El Roma volverá a disputar un octavo de Champions tras dos años. Fue más sufrido de lo esperado, pero el conjunto italiano hizo los deberes y logró un objetivo que, en agosto, parecía hasta utópico. Nadie, entre los giallorossi, subestimaba a este Qarabag, que ya le jugó una mala broma al Atleti. Los italianos, quizás, respetaron hasta demasiado a los de Gurbanov en una primera mitad que empezaron jugando con un ritmo demasiado bajo. Al acercarse el descanso, los romanisti se despertaron, pero con poca puntería.
Cuando el miedo a un pinchazo absurdo empezaba a apoderarse del Olímpico, apareció Perotti: en el 53', un taconazo de Strootman libró a Dzeko, cuyo chut fue neutralizado por Sehic, pero el ex del Sevilla aprovechó el rechace y empujó el balón entre palos con la cabeza. A partir de entonces, los giallorossi trataron de quedarse en el área rival durante el mayor tiempo posible, pero justo un español, Michel, le dio un buen susto a los italianos con un testarazo tras un centro de Guerrier, pero su conclusión fue central y Alisson pudo atajarla sin problemas. Antes del pitido final, Kolarov y Dzeko tuvieron en sus botas el 2-0, pero fueron los azeríes a protagonizar una última jugada que no creó peligro, pero sí tuvo al Olímpico agobiado y pidiendo la hora.
No hubo sorpresa: Di Francesco y Monchi se llevaron los tres puntos y la satisfacción de ganar un grupo de la muerte, acabando por delante del Chelsea y eliminando al Atlético de Madrid. La nueva etapa de este Roma no podía empezar mejor.