¿Qué fue del 'Lechuga' Roa?
El argentino se convirtió en uno de los mejores porteros del mundo en el Mallorca, en donde se retiró durante un años por motivos religiosos. También superó un cáncerSorteo Champions League 2018 en directo
El de Carlos Roa es, sin duda, uno de los casos más especiales de la historia del fútbol. El guardameta argentino anunció, con 29 años y después de una temporada espectacular con el RCD Mallorca, su firme decisión de dejar el fútbol para convertirse en pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo día. Una temporada después regresaría a las filas del conjunto bermellón pero quedó para el recuerdo su año de parón por motivos religiosos en el que era el mejor momento de su carrera.
Nacido en Santa Fe, Carlos 'Lechuga' Roa dio el salto al primer equipo de Racing de Avellaneda, debutando en noviembre de 1988, con apenas 20 años. En 1994 firmó por Lanús, en donde empezó a hacerse un nombre entre los cancerberos más prometedores de Argentina. Allí logró la Copa CONMEBOL de 1996, en una de las mejores épocas del Granate.
Su gran labor bajo los palos le hizo cruzar el charco junto al que era su entrenador en Argentina, Héctor Cúper, rumbo al Mallorca para la temporada 1997-1998. No tardaron en triunfar, poniendo al club bermellón en el escaparate del fútbol europeo. En su primer año se quedaron a las puertas de ganar la Copa del Rey, cayendo en la final en los penaltis -él transformó uno de la tanda- frente al Barcelona, al que sí lograron derrotar en la Supercopa de España de la siguiente campaña, ganando ambos partidos y coronándose junto a los Ibagaza, Stankovic, Engonga y compañía. Ese mismo verano había defendido la portería de la Albiceleste durante el Mundial de Francia 98, jugando todos los partidos hasta que los de Daniel Passarella cayeron en cuartos ante Holanda.
Un año en blanco después, Roa regresó a los terrenos de juego tras acordar con el Mallorca que nunca jugaría un sábado, fuera cual fuera la importancia del partido. Tras su regreso nunca llegó a ser el mismo y acabó viéndose relegado al banquillo con la llegada de un joven Leo Franco. En 2002, tras finalizar su contrato, pasó a formar parte del Albacete en Segunda División. Se ganó de nuevo la titularidad y fue uno de los artífices del ascenso a Primera División... pero fue entonces cuando le detectaron un cáncer testicular.