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ARGENTINA

Nada claro para agosto

La desorganización sigue presidiendo el fútbol argentino, pase lo que pase y se haga lo que se haga. A tres meses no se sabe cómo se jugarán los torneos.

La desorganización sigue presidiendo el fútbol argentino, pase lo que pase y se haga lo que se haga. A tres meses no se sabe cómo se jugarán los torneos.
JUAN MABROMATAAFP

Boca es el campeón de la Superliga que termina este fin de semana. Las liguillas de la B Nacional, la B Metro y el Federal A están apurando sus instancias finales para definir los ascensos de categoría... pero nadie sabe cómo se disputarán los diferentes torneos a partir de agosto, fecha prevista para el retorno de la actividad local después del Mundial.

La desorganización sigue presidiendo el fútbol argentino, pase lo que pase y se haga lo que se haga.

La “nueva AFA” prometida tras la elección de Claudio Chiqui Tapia como presidente comete una desprolijidad tras otra en todos los ámbitos posibles, desde la presentación de la camiseta de la selección femenina con modelos en lugar de jugadoras a los tuits personales del propio Tapia en los que no disimula su amor por uno de los equipos afiliados (y no es Barracas Central, el club de donde procede).

A su vez, la Superliga se preocupa por cuestiones puramente formales, como que los dos equipos salgan a la cancha al mismo tiempo (algo que no siempre se cumple) o por el reparto del dinero de la televisión, pero cambia sobre la marcha días y horarios establecidos con varias semanas de antelación o suspende partidos de manera discrecional y a pedido igual que como hacía la “vieja AFA”.

La indefinición respecto a qué pasará con los torneos de la temporada 18/19 son una demostración más del desorden institucional imperante. El nacimiento de un torneo de Primera con 30 equipos y el acceso brusco de 10 conjuntos desde la B Nacional alteró todos los mecanismos de ascensos y descensos. La inviabilidad del último capricho de Julio Grondona obligó a una reformulación, pero en lugar de volver rápidamente las cosas a la normalidad, la AFA decidió acogerse a la moda del gradualismo e ir bajando la cifra de equipos de dos en dos. Así se llega a números insólitos y difíciles de manejar, como 28 (esta temporada) o 26 (la próxima), que se quedan cortos para un campeonato a una sola vuelta y demasiado largos para dos.

“¿Qué van a hacer cuando tengan que organizar un torneo de 26 equipos?”, se le preguntó a Luis Segura, por entonces titular de AFA, al decidirse esta fórmula: “Ah, no sé, ya veremos, falta mucho”, fue su sabia respuesta en ese momento. El momento ha llegado, y como si se tratara de la famosa “pesada herencia” todavía nadie sabe bien qué hacer. Salvo en un aspecto: por ahora se habría descartado la organización de un torneo de transición hasta fin de año para acomodar el calendario argentino al de las copas continentales.

En Primera se habla de la posibilidad de repetir el engendro del injusto torneo a una sola vuelta -siempre habrá favorecidos y perjudicados según contra qué rivales enfrente de local y visitante-, y la creación de una Copa de la Liga que no se sabe quién la jugaría para completar el calendario. Otra opción sería dividir los 26 equipos en dos zonas, con dos ruedas e interzonales, y un play off final. Tampoco la BN tiene nada definido. La idea es ahorrar dinero de los desplazamientos y agrupar a los equipos por zonas geográficas con series eliminatorias para determinar los ascensos. De la BN para abajo los interrogantes se multiplican hasta el infinito.

Para los descensos, por su parte, se mantendría el sistema de los promedios como mínimo un año más. En la categoría mayor seguirían bajando 4 equipos hasta alcanzar la cifra de 22 (¿por qué no 20, como en la inmensa mayoría de campeonatos serios del mundo?); en la segunda, después de los 6 descensos que hubo este año no queda clara la cifra, aunque serían menos los que bajarían a la B Metro y el Federal A.

Faltan 3 meses para que en agosto vuelva el fútbol local y todo está en el aire. Mientras tanto, y pese a su empeño por venderse como diferentes, modernas y transparentes, la “nueva AFA” y la Superliga siguen repitiendo los vicios de los viejos tiempos. Como si nada hubiese cambiado.