COPA LIBERTADORES | BOCA - RIVER
Una 'Superfinal' y toda la confusión posible
Aunque parezca imposible, el fútbol sudamericano demuestra permanentemente su capacidad de superarse a sí mismo en improvisación y ausencia de criterios lógicos.
Aunque parezca imposible, el fútbol sudamericano demuestra permanentemente su capacidad de superarse a sí mismo. ¿En desborde y pasión? Sí, también. Pero sobre todo en improvisación y ausencia de criterios lógicos.
A pocos días de disputarse la primera final de la Copa Libertadores, el trofeo más importante del continente, todavía no están cien por cien confirmados ni los rivales, ni las fechas ni los horarios de los partidos. Y hoy hay cortocircuitos entre el Ministerio de Seguridad de la Nación y el de la Ciudad de Buenos Aires porque el presidente Mauricio Macri se involucró en la organización del superclásico y decidió que se dispute con público visitante; algo que no sucede desde 2013 por decisión del Gobierno.
La Conmebol deberá decidir varias cosas en el transcurso de esta jornada. Por un lado, si da lugar al reclamo de Gremio de Porto Alegre. La entidad gaúcha solicita le pérdida de puntos de River en el encuentro disputado el martes pasado, debido a la actuación de Marcelo Gallardo, quien desobedeció las prohibiciones reglamentarias e intervino en la toma de decisiones durante el partido pese a estar suspendido. El técnico millonario ofreció hoy una conferencia de prensa en la que se disculpó y presentará su alegato de defensa vía telefónica ante el tribunal que debe juzgar su proceder en la sede de Conmebol en Asunción. Y el máximo organismo se expedirá en las próximas horas.
Por otro, y dando por supuesto que el castigo recaerá sobre el propio Muñeco pero no afectará el resultado final de la serie, Buenos Aires se prepara para acoger “la final más grande de la historia” en medio de un revuelo considerable. La decisión de la institución que rige el fútbol sudamericano de modificar las fechas originales dispuestas para estos partidos y trasladarlas a los sábados 10 y 24 de este mes a las 16 horas ha motivado quejas por doquier.
Sin dar a conocer la sanción que recaerá sobre el entrenador, Conmebol dio a conocer los árbitros para la primera final, con días horarios que aún pueden sufrir modificaciones por pedido de los clubes. Y con un asterisco y un enigmático mensaje en la planilla: el Tribunal de Diciplina debe fallar aún si la penalidad recaerá solo sobre Gallardo o también su club.
Los clubes, sobre todo Boca a través de su presidente Daniel Angelici, lamentaron no haber sido consultados. La Superliga elevó una carta a Conmebol alegando que se vería obligada a alterar todo su calendario por la suspensión de las jornadas previstas para esos fines de semana. La AFA también se molestó, por la falta de contacto y porque debería postergar los encuentros de las categorías de ascenso que se disputan en la ciudad. Futbolistas Argentinos Agremiados se ocupó de recordar que en noviembre ya rige el horario estival y ningún partido puede arrancar antes de las 17. La televisión prefiere el horario nocturno. Y hasta un sector de la comunidad judía más ortodoxa metió la cuchara con un tan respetable como insólito pedido de que se respete la festividad del shabat y el partido no comience antes de las 19 horas.
El último apartado corresponde al tema de la seguridad, de donde habría surgido la idea de jugar en horario vespertino. Esta mañana, el presidente Mauricio Macri informó vía twitter de su pedido a Patricia Bullrich, ministra del área, para que “trabaje con la Ciudad” y entre ambos faciliten la presencia de visitantes en ambos estadios. La solicitud contradice lo expuesto por Martín Ocampo, encargado de la seguridad en el ámbito porteño, quien afirmó que esa posibilidad “no es factible”. Los clubes se unieron y manifestaron su decisión de jugar sin público visitante, porque además de las dificultades para brindar seguridad, se verían metidos en un problema: desde hace años sus respectivos socios ocupan cada semana las bandejas altas que antes cobijaban el aliento a los equipos rivales.
Ante la negativa de los clubes, Mauricio Macri se vio obligado a dar marcha atrás a su iniciativa de que la final se dispute con público visitante, y le pasó la pelota a los clubes para que lo decidan ellos.
Todo parte de un pecado original. Nadie en su sano juicioprogramaría el primer partido final apenas una semana después de las revanchas por las semifinales, acotando el máximo los márgenes para resolver cualquier conflicto y organizar la logística necesaria en todo acontecimiento que mueve a muchos miles de personas.
Pero Conmebol es capaz de esto y mucho más. Porque manda la imprevisión y no se respeta ni siquiera a sí misma. Porque se empeña en hacer del fútbol sudamericano un auténtico paraíso de la confusión permanente.