SELECCIÓN
Lo Celso, el titular inesperado que crece bajo la tutela del 10
Sampaoli encontró en él el acompañante ideal para el mediocampista más defensivo porque entiende el trabajo que debe hacer para colaborar en la recuperación.
Hay veces que el destino propone caminos impensables, muy diferentes a los que una persona puede imaginarse para sí mismo. Con apenas 22 años, Giovani Lo Celso ya recibió varias lecciones al respecto.
El talentoso volante ofensivo a quien el Chacho Coudet rescató de la cantera de Rosario Central para darle el mando de su equipo pintaba para ser un 10 “a la antigua”, una especie de Riquelme aggiornado a estos tiempos. El pibe no defraudó. Atrapó la titularidad y no la soltó más, obligando al técnico a desplazar a una banda a Franco Cervi, por entonces la estrella más prometedora del equipo.
Como todo chico de inferiores, Lo Celso soñaba con triunfar y ser campeón vestido con la camiseta a rayas verticales amarillas y azules. No pudo darse el gusto. Aquel conjunto de Coudet acarició la gloria en el torneo local y en la Copa Argentina pero en ambos casos se quedó con las ganas. Y cuando el París Saint Germain apareció con los millones que aportan sus jeques, el chico talentoso e imaginativo que prometía tardes de pisadas y pases de gol en Arroyito se fue a mostrar lo que sabía en Francia.
De entrada no le fue del todo bien. Su juventud y poca experiencia le jugaron en contra en medio de un plantel construido sobre la base de figuras cada vez más cotizadas. Pero esta temporada, el destino le guiñaría un ojo. Lesiones y suspensiones de compañeros mediante llevaron a Unai Emery, el español que hasta hace unos meses dirigía al equipo, a pensar en el rosarino como volante central. A Lo Celso se le abrió entonces la puerta para estar entre los once de arranque. Y pese a la falta de oficio, a ser una posición contraria a sus características naturales, cumplió. Tuvo partidos muy buenos, buenos, regulares y malos, pero se fue adaptando. Y por esa vía empezó a llenarle los ojos a Jorge Sampaoli.
El entrenador de Casilda siempre mostró predilección por los jugadores cerebrales que ordenaran el tráfico de sus equipos frenéticos. Por eso Carlos Aránguiz y Jorge Valdivia encontraron sitio cuando estuvo al frente de la selección chilena; y el Mudo Vázquez o el brasileño Ganso fueron dos de sus pedidos en el Sevilla. La llamada al pibe del PSG entraba entonces dentro de lo lógico. Lo que resultaba más inesperado era que, a dos semanas del debut de Argentina en el Rusia 2018, Lo Celso fuera número puesto para ser titular frente a Islandia ocupando un lugar muy parecido en el que Emery le invitó a reciclarse.
Sampaoli encontró en el rosarino el acompañante ideal para el mediocampista más defensivo (Biglia, si está bien físicamente), porque entiende conceptualmente el trabajo que debe hacer para colaborar en la recuperación. Pero sobre todo, porque cuenta con la calidad necesaria para enlazar con la línea que forman Messi y los dos volantes exteriores y, potencialmente, con la llegada al área que tanto se le pide a los integrantes del centro del campo.
Como en el PSG, las presentaciones de Lo Celso con la selección también tuvieron sus altibajos, actuaciones para aplaudir (Italia) y para olvidar. Pero a su favor guarda bajo la manga el as principal: el capitán está con él.
Este Lionel Messi reconvertido en líder motivador que se está dando a conocer en los días de trabajo que lleva la selección tiene en el rosarino a uno de sus preferidos. Resulta notable ver cómo le habla permanentemente en la cancha para alentar su participación, para que se atreva a tomar decisiones, para que se suelte y pise el área rival. En definitiva, para que mezcle las obligaciones de un puesto más atrasado con las condiciones naturales que trae desde la cuna y que él, y todos, imaginaban que iban a transformarlo en ese 10 “a la antigua” que un día empezó a amasar la pelota en la Primera de Central.
Faltan 14 días para el Argentina-Islandia del debut y quedan algunas dudas por resolver para armar los once que pisarán de arranque el césped del Otkytrie Arena de Moscú. Ninguna pasa por Lo Celso, el pibe a quien el destino va guiando por caminos insospechados.