De pronto, la mirada de los hinchas argentinos tuvo que girar hacia Mendoza. Allá, en la provincia pegada a la cordillera andina, un equipo que venía subiendo sin hacer ruido se convirtió de manera casi fantasmal en el gran enemigo de Boca para quedarse con el título de la primera Superliga de fútbol. Y todo el mundo empezó a preguntarse qué había hecho Godoy Cruz Antonio Tomba para aparecer trepado en la parte alta de la tabla cuando nadie lo había tenido en cuenta hasta hace un par de semanas.
En lo inmediato, la respuesta es muy simple: el equipo que dirige Diego Dabove -técnico debutante en Primera División que reemplazó al uruguayo Mauricio Larriera durante el receso de verano- suma seis victorias consecutivas en el torneo, y esos 18 puntos le han permitido descontar 12 de las 16 unidades que Boca le llevaba de ventaja en el momento de comenzar la racha.
Visto con mayor perspectiva, lo cierto es que el club bodeguero lleva varios años de progreso constante, por lo que su actualidad no debería sorprender tanto.
Nacido en 1930 de la fusión de dos clubes de los alrededores de la capital provincial, uno llamado Godoy Cruz y otro, perteneciente a la bodega Antonio Tomba, la entidad siempre estuvo a la zaga de los equipos más populares de Mendoza: Independiente Rivadavia, Huracán Las Heras, Gimnasia y Esgrima o San Martín. Hasta que a finales de la primera década de este siglo iba a empezar a cambiar su destino.
En 2006 obtuvo su primer ascenso a la máxima categoría y aunque descendió al año siguiente, en 2008 recuperó su posición y desde entonces lleva una década entre los grandes. En ese tiempo, Godoy Cruz se dio el gusto de disputar 3 Copas Libertadores (es el club del Interior con mayor número de participaciones) y 2 Sudamericanas. Finalizó tercero en los torneos Clausura 2010 y 2011, y estuvo a 90 minutos de meterse en la final del Transición 2016. Lo impidieron una derrota en el clásico cuyano ante San Martín de San Juan y el empate de San Lorenzo contra Banfield en la última fecha.
Pero además, los bodegueros han crecido en lo institucional, con la inauguración del predio de alto rendimiento de Coquimbito donde entrenan todas las categorías del club, y un crecimiento exponencial en el número de socios e hinchas a partir de su continuidad en Primera, sobre todo entre los más jóvenes.
En lo estrictamente futbolístico, y pese a manejar presupuestos modestos -el año pasado cerró su balance con 63 millones de pesos de superávit, contra los 407 millones de Boca, por ejemplo-, Godoy Cruz se convirtió en una fecunda cantera de talentos adonde despuntaron figuras que luego se consagrarían en los equipos grandes. En los últimos años, por ejemplo, fueron transferidos hasta 17 jugadores, por ejemplo Ariel Rojas y Carlos Sánchez (River), Diego Rodríguez Berrini y Leandro Fernández (Independiente) o Sebastián Torrico (San Lorenzo).
Tanto trabajo produce sus frutos. Dabove, que era el técnico de la Reserva, se encontró con una base de futbolistas que ya venía trabajando desde anteriores temporadas -Abecasis, Viera, Garro, Pol Fernández, el uruguayo Santiago Morro García, actual goleador del campeonato-, al que se agregaron jóvenes como Cardona, Verdugo o Elías que le han dado mayor versatilidad y contundencia al funcionamiento del equipo.
Ninguno de ellos tiene un nombre que llame la atención. Nadie le reclama a Jorge Sampaoli por su presencia en la selección en el próximo Mundial, pero dentro del parejo y mediocre nivel del fútbol argentino le alcanza y sobra para dar pelea . El objetivo sigue siendo volver a meterse en la Libertadores, pero como dijo el sábado Dabove, “si a Boca se le cae algo, trataremos de agarrarlo”. Por el momento, Godoy Cruz se puso a 4 puntos y faltan 16 por jugar. ¿Quién dijo que los milagros no existen?