Un nuevo renacer para River
El Millonario estuvo muy cerca de lograr una remontada histórica en San Pablo. Lo que parecía el final de una etapa, ahora es un punto de partida.
La dura caída 0-3 en Avellaneda no solo había dejado la sensación de que la serie ante Palmeiras estaba casi terminada, sino también la del posible cierre de una etapa. Un River sin demasiadas respuestas anímicas había mostrado una imagen deslucida en uno de esos partidos en los que no solía fallar.
Para colmo, menos de una semana después llegó otra derrota sin rebeldía contra Independiente y la despedida de la Copa Diego Maradona, como una ratificación de que el fuego sagrado que caracterizó al equipo de Marcelo Gallardo durante tantos años en las definiciones estaba tendiendo a apagarse.
Pero esta vez, el entrenador sorprendió con una vuelta de timón inédita en sus seis años y medio de gestión: en solo tres días, volvió a convencer a sus dirigidos y a los hinchas de que nuevamente había motivos para ilusionarse y, en la cancha, demostró que sus planes no se quedaron en lo discursivo.
"Vamos a ser un equipo totalmente competitivo. Y si nos toca perder, vamos a perder siendo lo que nosotros somos como equipo. (...) Nos puede alcanzar o no, pero nos tiene que quedar la conciencia tranquila de que lo vamos a intentar", había dicho en la previa el DT. Y vaya si River lo intentó.
Tal como había sucedido las otras dos veces que tuvo que revertir una situación adversa en Brasil, el Muñeco volvió a las fuentes. Utilizó el último esquema que mejores resultados le había dado (la línea de cinco con dos carrileros que consiguió una gran racha ganadora a comienzos de 2020) y puso en el campo a futbolistas de experiencia. El resto, fue todo mental.
La propuesta de "defender y atacar bien como equipo" se cumplió a rajatabla. Armani volvió a ser Armani cuando hizo falta, los centrales no fallaron, los laterales se plantaron en campo contrario, Enzo Pérez condujo desde el medio, los generadores de juego las pidieron todas y, aunque faltó un poco en la definición, los delanteros también estuvieron en sintonía.
Así, lo que hasta la semana pasada era una eliminación segura y sin atenuantes que parecía hacer volar todo por los aires, se convirtió en un partido que puede sentar las bases para el futuro inmediato.
El mejor equipo de América en el último lustro sacó pecho en San Pablo y fue reconocido una vez más por propios y ajenos. La gloria se construye con triunfos, pero en los traspiés se puede ganar respeto.
La obsesión constante por competir, el orgullo de estar siempre a la altura y el deseo de una pronta revancha empujan a pensar que habrá un último baile y el líder riverplatense cumplirá su contrato que finaliza en diciembre de 2021. "Son estos los momentos por los que uno elige esta profesión", declamó Gallardo en una conferencia breve que fue en realidad un monólogo con odas a sus jugadores.
Serán tiempos de cambios, de salidas, quizás de algunas llegadas, pero sobre todo de reinvenciones. Un nuevo desafío por delante, un punto de partida con una sola certeza: mientras River esté vivo, siempre habrá con qué creer.