COPA LIBERTADORES
Gallardo y Guillermo: la victimización como método
Los técnicos de River y Boca no podrán sentarse en sus respectivos banquillos para las semifinales de Copa Libertadores ante Gremio y Palmeiras.
Marcelo Gallardo fue sancionado por la Conmebol porque su equipo demoró más de la cuenta en volver al campo en el último partido de la Libertadores y por invadir la cancha al final del mismo. Esta noche no podrá sentarse en el banco en la revancha ante el Gremio de Porto Alegre. Guillermo Barros Schelotto recibió una sanción idéntica y mañana tendrá que mirar desde la tribuna el Palmeiras-Boca de semifinales. En ambos casos, son reincidentes; en ambos casos, las decisiones de Conmebol merecieron la reprobación general de un lado y del otro.
Que el ente máximo del fútbol sudamericano tiene demasiados agujeros negros en su gestión durante las últimas décadas resulta innegable. Por algo, un nutrido puñado de dirigentes de las distintas federaciones se vieron implicados en el FIFA-Gate, los mecanismos de control internos funcionan poco y mal, y la acumulación de decisiones contradictorias y de escasa explicación lógica que se toman en la sede de Asunción superan lo entendible. La presente edición de los torneos continentales, plagada de irregularidades, es la mejor muestra. Pero de ahí a apuntarlo como responsable de todos los males hay, o debería haber, un buen trecho.
“Es una vergüenza”, “Un escándalo”, “Hay una persecución”,se apresuraron a exclamar desde ayer las voces provenientes de los dos clubes más grandes de la Argentina, poniendo en práctica uno de los deportes favoritos en este país: la victimización.
Ponerse en el papel del débil, del desprotegido, del perseguido, siempre da buenos resultados, expía las responsabilidades propias y elude la autocrítica. Si se hace en la previa de un choque trascendente como mínimo abre el paraguas por si llega a caer una lluvia torrencial. Ahora bien, ¿un análisis serio permite deducir que Boca y River se encuentran en la mira de la Conmebol y que existe en estos últimos años un plan persecutorio en contra de ambos? Veamos.
El primer paso es descartar los errores y fallos arbitrales que favorecieron o perjudicaron a cada uno en las recientes ediciones de las dos copas que se disputan en el continente. A falta de pruebas concluyentes, cabe considerar que se debieron exclusivamente a equivocaciones involuntarias y puntuales de los encargados de impartir justicia. En los despachos, la tendencia es más clara. River salió bien parado el año pasado del caso de dóping descubierto durante un par de partidos de la fase de grupos de la Libertadores.
Martínez Quarta y Mayada fueron suspendidos por varios meses pero la sanción se frenó ahí. Un tercer caso hubiese motivado la exclusión del equipo de la Copa. ¿Lo hubo? En esos días y de manera súbita e imprevista, Sebastián Driussi fue transferido al Zenit ruso. La sospecha quedó en el aire. Un tiempo después, el organismo duplicó, “de manera excepcional y solo por esta edición”, la cantidad de cambios permitidos en la lista antes de la fase de octavos de final. El número pasó de tres a seis. River fue el principal beneficiado.
Boca, a su vez, recibió una dura sanción de ocho partidos sin público por los hechos ocurridos en la Bombonera la noche del gas pimienta durante el partido ante River en 2015.Finalmente solo cumpliría dos. El club de la Ribera fue el más salió ganando con la amnistía parcial decretada en 2016. En la presente Copa, uno y otro incurrieron en una falta grave: la alineación indebida de un jugador durante varios encuentros. Bruno Zuculini en River y Ramón Ábila en Boca debían suspensiones de tiempo atrás, cuando defendían otras camisetas. De haber sido dura en la aplicación de las normas, la Conmebol podría haber retirado a los dos de la competición. Ninguno se quedó afuera. Entretanto, Santos de Brasil y Deportes Temuco de Chile pagaron la misma irregularidad con un 0-3 en contra que les costó la eliminación.
Es cierto, las circunstancias no fueron exactamente iguales, pero sí la incorrección, aunque solo los gigantes de nuestro fútbol quedaron indemnes. “Vamos a estar con la guardia alta”, dijo Gallardo en su día, sugiriendo una campaña en contra de River. “Nunca nos dan un penal. Así no se puede”, se quejó Guillermo en otro momento. Victimizarse y buscar culpables afuera es una actividad muy redituable. Según parece, mucho más que algo tan simple como usar un buen reloj y cumplir las normas, lo que hubiese evitado que ambos tengan que ver las revanchas de las semifinales desde la tribuna.