Boca, supercampeón: un título para reinventarse
El Xeneize conquistó la estrella número 68 en su historia y se sacó una mochila pesada de su espalda. Alfaro sumó su primer título desde que llegó al club.
La expedición de Boca en Mendoza terminó con final feliz. El Xeneize venció a Rosario Central en los penales y alzó la Supercopa Argentina, un torneo que le era esquivo en los últimos años. La mochila cargada de presión ya no está más y el pueblo boquense festeja la estrella número 68 de su rica historia.
No era un partido más, no era una final más. Por lo sucedido en el último tiempo, por los resultados esquivos ante el eterno rival, por el sufrimiento de sus hinchas, por los rumores de la prensa y por más factores que se instalaron en la antesala de este decisivo cruce, los de la Ribera debían conseguir lo más valioso que tiene el fútbol: una victoria que derive en un título. Y así fue.
El choque ante el Canaya también tenía un condimento especial: era la primera final de Gustavo Alfaro al mando de Boca. El entrenador siempre mantuvo la calma, no se desesperó en los micrófonos ni al costado de la cancha durante los 90 minutos y terminó en medio de los jugadores al grito de “dale campeón”. Merecido premio para el técnico que comenzó con el pie derecho en el club de la Ribera.
La atajada de Esteban Andrada a Fito Rinaudo y el remate de Carlos Izquierdoz que le dio un nuevo título de Boca serán jugadas fundamentales para el renacer xeneize. No solo porque significaron una nueva copa, sino porque permitirán trabajar con mayor tranquilidad de acá en adelante y dejar que la idea del nuevo DT se instale de manera definitiva.
Las partes parecen estar unidas: Alfaro encajó bárbaro en el grupo y terminó festejando en el medio del plantel; el sufrimiento de Zárate, al borde del llanto, refleja el compromiso del grupo y el aliento incesante del público, que copó Mendoza, nunca falta. Si Boca aprovecha esta nueva consagración y hace las cosas bien, dentro y fuera de la cancha, las cosas le saldrán bien de aquí en adelante. Tiempo y paciencia, dos palabras simples pero importantes.