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FÚTBOL SALA

Santiago Rufino, el Messi del futsal que crece en Barcelona

El jugador argentino marcó un gol ante Brasil en las semifinales de los Juegos Olímpicos de la Juventud, pero no fue suficiente para hacerse con el triunfo.

Santiago Rufino con Argentina.
@fifacom_es

Si algo no quiere el propio protagonista es que se caiga en la comparación fácil. Aunque resulta inevitable. Santiago Rufino no es Lionel Messi, y nadie sabe si algún día llegará a serlo en un deporte parecido pero no igual al que tiene desde hace años al rosarino como máximo exponente mundial. Pero claro, hay tantas coincidencias…

Santiago Rufino, Rufa, todavía digiere por estas horas la bronca de haber perdido ante Brasil la semifinal de futsal de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se celebran en Buenos Aires. Marcó un gol, el del 2-2 transitorio, pero ya no pudo hacer nada más para volver a empatar tras el tercer tanto brasileño y tendrá que conformarse por la pelea para colgarse la medalla de bronce. Será el jueves ante Egipto, único rival contra el que no sacudió la red rival en lo que va del torneo.

Sin embargo, pese al traspié de anoche, el pibe porteño de Pinocho –un templo del futsal porteño- justificó con creces su celebridad y se consolidó como la gran promesa para la selección del futuro. La fama le llegó a Santiago en diciembre del año pasado, cuando recibió la llamada de Jordi Torrás, secretario técnico de las divisiones menores del Barcelona en fútbol sala, que es como se denomina a este deporte en España.

Con 17 años y apenas tres de experiencia en este juego (antes había hecho baby fútbol en Villa Malcolm y Ferro), Rufino no podía creer lo que le estaba sucediendo: “Nunca me imaginé que iba a tener una posibilidad de ese tipo”, comentó en estos días en los que por primera vez en su vida conoció lo que significa jugar ante un estadio lleno y con el público coreando su nombre.
La gente del Barça se convenció enseguida del talento del zurdo porteño y le firmó su primer contrato, en principio para formar parte del equipo B de la institución, que participa en el torneo de Segunda División.

A Santiago, de pronto, se le abrió una nueva vida. Un departamento en La Masía es su residencia y la felicidad se le escapa por los poros: “Es una experiencia alucinante. Tener compañeros de distintas culturas y disfrutar de una ciudad tan linda me hace aprender algo nuevo cada día”, dice sin poder borrar la sonrisa de su cara.

El objetivo, por supuesto, es alcanzar algún día el primer equipo y brillar tanto en el conjunto blaugrana que confió en él como en la selección argentina. El otro sueño, menor pero no tanto, es conocer al 10, charlar un rato con él, sacarse una foto juntos. Sí, a Lionel Messi, el genio con el que lo comparan todo el tiempo, aunque a Santiago Rufino, el chico del futuro en el futsal argentino, no acabe de gustarle.