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BOCA - RIVER

El fútbol vuelve al centro de la escena en este Boca - River

Tras el excesivo ruido alrededor de las fechas y los horarios de disputa, y la presencia o no de hinchas visitantes en los Superclásicos que definirán la Libertadores 2018.

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El fútbol vuelve al centro de la escena en este Boca - River

Acallado por fin el excesivo ruido alrededor de las fechas y los horarios de disputa, y la presencia o no de hinchas visitantes en los Superclásicos que definirán la Libertadores 2018, el partido de ida del próximo sábado vuelve a centrar el interés en lo futbolístico. ¿Cuál es la idea de Guillermo Barros Schelotto para mejorar la imagen que ofreció Boca ante su eterno rival en el choque de hace un mes y medio por el torneo local? ¿Cómo hará Marcelo Gallardo para disimular las bajas de Ponzio y la suya propia? ¿Qué peso tendrán las tarjetas amarillas acumuladas que amenazan con dejar a varios jugadores fuera de la revancha en el Monumental? Todo esto ocupa, por fin, el espacio para los análisis.

Once de memoria

Si nada se tuerce, el Mellizo repetirá en La Bombonera la alineación que paró en San Pablo frente a Palmeiras. ¿Por qué? Simplemente porque da la sensación de que ha encontrado un equipo. Con Rossi afianzado en el arco y Carlos Izquierdoz liderando y ordenando el fondo, Boca fue configurando un sistema de juego que, en principio, parece el más lógico y el que más satisface a su entrenador.

Aunque parezca una contradicción, la incorporación de Sebastián Villa, un delantero veloz y explosivo, le ha dado el toque de equilibrio defensivo que el equipo vino buscando durante meses. El colombiano, efectivamente, cumple su rol atacante y se convierte en una preocupación para el marcador de punta rival (su presencia limitará las excursiones de Casco), pero es su compromiso en el retroceso sin la pelota el factor determinante. Generoso en el esfuerzo, Villa colabora con Jara en la marca y a su vez libera a Naithan Nández, que puede ubicarse como volante interior y así convertirse en rueda de auxilio de Wilmar Barrios y en opción cercana de pase en la salida. La apuesta por Wanchope Ábila como 9, además de su cuota goleadora, brinda una opción diferente para superar la presión del adversario, dada su capacidad para jugar de espaldas y complicar a los centrales. Después, Benedetto aprovecha el desgaste para cumplir con su tarea.

Mal de ausencias

Gallardo no juega, pero su voz y su presencia en el banco de suplentes han demostrado varias veces cumplir un papel importante en los éxitos de River. El Muñeco estará ausente y, salvo que encuentre un sistema casi telepático, no podrá comunicarse con sus ayudantes. Es y será imposible medir la incidencia que este hecho pueda tener en el rendimiento del equipo, pero tampoco puede dejarse de lado.

Más fácil es saber de antemano lo que significa que Leonardo Ponzio no pueda ejercer su papel de alma del equipo en la mitad de la cancha. El capitán millonario no estará en la Boca y cómo reemplazarlo es la mayor preocupación en el cuerpo técnico de Gallardo. Enzo Pérez tiene todas las fichas para ser titular, la duda es si lo hará solo o compondrá un doble 5 junto a Bruno Zuculini para proteger mejor la zona central. Esta decisión, claro, condicionará el resto de la alineación. Palacios tiene el lugar asegurado, también Borré y posiblemente Pity Martínez. El resto son las incógnitas a develar de ahora hasta el sábado.

Peligro de tarjetas

Desde la temporada 2014-2015, la UEFA decidió que en Champions League los jugadores lleguen “limpios” de tarjetas amarillas a las semifinales. Lo mismo ocurre en los Mundiales. Siempre a destiempo y contramano, la Conmebol las mantiene vigentes. Así, son muchos los futbolistas que arrancarán condicionados la primera final.

River acumula sus problemas en el fondo, con Pinola y Maidana en capilla (¿Gallardo guardará a uno de ellos pensando en la revancha?), además de Enzo Pérez, Martínez, Pratto y Borré. Boca los tiene en el medio y el ala izquierda. Por un lado, Nández y Pablo Pérez se perderían el encuentro del Monumental en caso de ver otra tarjeta; por el otro, Olaza y Pavón.

Un dolor de cabeza más para añadirle a los técnicos, otro descuido de Conmebol para procurar que la final de su competición más importante tenga todo el brillo que merece.