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La Bombonera, el lugar de todos

Para muchos es un lugar sagrado, mágico, en donde van a descargarse y olvidarse de todos los problemas que pueda traer la vida. Las peleas familiares, algún encontronazo con un amigo o amiga, la separación de una pareja, las diferencias con el jefe en el trabajo y los líos económicos.

Algunos otros prefieren tomarla directamente como ‘su segunda casa’, ya que entran y se sienten a gusto, cómodos, como si volvieran al hogar de su infancia. Saludan a conocidos de tribuna, charlan de la vida y se preparan para gritar durante 90 minutos con el objetivo de que 11 jugadores respondan con creces dentro del campo de juego.

Están también los que la ven como un atractivo turístico y programan vacaciones a Buenos Aires solo para visitarla. Quizá entienden poco y nada de fútbol, no les interesa cómo marcha el equipo en el campeonato, pero no quieren irse de esta vida sin verla de cerca aunque sea una vez.

Por supuesto que también hablaremos de los que solo la toman como lo que es, un estadio en donde se practica el deporte más popular del mundo. Los que integran esta categoría no son más fríos que el resto, solo que asisten a ella para presenciar un duelo táctico entre 22 hombres que corren detrás de una pelota.

Los más sentimentales, los que buscan en ella un refugio, los extranjeros que llegan para experimentar esa sensación irrepetible y los amantes del fútbol. Todos se encuentran allí, en la calle Brandsen al 805, para disfrutar de la magia de la Bombonera, el estadio que hoy cumple sus primeros 80 años de vida.

La pelea contra el paso del tiempo, uno de los rivales más temibles, está ganada. Porque el Alberto J. Armando podrá estar cada día más grande, pero nunca perderá su mística ni pasará de moda. Esto se trata de algo eterno.