River perdió con Independiente y quedó lejos del objetivo
El Millonario cayó 2-0 en el clásico con goles del juvenil Alan Velasco y cerró su participación en la Copa Diego Maradona con una triste imagen.
Con un ojo en La Paternal y la necesidad de ganarle a Independiente en la cancha de Banfield, River debía sobreponerse de la derrota copera ante Palmeiras para intentar clasificarse a la final de la Copa Diego Maradona. Pero en otra jornada para el olvido, perdió 2-0 el clásico y se quedó con las manos vacías.
Aunque el Millonario intentó asumir una postura agresiva en los primeros minutos, ya de arranque se vio a un equipo frágil en la marca, impreciso en la circulación y con pocas luces para la generación de juego. Una gran tapada de Franco Armani a Alan Velasco sería una advertencia de lo que se vendría.
Más allá de una tímida respuesta de los dirigidos por Marcelo Gallardo con dos centros rasantes que terminaron con buenas reacciones de Sebastían Sosa, primero contra Rafael Borré y luego contra Bruno Zuculini, el trámite en la etapa inicial resultó favorable al Rojo.
Sobre los 25 minutos de juego, el chico Velasco demostró una vez más por qué es la gran promesa del conjunto de Avellaneda y, después de eliminar a Leonardo Ponzio que lo marcaba, sacó un violento derechazo desde afuera del área que se metió lejos del alcance del arquero riverplatense.
La debilidad en la última línea que tanto sufrió River en los últimos encuentros volvió a aparecer y el joven de 18 años que ya era la figura de la cancha estuvo a punto de ampliar el resultado de cabeza, a las espaldas de Fabrizio Angileri.
Por el lado del local en la noche banfileña, hubo poco para destacar. Las discretas actuaciones de Ignacio Fernández y Jorge Carrascal derivaron en que el equipo se repitiera en los centros sin destino cierto y no encontrara los caminos para empatar.
Para colmo, antes del descanso otro disparo lejano de Velasco y una extraña respuesta de Armani le permitieron a Independiente estirar la diferencia.
En el complemento, el Muñeco decidió hacer ingresar a Nicolás De La Cruz y Matías Suárez, en busca de mayor volumen de juego y cambio de ritmo. Sin embargo, las embestidas de los de Núñez no tuvieron demasiada claridad.
Los visitantes, conducidos de manera interina por Fernando Berón, aguantaron con un sólido bloque defensivo y un buen partido de Sosa, mientras sus rivales poblaban la zona de ataque con escasa lucidez.
Con el transcurrir del tiempo, la intensidad de River se fue apagando por completo y, cuando Boca le pasó a ganar a Argentinos, las ilusiones se extinguieron.
Queda la esperanza de una remontada épica en San Pablo, aunque hoy no parece haber demasiados fundamentos para creer. La imagen final, otra vez, fue la de un equipo derrotado desde lo anímico.