SELECCIÓN
Los principales señalados de una eliminación anunciada
La eliminación de Argentina en este nuevo Mundial cristaliza el fracaso de una generación que no pudo, en la que Sampaoli y Messi quedan como los máximos señalados.
No se da. La generación de Messi se va sin Mundial. La derrota ante Francia acaba con un nuevo sueño argentino y deja a varios nombres muy tocados, negados para acariciar un título y abrazar la felicidad nacional.
Sampaoli. El entrenador de Casilda fichó por la Albiceleste tras su legado en Sevilla y Chile, donde dejó un sello y una idea, para darle forma a una selección cabizbaja y sin plan. Sin embargo, no ha sido capaz de aplicar ninguna de sus teorías a la hechizada práctica argentina. Así, Sampaoli se erige como el mayor responsable de la eliminación. Su equipo no tuvo identidad en ningún momento desde que cogió la Selección, ni sistema ni once titular. No dio oportunidad a Lo Celso para paliar un centro del campo caduco, ni se atrevió a apostar por Dybala para renovar un ataque que ayudase a Messi. En cambio, alineó a Enzo Pérez y mantuvo a Mascherano. El de Casilda cometió el pecado capital del entrenador: la cobardía.
Messi. El astro argentino jugó su torneo más pobre con la Albiceleste. Comido desde el primer partido, solo apareció en la primera mitad contra Nigeria. Messi no fracasa con la Selección porque le rodea una banda. Ciertamente, sus compañeros no atesoran el mismo talento que sus socios del Barça, pero el problema de Leo está en su cabeza. No se lo cree, incapaz. El Mundial de Messi ha sido una triste decepción.
Arqueros. Ni Caballero, ni Armani, ni Guzmán. Ninguno de los tres arqueros que fueron convocados con la Selección presenta la etiqueta de portero top. Y las escuelas argentinas llevan años sin producir un portero de escala mundial. Romero es el titular indiscutible, que quedó lesionado tras una preparación plagada de infortunios, y sin él Argentina estuvo desguarnecida en portería. Armani no sacó ninguna mano decisiva y Willy la pifió ante Croacia.
Mascherano. Como líder de la Albiceleste, también hay que saber cuando parar. El "jefecito" es un huracán emocional, de arrojo, de entrega y compromiso. Pero en este Mundial restó más que sumar. Superado por los rivales y fuera de forma, ilustró un mediocampo argentino caduco, que no pudo ante ninguna selección rival.