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SUPERLIGA

La corrida del dólar también amenaza al fútbol

La crisis con la subida del dólar puede traer grandes consecuencias en el futuro de la Superliga. Las deudas en los clubes están creciendo cada día más.

BQA168. BARRANQUILLA (COLOMBIA), 02/05/2018.- Jugadores de Boca Juniors salen del campo hoy, miércoles 2 de mayo de 2018, al final de un partido de la Copa Libertadores entre Atlético Junior y Boca Juniors, que se juega en el estadio Metropolitano en Barranquilla (Colombia). EFE/RICARDO MALDONADO
RICARDO MALDONADO ROZOEFE

La economía argentina titubea, los mercados amenazan, el peso se devalúa con fuerza, el valor del dólar se dispara, en los principales centros mundiales comienzan a mirar con desconfianza el futuro a corto y medio plazo y a mencionar la temible palabra “crisis”... y los cimientos del fútbol local vuelven a temblar una vez más.

La Superliga vivió el verano pasado una fiebre compradora desconocida. Solo entre cuatro de los clubes grandes (la única excepción fue San Lorenzo, que prácticamente no hizo incorporaciones) gastaron casi 50 millones de dólares en compras, y en muchos casos se embarcaron en deudas o promesas firmadas con cifras elevadas en moneda extranjera que, por supuesto, aumentaron su valor más de un diez por ciento en los últimos días y nadie puede asegurar que el porcentaje no siga creciendo.

Hace ya muchos años que el fútbol argentino se acostumbró a ser básicamente un nicho de exportación permanente de jugadores. Resulta casi imposible mantener a una figura y el mejor ejemplo es Lautaro Martínez, que en junio partirá hacia Italia para sumarse al Inter apenas un año después de consolidarse como titular en Racing.

Sin embargo, las recientes temporadas trajeron la novedad de las repatriaciones. A medias entre la nostalgia y unas condiciones económicas aceptables, varios jugadores aceptaron pegar la vuelta y engrosar las filas de algún club local -ya sea el de origen o no- y, de paso, levantar un poco el nivel de juego del devaluado torneo casero. Lucas Pratto, Ricardo Centurión, Mauro Zárate, Silvio Romero, Julio Buffarini, Emanuel Mas e incluso Franco Armani fueron los nombres más sonados en ese aspecto, pero cabe cuestionarse qué ocurrirá con todos ellos y si podrá mantenerse esta línea con una economía en caída franca.

River, por ejemplo, pagó 11,5 millones de dólares por Pratto, pero más grave aún mirando hacia el futuro es que tiene firmado abonarle un millón de euros si el equipo gana la Libertadores y 500.000 más si se consagra campeón de la Superliga 18-19. Centurión le costó 5 millones a Racing; Romero, 4,5 a Independiente; Armani y Bruno Zuculini, 4 cada uno también a River. Boca sumó 5 millones entre dinero en efectivo y condonaciones de deuda para quedarse con Bebelo Reynoso y debería abonar 18 millones si quisiera comprar el pase de Edwin Cardona, cuyo préstamo vence a mitad de año. Y así en un montón de otros casos.

Justamente en los gastos a futuro y deudas asumidas es donde residen los mayores temores, porque condicionarían cualquier movimiento que se pretendiera realizar. La cesión de Zárate a Vélez finaliza en junio, y ambos quieren continuar el vínculo. El Watford, dueño del pase, pide 1,7 millones de euros para cerrar el trato, y hasta hace un par de semanas la entidad de Liniers estaba dispuesta a pagarlo. ¿Mantendrá su postura si la devaluación del peso se profundiza o al goleador tendrá que volver a lnglaterra?

Las repercusiones de una debacle económica mayor se sentirían en cada rincón de la tesorería de los clubes. Menos ingresos por cuota social y venta de entradas, reducción de sponsors, tal vez necesidad de renegociación a la baja de lo que reciben por la televisación de partidos, teniendo en cuenta un imaginable descenso de abonados al pack codificado, achicamiento en lo relativo a la oferta de marketing, etcétera.

Pero además, también cabe esperar efectos dentro de la cancha. No solo porque emigrarían con más facilidad y dejarían de regresar los jugadores más aptos, sino porque en enero pasado la Superliga había notificado a los clubes participantes que a partir de abril entraba en vigencia el nuevo Reglamento de Licencias. En él se establece que no puede haber deudas impagas, ya sea dentro o fuera de las fronteras del país. De ponerse efectivamente en marcha esta norma, habrá más de un club que no pueda habilitar jugadores para la próxima temporada.

Si le sumamos que será más difícil sostener el buen estado de los terrenos de juego y las “comodidades” en los estadios tendremos un panorama más completo del fútbol que podremos “disfrutar” después de Rusia 2018, cuando retorne la competición local.

Los clubes, como cualquier persona o institución del país, se levantan cada día con un ojo en la cotización del dólar, algo que no es nuevo en la Argentina pero que no ocurría hace ya unos cuantos años. Tienen razones de sobra para estar preocupados.