BOCA - RIVER
El clima toma protagonismo: riesgo de lluvia para el Boca-River
Los partes meteorológicos auguran lluvias y tormentas eléctricas para la tarde del sábado. Es un factor a tener en cuenta, porque habrá beneficiados y perjudicados.
A Franco Armani, el arquero más seguro del fútbol argentino en el último año, se le escurre una pelota de las manos y la deja muerta en el área chica. El colombiano Sebastián Villa pone la sexta marcha, gambetea todo lo que le sale a su paso y cuando queda frente al arco un charco de agua frena el balón y le corta la jugada. Agustín Rossi sale fuera del área a buscar un pelotazo largo, parece sencillo, pero se resbala en la carrera y queda a merced del delantero que viene de frente. Lucas Pratto se filtra entre los centrales, dispuesto a meter el frentazo letal que reivindique por fin su fama de goleador, un trueno infernal estalla en el cielo, lo distrae, la oportunidad pasa de largo…
Los partes meteorológicos auguran lluvias y tormentas eléctricas para la tarde del sábado, y aunque no sería la primera ni la segunda vez que las previsiones no se cumplan, la lluvia, los relámpagos, los rayos y los truenos podrían alterar el normal desarrollo de la primera Superfinal de la Libertadores, y es un factor a tener en cuenta, porque en caso de jugarse bajo el agua habrá beneficiados y perjudicados.
Hace algunas décadas, cuando las canchas se inundaban y, sobre todo, se embarraban en cuanto caía un aguacero fuerte, los equipos se dividían en más o menos “barreros” en función de cómo adaptaban su funcionamiento a las condiciones del terreno de juego. Los que basaban su estilo en el juego por abajo y el toque corto sufrían más que aquellos que apostaban a los pases largos, los centros aéreos y la fuerza. Hoy que los campos han mejorado y los sistemas de juego han cambiado ya no existen “especialistas” en barro, ni jugadores ni equipos, entonces prevalece la picardía y la viveza para acomodarse a las circunstancias sobre la marcha.
En el Inicial 2014, el duelo se jugó bajo un diluvio en el Monumental, y cuando River perdía 0-1 Marcelo Gallardo decidió improvisar a Germán Pezzella como centrodelantero para intentar el empate por arriba. El actual defensor de la Fiorentina marcó la igualdad, aunque aprovechando un rebote por abajo.
La lluvia y el barro fueron protagonistas de muchos recordados Superclásicos. El inolvidable gol de Maradona a Fillol en el 3-0 de 1981 tuvo lugar en una inclemente noche de viernes con el césped de La Bombonera hecho un desastre. En el mismo escenario, River devolvió el resultado en el Clausura 2002, también con barro en los tapones. En 2010, Héctor Baldassi se vio forzado a suspender el partido a los 10 minutos porque la cortina de agua hacía imposible desarrollar algo parecido al fútbol. Y la serie de tres partidos en diez días disputada en mayo de 2000 tuvo asimismo como protagonista a las tormentas y sus efectos. Con lluvia y barro hubo empate 1-1 por el Clausura de ese año, y con las canchas en malas condiciones se jugaron los cuartos de final de la Libertadores (2-1 para River en el Monumental, 3-0 la revancha, la noche del caño de Riquelme y el gol de Palermo en una pierna).
¿Qué podría pasar mañana si las condiciones alteran el remozado césped de La Bombonera? Resulta difícil predecirlo. Sin duda, la primera y mayor complicación será para el árbitro chileno Roberto Tobar, porque los roces y entradas a destiempo serán más frecuentes, las caídas más exageradas y tendrá que ser casi adivino para establecer el verdadero alcance de una falta. En ese sentido, los 6 jugadores de River y los 4 de Boca apercibidos de sanción si ven una tarjeta amarilla estarán más en peligro que nunca.
En cuanto al juego, podría predecirse que debería favorecer a delanteros más “físicos” -Wanchope Ábila o Pratto, por ejemplo-, en tanto encontrarías más dificultades los futbolistas más técnicos, tipo Pablo Pérez o Pity Martínez, aunque si el agua aumenta la velocidad de traslado de la pelota y no se frena en una “laguna”, el propio Pity, Pavón o Villa saldrían ganando.
La lluvia, en todo caso, siempre complica más a los defensores, porque añade una dificultad a la hora de anticipar o enfrentar a un rival en el mano a mano; y a los arqueros, más expuestos a errores que habitualmente no ocurren con el terreno seco, más allá que los cambios en el material con el que están hechas las pelotas y su textura ya no diferencian tanto como antes si están mojadas o no.
Lluvia, tormenta, quizás barro o charcos de agua. Todo es posible que pueda suceder mañana por la tarde. Como si esta Superfinal necesitara algo más para ser inolvidable…