NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

BOCA

Boca: una crisis de identidad

Desde hace ya varios meses el equipo ha perdido su esencia: no se sabe a que juega y se asoma al abismo. Los mellizos Schelotto, más cuestionados que nunca.

Boca: una crisis de identidad
ALEJANDRO PAGNIAFP

La llamativa imagen de los mellizos Barros Schelotto conversando en soledad en las sombras del banco de suplentes del estadio Mario Alberto Kempes no fue un fotograma suelto. Boca acababa de ser eliminado de la Copa Argentina por Gimnasia y Esgrima La Plata tras una paupérrima actuación y apenas cuatro días después de la caída sin atenuantes frente a River en el Superclásico de La Bombonera.

Unos minutos más tarde, los hermanos abandonaron el viejo escenario cordobés sin hablar con nadie. Según se asegura de puertas adentro, ni siquiera con sus jugadores. Los rumores de renuncia sobrevolaron durante toda la noche, hasta que el presidente Daniel Angelici los cortó de raíz en la mañana del viernes. Pero la desmentida no alcanza para tapar una realidad impensada para el vigente bicampeón argentino, que el jueves próximo debe defender en Belo Horizonte el 2-0 de la ida ante Cruzeiro para asegurarse el pase a semifinales de la Copa Libertadores, el gran objetivo del semestre.

El partido del Mineirao –antes, el domingo, los xeneizes reciben por la Superliga a Colón, que tiene la cabeza en su serie frente a Junior por Copa Sudamericana- llega en un momento sumamente delicado. Los motivos son básicamente dos: uno futbolístico, otro de relaciones internas.

El primero es muy evidente, indisimulable. El equipo sencillamente ha dejado de jugar. Resulta imposible descubrir cuál es la intención, la idea que los entrenadores pretenden exponer en la cancha. Se trata de un problema central, estructural, que los Barros Schelotto vienen repitiendo prácticamente durante toda su gestión. Nunca quedó claro si la apuesta era un estilo directo, como el que habían impuesto en Lanús, cuyos mejores exponentes fueron en diferentes etapas Carlos Tevez (previo a su marcha a China), Ricardo Centurión y Christian Pavón; o una propuesta más elaborada y asociada, con Fernando Gago y Pablo Pérez manejando la brújula.

La indefinición se fue acentuando a partir de las lesiones. La prolongada ausencia de Gago, a quien Guillermo ha preferido postergar en los últimos encuentros, es en ese sentido crucial. Los mejores partidos de Boca en este ciclo, los más lucidos, los que ganó con mayor claridad, coincidieron con la presencia del número 5 en la cancha. Cuando no estuvo, todo se tornó más confuso.

La solución pretendida fue sobrecargar el plantel y el equipo con delanteros de calidad, un poco al estilo del Real Madrid de la BBC o el Barça de la MSN. Así fueron llegando Benedetto, Cardona, Ábila, Espinoza, Zárate, Villa…

La abundancia afectó primero a la elaboración de fútbol: se resintió el mediocampo, donde se le dieron galones excesivos a Barrios y Nández en perjuicio de hombre como Maroni (cedido a Talleres) o Reynoso, que prácticamente dejó de contar, se perdió creación y sorpresa y el ataque se hizo previsible a la espera de que una acción individual resolviera los partidos, algo que solo ocurre a veces.

Pero además, la superposición habría afectado el clima en el vestuario. En ese sentido, la airada discusión pública entre Zárate y Cardona en los minutos finales del Superclásico habría sido más un síntoma que una circunstancia aislada.

Los Mellizos están solos”, aseguran en voz baja quienes conocen de cerca la actualidad del plantel. La declaración de Carlos Izquierdoz luego del 0-1 con Gimnasia, apuntándole a la “actitud” general como responsable de todos los males, disparó el trillado pensamiento de que los jugadores “les están haciendo la cama”. Incomprobable como argumento, siempre se trata de uno de esos rumores que acaban de erosionar un vestuario cuando el destino se tuerce.

Con contrato hasta diciembre, los Barros Schelotto parecen en principio decididos a continuar en sus puestos. Lo confirmó Angelici esta mañana. La sensación, sin embargo, es otra muy distinta: todo hace suponer que la noche del jueves próximo en el Mineirao dictará sentencia.