¿Qué fue de Darío Silva? El genio díscolo que perdió una pierna y llamó 'nenaza' a Guti
El ex delantero uruguayo pasó por el Málaga y el Sevilla. Su carrera estuvo cargada de polémicas de un jugador que dejó huella en la liga española.
Darío Debray Silva Pereira (Treinta y Tres -Uruguay- 2-11-1972) es un personaje con biografía intensa y apasionante. Luchador, irreverente y con un físico privilegiado, dio el salto al fútbol europeo de la mano del Cagliari italiano. En esta ciudad de la isla de Cerdeña ganó fama de jugador molesto para defensas y árbitros. De ahí al Espanyol (1998) donde vivió un ejercicio sin pena ni gloria. Al año siguiente, los pericos se lo quitaron de encima y le colocaron en el Málaga (1999-2003) donde vivió su mejor época porque encontró su hábitat y un entrenador, Joaquín Peiró, que le sacó rendimiento a base de trato paternal, mano izquierda y perdonarle terceros tiempos indecentes.
Se tiñió de rubio para no parecerse a Catanha
Darío Silva había venido al Málaga como sustituto de Catanha, pichichi del equipo que traspasado al Celta por una cantidad récord: 13 millones de euros. Una de las primeras cosas que hizo fue teñirse de rubio. “Para no parecerme a Catanha” dijo. Confraternizó con el panameño Dely Valdés, con quien formó una mítica delantera que pasó a la historia del malaguismo como ‘La Doble D’.
Superdotado en el campo, no le gustaba entrenar. Espíritu libre, lengua viperina, avispa molesta para los defensas y amigo de Sergio Ramos con quien coincidió en el Sevilla: “Cuando empezaba le daba algunos consejos. Le llevaba a entrenar y le pagana la comida. Le dije que llegaría a la Selección”. Acertó de lleno. También anunció en 2004 la irrupción de una nueva estrella: Jesús Navas. “Cuando le vi entrenar por primera vez pensé que era un utillero. Pero le vi tocar el balón y pensé: ¡Ha nacido una estrella!”. Eso dijo.
Sus ausencias en los entrenamientos eran continuas
Los entrenamientos de los lunes eran memorables: ¿Dónde está Darío Silva? El parte oficial era el mismo: “Molestias musculares”. El martes igual. Y el miércoles. El jueves, suave carrera por la tarde. El viernes baño y masaje. El sábado entraba en la lista de convocados. El domingo jugaba y lo bordaba. Y el lunes… ‘lunitis’ (así bautizaron los periodistas de Málaga a sus ausencias porque el festival de los domingos no lo perdonaba).
Era evidente. Darío salía por las noches. Centro de Málaga, Fuengirola… ¡le daba igual! Fumaba como Santiago Carrillo y bebía tanto o más que Garrincha. Quien esto escribe un día se lo preguntó cara a cara al gran Joaquín Peiró. ¿Por qué le consiente a Darío Silva que no se entrene y hace la vista gorda con sus escapadas? Peiró respondió sin dudar: “¿Y qué quiere que haga? Es el mejor jugador que tengo”. Y era verdad. Darío Silva levantaba al público de sus asientos con su garra y pelea. Nunca daba un balón por perdido. Jamás se arrugaba con los grandes. En 2000 tardó ocho segundos en marcar al Valladolid lo que fue el gol más rápido de la historia de la Liga. Un récord que superó Joseba Llorente (Valladolid) en 2008 contra el Espanyol. El mérito de Darío fue el que el saque de centro lo realizó su rival. Robó el balón, se fue en eslalon y dejó para los archivos una maravilla.
Llamó "nenaza" a Guti para "picarle"
Un día formó uno de sus más recordados follones. Joaquín Peiró concentró a sus jugadores en el hotel Guadalmar, en las afueras de la ciudad, preparando un Málaga-Sevilla. Darío intuyó que no iba a jugar. Así que decidió escaparse y, con el chándal oficial, se fue de juerga. Ya de madrugada, Peiró se percató “¿Dónde está Darío?” Y llamó a su abogado, Francisco Del Pino, el hombre que llevaba sus asuntos, para exponerle la situación. Del Pino se puso a trabajar y localizó a Darío en la casa de una ‘amiga agradable’ tras unas horas desenfrenadas de loca juerga. “’El Negro’ está borracho como una cuba” se lamentó. Eran las siete de la mañana. “Dale café” respondió. Y sobre las ocho de la mañana, Del Pino se llevó a Darío de las orejas de vuelta al hotel. Allí. Sentado sobre un escalón, esperaba el paciente Joaquín Peiró con cara de pocos amigos. “Váyase a dormir” le dijo”. Eran las nueve de la mañana. A las 17:00 horas Darío jugó porque ese día Dely fue baja por gripe. Marcó un gol y fue el mejor. Ganó el Málaga por 3-2. Solo el fenómeno argentino José Manuel Moreno, genio de la célebre ‘Máquina’ del River hizo algo parecido en un partido jugado en Guayaquil (Ecuador )en 1947 había sido capaz de hacer un partido colosal tras una noche de fiesta tremenda donde fumó, bailó y se bebió hasta las copas de los árboles. Regresó de día, jugó y fue la estrella.
Darío era un provocador. O un agitador. En vísperas de un Real-Madrid-Málaga no se le ocurrió otra cosa mejor que llamar “nenaza” a Guti dejando con la boca abierta al imperturbable José Ramón De la Morena. “Lo hice para picarle” reconocería después. Es verdad. Le gustaba levantar polvareda. “Soy antimadridista y antibarcelonista” se jactaba.
Lopera le llamó "borracho"
Paco Casal, el superagente uruguayo, colocó a Germán Hornos, una prometedora estrella, en el Sevilla, pero impuso el fichaje de Darío Silva. El Sevilla pagó al Málaga 3,5 millones de euros por su compra. El día de su presentación en el Pizjuán Darío soltó esta perla: “He venido al primer equipo de Andalucía”. En Málaga se lo comían. Y Lopera, presidente del Betis, le llamó “borracho”. La tragedia vino después. Germán Hornos sufrió un terrible accidente de coche. Sobrevivió, pero su carrera futbolística se apagó para siempre. Los asuntos de Darío los llevaba el hombre de confianza de Casal, Daniel Delgado: “Al ‘Negro’ no le gusta el fútbol, prefiere los líos” llegó a decir el sacrificado Delgado. Como habrán deducido, ‘El Negro’ era su mote. Cuando se tiñó de rubio en Málaga se le conoció como ‘El Bombilla’.
Fue famosa su celebración de un gol contra el Deportivo levantándose la camiseta y dejando ver un eslogan del Partido Andalucista en plena campaña electoral. Otro follón. “No sabía que era esto. Una amiga me dio la camiseta y me pidió que festejara un golde esta manera” comentó sorprendido de la polvareda que se levantó. Faltó poco para que el caso llegase al Congreso.
Se iba de copas con Del Nido
Darío se introdujo en Sevilla, donde jugó dos campañas (2003-05) pero las cosas en lo deportivo no le fueron bien. “¿Quien es tu mejor amigo del equipo?”. Eso le preguntamos. La respuesta nos dejó fríos. “¡Del Nido!”. ¿El presidente?”. “Si. Nos vamos de copas juntos”. Pero su carrera se fue diluyendo. Con Uruguay no disfrutaba de un protagonismo soñado. Darío Silva fue internacional 46 veces anotando 14 goles.
En 2005 salió de Sevilla y se fue a Inglaterra. Pero en Portsmouth no triunfó. Su estrella declinó. Regresó a Uruguay y tras una noche agitada, un desafortunado accidente puso en peligro su vida. Las consecuencias fuero terribles porque perdió parte de su pierna derecha. Año 2006. Su optimismo ante la adversidad era tan grande que llegó a decir que se iba a preparar para competir con el equipo de remo de Uruguay para los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. No lo hizo pero por él no quedó. Se puso una prótesis y con ella ha podido jugar al deporte que ama.
Darío Silva reside en Montevideo pero siempre que puede se escapa por Málaga. Trabaja en la agencia de representación de René Ramos y está convencido de que Dely Valdés, que actualmente dirige el juvenil del Málaga, será el entrenador del futuro. Genio y figura, díscolo y generoso. Darío Silva dejó huella. En Málaga y Sevilla le recuerdan con cariño.
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