Y el Madrid fue el Madrid
Dobletes de Nacho, Bale y Cristiano. Modric completó la goleada. El Depor comenzó marcando y se hundió luego. Volvió Benzema entre pitos.
Regresaron la bbC (43 partidos y 277 días después), el Madrid supersónico y el Bale que fichó el club. En un esperado ejercicio de responsabilidad, el grupo de Zidane recuperó la verticalidad en la Liga y la intensidad en el juego. El gol que adelantó al Deportivo resultó esta vez insignificante. Apenas importunó el equipo de Cristóbal a un Madrid con mejor ánimo y con Bale cerca de su plenitud: disfrazado de exterior izquierdo reclama su papel como gran rematador.
A menudo la estética acaba siendo la primera víctima de la ética en tiempos de crisis. También en el Madrid. Los resultados exigían medidas excepcionales que se han quedado en una: sentar a Isco. La decisión, justo en el momento en que vuelve Benzema, suena a restauración inmediata de la bbC, con Mayoral como puente a la reinserción del francés. Ese guiño rupturista al canterano se acabará cuando Benzema coja velocidad de crucero.
Sin Isco el Madrid pierde vida interior. Así que ante el Deportivo todo sucedió por fuera, aunque con mayor vigor que en las últimas semanas, especialmente tras el gol de los gallegos, que dejaba al Madrid fuera de la Champions. Que una cosa es poner el foco en competiciones anaeróbicas como Copa o Champions y otras jugar con el pan del club.
El regreso al 4-3-3 hizo del Madrid un equipo más enérgico y más rápido, aunque no menos distraído atrás. Mientras intentaba averiguar cuánto duraría la resistencia de un Depor mejor amueblado delante que detrás se dejó un gol en una cadena de descuidos. Carvajal defendió mal un saque de banda (se quejó de una falta que no fue), Varane se olvidó de Lucas Pérez y Adrián puso otra vez al Bernabéu al borde del ataque de nervios.
Hasta entonces se había defendido aseadamente el Depor. A partir de ahí se abrió el apetito del Madrid y fue un coladero. La reacción del equipo de Zidane, en el que se aprecia un claro desdoblamiento de personalidad, fue tremenda. En cuatro minutos creó tres ocasiones, una de ellas en remate al palo de Marcelo. Y en los ocho siguientes hizo dos goles. El primero, de Nacho (que repetiría), en pared con Marcelo. La necesidad había llevado a atacar hasta con los reservistas. El segundo fue una rosca espectacular de Bale, pegado a la derecha, donde todo comenzó para él en el Madrid. El galés es permanente fichaje, que hace cabalgar a la afición siempre entre la expectación y la desilusión. Ahora anda la cosa en el primer estadio, porque con cuatro ratitos ya es pichichi del equipo en la Liga.
Modric, descansado, fue el permanente remolque de un equipo al que dio amplitud de miras por las bandas y buena ventilación en el centro del campo. Su efecto en el Madrid es siempre depurativo. También mejoraron Casemiro y Marcelo, que se dio un atracón, a veces injustificado, de centros al área, pero que desató un vendaval por su banda.
El Madrid, en la segunda mitad, aún se mantuvo durante algunos minutos en modo tornado, con un bombardeo sistemático sobre la puerta de Rubén que le llevó a completar la goleada, en cabezazo imponente de Bale y trallazo lejano de Modric. A partido resuelto llegó Benzema entre pitos. Ese crédito se le ha agotado a Zidane. Y hasta Cristiano fue capaz de suturar la herida firmando el doblete a los postres. Se le habían ido dos goles claros, como a Andone, pero llegó a tiempo de inscribir su nombre en el partido. El segundo le costó una brecha en la ceja. Así suele fijar Cristiano sus reuniones con el club.