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Las disculpas tardías de Sampaoli

Jorge Sampaoli tuvo una actitud repudiable contra un control policial la madrugada del domingo, quien le pidió, en cumplimiento de su deber y sin labrar un acta, que varios acompañantes desciendan de la camioneta que los trasladaba a un hotel en Casilda, ya que superaba el número de pasajeros permitidos: viajaban siete personas en el vehículo entre ellas el entrenador. Y antes de someterse a la ley, se descargó contra el agente de manera irrespetuosa: "Me hacés caminar dos cuadras, boludo. Cobrás 100 pesos por mes, gil”.

Su arrepentimiento ante la sociedad llegó de manera tardía: pasaron más de 24 horas hasta que esta mañana emitió un comunicado utilizando la web de la Asociación del Fútbol Argentino. Pero bienvenida sea su disculpa. Su lugar en la sociedad argentina, como entrenador de la Selección de Fútbol exige de él un comportamiento ejemplar. Le exige ser ejemplo de respeto por el prójimo y valores supremos en lo deportivo y en lo social.

El entrenador casildease había llamado esta mañana a Federico Censi (Secretario de Prevención y Seguridad Ciudadana de Casilda): "Ayer, a las 18, me llamó al celular pidiéndome disculpas, mostrándose arrepentido, diciendo que estaba muy bien lo que estábamos haciendo en materia de tránsito, que él se había enojado porque "se tenía que ir caminando”. La explicación que dio al titular de seguridad fue cuanto menos insólita e insuficiente; pero ero comprensible en un hombre que prefiere siempre al perfil bajo al barro meditático. Lo superó sin duda la situación y el despliegue que tuvo la noticia que lo tuvo como protagonista. También la critica de muchos argentinos. Los medios lo convirtieron en un escándalo, y para una persona no habituada a los escándalos saca de las casillas a cualquiera.

No creo que deba renunciar a su cargo de entrenador, como piden ya los oportunistas de siempre. Sampaoli es parte de una sociedad que no respeta ni al prójimo ni a la ley, menos a quienes la imparten. Porque, como dijo Censi, las agresiones a los agentes de seguridad son diarias por parte de los argentinos. No escapa el entrenador al desorden de esta Argentina que se debate entre fuerzas represivas de seguridad, y atenerse o no a la legalidad del órden democrático. Pero su lugar social le exige ser ejemplar y el respeto. El sabía de esa responsabilidad cuando aceptó el cargo de entrenador de la Selección Argentina de fútbol también que su hacer y decir iba a tener un peso social más gravitante que el del presidente de la República muchas veces. 

Hace bien en disculparse públicamente con agente de seguridad que cumplía con su trabajo dignamente, mostrando un sincero arrepentimiento. Y de paso aclarar que sus desafortunadas palabras fueron dichas con cierto exceso y que respeta y valora todas las profesiones sin importar su remuneración, y en especial las relacionadas al orden público, que marcan las normas de convivencia y de respeto de la sociedad argentina y también el cuidado. Es tardío, pero es un buen comienzo.