Griezmann asusta al Barça
El francés marcó los cuatro goles y confirma que está en estado de gracia para la visita del domingo en el Camp Nou. El Leganés se fue diluyendo tras el 2-0.
Con la izquierda, de falta, de cabeza y hasta de semifallo para ser con la derecha. Griezmann ha sacado su capa y con ella apunta al Barça. Un Griezmann histórico. Un Barça que aún debe jugar, hoy, volver a distanciarse a siete puntos, pero hoy el Atleti duerme a cuatro. Un suspiro. Un partido y un poco más. Un partido que puede ser el domingo. El de ayer lo resolvió Griezmann. Y lo hizo en una noche que comenzó desapacible y más triste, mucho más, porque al fútbol desde el martes le falta Quini y el vacío que deja es inmenso. El Atleti no le dejó a la pelota que también añorara. En cuando rodó le puso velocidad y ocasiones. En minuto y medio Costa y Saúl habían disparados ya a portería y el Atleti asediaba, sin Gabi, pero Thomas al centro, con brújula y Koke de nuevo Koke, y cómo se nota la sabiduría con la que sale el balón de su pie cuando está bien.
Armado atrás, con punzón arriba y la chispa impredecible que es Griezmann con Costa, un Griezmann liberado, que sin presión sólo juega, como sabe, como le sale, historia en forma de goles de las botas, salió acosando al Leganés. Un Leganés que podía no jugar con Rubén Pérez o Siovas, por forzar amarilla el fin de semana pasado pensando en el que viene, pero es el Leganés, equipo de Garitano, equipo granítico. Replicó primero Guerro con un cabezazo de Guerrero peligroso pero alto y después de Eraso que se plantó solo en el área pero remató fuera por un poco. Se había quitado de encima el primer dominio del Atleti el Leganés pero en seguida, Griezmann, volvió a posarlo, por completo, sobre sus hombros. Fue después de una falta sobre Correa. La pidió el francés para enviarla en una parábola perfecta a la cruceta.
Un balón al larguero en el área de Oblak fue la respuesta. Lo envió Gumbau. Y el rechace de Pirés lo sacó Filipe bajo palos. Garitano mira a Simeone. Pisaba poco el área contraria, pero cada vez que lo hacía, al final de una contra, lo hacía firme, rozando colarle un gol al primer error.
Pero este lo cometió Mantovani, al que se le escapó Griezmann. Cuando se dio cuenta sólo vio agitarse su capa, por delante, ante Cuéllar, después de que Koke le enviara un balón de un taconazo tras una contra que nació en Correa. De un zurdazo lo envió a la red. Y sus manos a celebrar, simulando disparos tras correr al banquillo para abrazarse a Gabi, al cacpi. Pronto Cuéllar recibiría el segundo. Porque el francés volvería a pedirse una falta en la frontal y ya había fallado una, la que se había incrustado en la cruceta, y ahora envió un trallazo al mismo lugar pero más bajo, en el palo del portero, que apenas se movió. Garitano casi rompe el banquillo visitante de un puñetazo.
Metió tras el descanso a Mozo y Amrabat para ser más directo pero el partido sólo tenía una dirección, la que quería Griezmann. Y a su capa, de repertorio infinito, aún le quedaban dos trucos. El del gol de cabeza llegó después de un centro perfecto de Filipe. Tercero del partido, segundo hat-trick seguido, también su gol cien con la rojiblanca. Pero el balón le buscaba y aún habría un cuarto. Que Costa agarró un balón y lo envió al segundo palo para que el francés hiciera el cuarto, el póker, la historia. Lo celebró enviando un beso a la grada. Quizá a su hija Mia, a su mujer Erika, inspiración.
Simeone pudo guardarse a Thomas, pudo guardarse al francés y pudo guardarse a Costa, también mirando al Barça mientras Oblak cerraba el partido con una parada marca Oblak, que el Cholo tiene delantero y también portero. Y ahora el Camp Nou. Ese partido que dirimirá si esta Liga de verdad tiene emoción.