido con la pelota, el habitual volante central salió al campo de juego con su atuendo verde y una serie de instrucciones que consistían, en general, en simplificar lo más posible su tarea y no asumir riesgos.
Por fortuna para el hombre que llevaba el buzo con el número 24, sus compañeros arrancaron la noche de manera arrolladora y pudo ser un espectador de lujo de los dos goles que llegaron antes de que los rivales le llevaran algo de trabajo.
En su primera intervención, el mendocino despejó con sus palmas el balón al córner, con un movimiento poco ortodoxo que dejó en evidencia que no se estaba desempeñando en su posición. Poco después, se animó a ir al piso para sacar un disparo que de todas formas se iba un par de metros afuera.
Con el transcurrir de los minutos, los colombianos comenzaron a apostar al juego aéreo y Enzo respetó la directiva de no salir a buscar, aunque también se lo hicieron más sencillo con ejecuciones generalmente imprecisas.
Cuando la pelota cayó en la zona de peligro, casi siempre llegaron al rescate los tres pilares que tuvo River en el fondo: el debutante Tomás Lecanda, el experimentado Jonatan Maidana y el cada vez más sólido David Martínez.
Para no exigirse por la distensión que padece en el isquiotibial derecho, el referente devenido en arquero del Millonario no se hizo cargo de los saques de arco, pero sí mostró buenas condiciones para salir de volea después de haber embolsado en un par de avances visitantes. Cuando le tocó jugar con los pies, también lo hizo con precisión.
En el complemento, los dirigidos por Marcelo Gallardo se replegaron un poco más y el trámite se desarrolló más cerca de Pérez, sin embargo participó todavía menos que en la etapa inicial debido a la buena producción del nutrido bloque defensivo riverplatense.
En el descuento de Santa Fe no tuvo ninguna responsabilidad, pese a que la pelota pasó cerca de su pierna después de que Kelvin Osorio la empujara a pocos metros del arco. Desde allí hasta el final, todo fue resistencia.
Con poca técnica pero un enorme corazón y sentido de pertenencia, Enzo se metió -otra vez- en la historia grande del club de sus amores. Dentro de años, tal vez décadas, se hablará de la noche en la que, aún lesionado, River ganó con él como arquero.