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RIVER PLATE

Que nunca falte el DT

Gallardo justificó su decisión de viajar a Santa Fe con un cambio tempranero que redefinió el partido y fue determinante para que River se lleve los tres puntos ante Unión.

Que nunca falte el DT

"Nada me impide poder estar", declaró Marcelo Gallardo cuando salió del Sanatorio Los Arcos el viernes por la mañana, después de haber sido operado de cálculos renales. Aunque le habían aconsejado 48 horas de "reposo activo", tenía en claro que su lugar este fin de semana era en el banco de suplentes visitante del Estadio 15 de Abril.

Por eso, el Muñeco se hizo cargo de la práctica del sábado y este domingo, pasado el mediodía, se subió al vuelo chárter que trasladó a la delegación del puntero del campeonato hasta Santa Fe, donde logró otro triunfo clave en su camino hacia el gran objetivo del semestre.

El conductor del equipo que volvió a dar una muestra de carácter de esas que pesan al final de cada torneo no sólo aportó su presencia como valor anímico, sino también su cintura de líder para revertir un trámite que se presentaba adverso.

Es que Unión logró en el primer tiempo limitar los circuitos de juego del Millonario mediante la presión sobre los habituales generadores de fútbol y un esquema táctico con tres centrales y dos carrileros, casi un espejo del de su rival, para neutralizar las escaladas de Montiel y Casco por ambas bandas.

Ante esta situación, el DT entendió que esta vez la llave no estaba por afuera como en tantos otros encuentros, sino por el centro, pero Nacho Fernández y De La Cruz no lograban conectarse entre ellos ni con los dos atacantes. Entonces llegó el volantazo.

No había transcurrido ni siquiera media hora cuando Quintero hizo su ingreso por Martínez Quarta. "Me faltaba gente en el medio y me sobraba en el fondo", explicó Napoleón sobre esa variante prematura, por la que además le pidió disculpas al Chino que para ese entonces ya estaba amonestado.

La entrada de Juanfer reconfiguró el desarrollo de las acciones, le permitió a Nacho descargar juego en otro socio y fundamentalmente centralizar los avances para abastecer a los delanteros, que casi no habían tocado la pelota hasta ese momento.

El 10 fue determinante por su función en la cancha, pero también por su talento. Un pase sensacional a Suárez en la jugada del primer gol y el tiro de esquina del que devino el segundo fueron suficientes para darle, una vez más, la razón a Gallardo: junto a Rojas, el colombiano fue lo mejor de la noche santafesina.

La lectura del partido en una semana compleja y extraña para él, con las pulsaciones aceleradas y en una etapa bisagra de la Superliga explicaron por qué la cabeza del grupo hizo el esfuerzo para acompañar a sus dirigidos en un desafío trascendental.

Más allá del valor incalculable de la victoria, River volvió a sentir que todo le salió como lo planeó su entrenador, aunque en este caso en segunda instancia. Los futbolistas interpretaron el pedido, reaccionaron a tiempo y le dieron continuidad a una racha que alimenta las esperanzas de lograr el título.

Quedan sólo cuatro fechas y, aunque Boca acecha, en Núñez lo tienen bien en claro: con 10 puntos, el festejo estará asegurado. Y en el banco habrá un guardián que procurará que no se escape el sueño de todos los riverplatenses en este 2020.