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Todo está como era entonces

El partido de Argentina ante Islandia contiene en toda la línea las más tormentosas imágenes de las Eliminatorias Sudamericanas camino al Mundial de Rusia.

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Todo está como era entonces
MIGUEL MORENATTIDIARIO AS

Hay derrotas de pesadilla y hay empates de pesadilla, y el de hoy, más allá de una aritmética que ya es comprometedora, contiene en toda la línea las más tormentosas imágenes de las Eliminatorias Sudamericanas camino al Mundial de Rusia.

He ahí la certeza más amarga de un rendimiento que ha sobrepasado con holgura el consabido hándicap de la dificultad de todo debut en un Mundial.

No alcanza ni por asomo, y menos todavía en boca del entrenador argentino, la quejosa descripción del planteo, de los modos, de la impronta de Islandia.

Hacía meses, desde siempre, que se sabía que Islandia jugaría como jugó.

De hecho, hasta su propio conductor había advertido que calculaban disponer de la pelota no más del 35 por ciento, que no harían marcación personal a Messi y que conforma pasaran los minutos se sentirían cada vez más estimulados a hacer lo que pueden y saben: defender.

Es decir, en cualquier caso se revelaba obvio que los islandeses defenderían bien, o más o menos bien, y todo eso subidos al corcel de dos pilares de los que Argentina, con sus estrellas a cuestas, careció: una idea madre y el corazón caliente.

¿Qué fue la Selección, entonces? Un agrupamiento tibio, blando, administrativo, que confundió paciencia en la elaboración con una empresa de transportes.

Un flan sin chocolate que fue sin atreverse, volvió sin defender y que para peor dejó pasar, paralizado, absorto, desangelado, los dos trenes que el destino consintió: el de los minutos posteriores al gol de Agüero y el del penal de que dispuso Messi.

Amén de chispa, ¿faltó rebeldía? Faltó, y no faltó en el tramo final de un partido adverso en un tramo decisivo y frente a un adversario poderoso: faltó rebeldía en el partido inaugural, cuando se supone que la sola expectación de la vigilia provee combustible de sobra.

Y en tren de lo que falta, ya que estamos, la mejor noticia, la única noticia optimista más allá de la promisoria entrada de Cristian Pavón (un arrebato de entusiasmo en medio de un océano de languidez), estriba en el hecho de que falten dos partidos que a la vez de encerrar el riesgo de una eliminación prematura ofrecerán la eventual recompensa de la refundación.

Entretanto, las cuentas provisorias dejan un margen estrecho para el beneficio de inventario: fracaso colectivo, fracasos individuales, un entrenador envuelto en su realidad paralela y un líder, Messi, que anda como bola sin manija entre la soledad y el karma, entre el karma y la depresión.