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A 20 años de una noche única: Palermo hizo posible el milagro

El 24 de mayo de 2000, Boca goleó 3-0 a River en la Bombobonera y lo sacó de la Copa Libertadores. Una breve crónica para entender lo que se vivió ese día.

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A 20 años de una noche única: Palermo hizo posible el milagro

La jornada escolar que estuvo demás, la preparación en casa antes de salir, el “cuídense” de mi vieja y el viaje en auto hacia el barrio de La Boca soportando el tráfico porteño.

Las calles a oscuras, el humo que sale de las parrillas e invade el cielo, los nervios y esa caminata rápida hacia la puerta de la cancha. El sándwich en La Glorieta de Quique, porque las cábalas no se cortan, el vaso de gaseosa y la adrenalina interminable que invadía el cuerpo.

La rutina de subir y contar los escalones hasta llegar al último piso de nuestro templo, las pocas palabras con mi viejo porque no había tanto para hablar, la confianza de que ‘hoy ganamos’ y el flash que entra por los ojos al ver las luces de los palcos de frente.

El pitido del árbitro Ángel Sánchez para dar comienzo al partido, el miedo ante cada ataque de ellos, el susto al ver que el primer tiempo terminó 0-0 y la fe intacta en nuestro entrenador, el más sabio de todos.

Los interminables 15 minutos de entretiempo, el pensar cómo estaremos dentro de una hora, la angustia de no saber si somos nosotros o serán ellos los que vayan contra América de México y el "¡vamos Boca!" que sale del alma cuando empieza el segundo tiempo.

El gol del Chelo Delgado que igualó la serie, las atajadas de Córdoba que nos dejaron con vida, el penal de Riquelme y su inolvidable caño a Yepes y el movimiento lento, pero efectivo, de Palermo para decretar la locura máxima que yo recuerde en Brandsen 805.

Hace 20 años nos subestimaron, nos quisieron hacer creer que el resultado de la ida definía la serie, que si jugaba Martín ellos ponían al Enzo y que dar vuelta el marcador global en nuestra casa era algo poco probable. Hay que reconocerles algo: en la semana se movieron bien, declararon fuerte en los micrófonos, nos metieron presión y, por algún pequeño momento, nos hicieron sentir que eran ellos los que iban a jugar la semifinal de la Copa Libertadores de América. Pero, por suerte, no fue más que eso: una chicana barata.

El tiempo pasa y nos hace sentir un poco más viejos, pero no tiene la capacidad de borrar los bellos recuerdos que aún permanecen en nuestra retina. Por eso, pese a la tristeza que nos produce esta pandemia mundial, hoy tenemos motivos de sobra para alzar una copa y brindar por lo que vivimos y por lo que vendrá. ¡Siempre Boca!