COPA DEL REY | REAL MADRID 89-UNICAJA 84
Un fantástico Campazzo mete al Real Madrid en las semifinales
El base argentino realizó un partido soberbio. Acabó con 18 puntos y 33 de valoración. El equipo blanco se medirá al Tenerife en semifinales.
Carlos Suárez, uno de los héroes del Sant Jordi, donde arrancó la era Laso en 2012 tuvo a su exequipo rodilla en tierra. Siete arriba (70-77) a menos de 500 segundos, pero la inercia y los rezos a los que aludía Plaza en la previa no bastaron. El Madrid remontó con Doncic en el banco y guiado por un sensacional Campazzo, MVP. Rudy y Thompkins fueron sus apoyos, más la imponente presencia de Tavares y el marcaje de Taylor a Nedovic. Los blancos estiraron el pecho hacia el cielo y cruzaron primero la meta. Orgullo y experiencia en estas lides.
Hubo desenlace apretado y hubo mucho más. De entre todas las claves posibles, nos agarramos a la más dudosa, incluso absurda. Póngase en situación: el Unicaja volaba sobre la pista en el segundo cuarto, con un Suárez desatado frente a Randolph, con Waczynski embocando triples en la cara de Doncic y con una defensa que no daba opción. El Real, aturdido, parecía acorralado detrás del triple. El rebote era malagueño y el parcial, también. Un abrumador 3-20. Del 31-23, tras muy buenos momentos de Causeur, al 34-43. El campeón sufría sobre la cancha y las aficiones rivales, todas reunidas en comunión, olieron la sangre y se arrancaron… "Era campo atrás, era campo atrás", corearon al unísono, en memoria de la acción de Llull. Y como entonces, el cántico tuvo efecto boomerang. De sarcástico y provocador a motivador para los de Laso.
Efecto boomerang
El efecto ponderable fue un arreón de 12-2 para alcanzar el descanso. Más allá de lo emocional, Campazzo empujaba la nave como Gulliver. Penetración, pase para el mate de Tavares y triple. Otro de Doncic y uno arriba al descanso pese a que el rival había lanzado seis veces más a canasta por su músculo reboteador.
La segunda parte fue un pulso durísimo en donde el Unicaja supo ceñirse al guión que traía de casa y no permitió rachas liberadoras. Limitó a Doncic, sometió a Carroll y puso el alma en cada rechace, en cada defensa. No había canasta fácil, nada fluía. A cuatro minutos para el final tocaba la gloria y Laso optó por sentar a Doncic. Ahí estaba Campazzo, que sentenció con un robo. Y Rudy. "Así, así gana el Madrid", escuchamos de cierre.