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RIVER PLATE

Las claves de la hegemonía de River y Gallardo en las Copas

Tras vencer al Rojo en el Monumental por 3-1, River Plate disputará por tercera vez en cuatro años las semifinales de la Copa Libertadores.

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Las claves de la hegemonía de River y Gallardo en las Copas
MARCOS BRINDICCIREUTERS

River disputará por tercera vez en cuatro años las semifinales de la Copa Libertadores. Con un pequeño puñado de jugadores –Maidana, Ponzio, Mora- que sirve de hilo conductor del grupo y mucho recambio, el club de Núñez marca un hito en su historia en las competiciones internacionales y, al estilo de las grandes potencias europeas, establece una hegemonía muy difícil de conseguir a este lado del Atlántico. Se ocupó de resaltarlo Marcelo Gallardo tras la victoria frente a Independiente, y sin dudas que es un mérito considerable en un fútbol tan cambiante como el sudamericano.

Y es justamente en el carisma y la sabiduría del técnico por donde hay que empezar a entender este fenómeno inusual que es River en el contexto argentino. Habilidoso como ningún otro para moverse en el pantanoso terreno de las series cortas, el Muñeco ha sabido contagiar espíritu, temple, garra y coraje a cuanto jugador haya vestido la camiseta de la banda roja en estos años. Los números obtenidos son la mejor respuesta: de sus 46 partidos disputados en fases de “mano a mano” como entrenador de River, Gallardo ganó 38, el 82,60%, y perdió un único partido de 12 jugados en el Monumental. Y por torneos internacionales, venció en 17 de las 20 series a ida y vuelta, es decir, una eficacia del 85 por ciento. Inapelable.

Ya pueden ser veteranos consagrados como Enzo Pérez, Pratto o Scocco, extranjeros recién llegados como Borré, Saracchi o Quintero, o pibes de las inferiores como Montiel, Martínez Quarta o Palacios, todos cumplen a rajatabla la obligación de mantener la concentración y superarse en el esfuerzo, elementos fundamentales que sostienen el éxito general.

A partir de esas virtudes nacen todas las demás claves que explican el ciclo Gallardo, con la capacidad del técnico para “leer” los partidos y actuar en los momentos justos como herramienta principal. Desde sus primeros pasos como entrenador de River demostró ser un entrenador con un aura especial para acertar con los cambios, ya sea tácticos o de hombres. Muchas veces en los pizarrones previos a los partidos, casi siempre en el transcurso de los mismos. Y la línea se mantiene inalterada.

En esta serie ante Independiente, igual que en el Superclásico en La Bombonera que si bien pertenece a un torneo más largo bien puede entrar en la categoría de “serie corta”, el conjunto “millonario” salió a ahogar a sus rivales, a impedirles pensar y jugar, a preocuparlos desde la primera pelota. Una presión asfixiante, ordenada y en la que todos participan ejerce de arma intimidante y va minando las energías del contrario, que se siente ahogado. A veces se corona con un gol (Martínez ante Boca), otras no, pero en todos los casos resultó un muy eficaz golpe de efecto.

Después llega el momento de los cambios, y también en ese punto Gallardo saca ventajas. Los ingresos de Mora y Scocco por Pratto y el Pity en el partido de ida ante los Rojos en Avellaneda le sirvieron para volver a emparejar el juego en un segundo tiempo en el que Independiente pasó a dominar y estuvo muy cerca de sacar ventaja. Otra vez Scocco entró desde el banco en el Superclásico y sentenció la victoria.

Ayer, Gallardo fue incluso un poco más lejos. Con el 1-0 en la chapa tenía preparado el ingreso de Bruno Zuculini para reforzar el mediocampo, pero en ese instante igualó Silvio Romero y el técnico metió el freno y marcha atrás. Con el partido abierto y en el alambre decidió apostar por la clarividencia de Juan Fernando Quintero para aprovechar los espacios libres. El colombiano marcó el 2-1 y fue fundamental para marcar el ritmo desde ahí y hasta el final.

Dirigido por un jefe y líder indiscutible y todos los soldados alineados y dispuestos a dar batalla en cualquier circunstancia, River vuelve a estar en las semifinales de la Libertadores. Lo espera Gremio, el campeón vigente. Podrá ganar o perder, pero seguro que al Muñeco y su equipo no le va a faltar personalidad ni asustar ninguna parada, por más fiera que la pinten.