La historia del repartidor que le llevó churros a Leo Messi: “Todavía no me lo creo”
En su descanso en Rosario el astro argentino hizo un pedido y el cadete que se lo alcanzó vivió una experiencia que lo dejó “shockeado”.
Lionel Messi disfruta de sus merecidas vacaciones en familia y, como ya es costumbre, eligió su casa de Rosario, Argentina, para descansar junto a Antonela Roccuzzo y a sus hijos, Thiago, Mateo y Ciro.
Y con la simpleza que lo caracteriza a él y a sus allegados, el último miércoles Leo hizo un pedido de churros para pasar el día con sus seres queridos tomando mate y comiendo algo dulce.
El lugar elegido fue “La Churrería”, de Funes, a donde llegó la solicitud de 24 unidades de churros de dulce de leche, 12 de crema pastelera y 6 de Nutella.
El encargado de llevar el pedido fue Juan Pablo, quien si bien sabía que le tocaba hacer una entrega en el barrio privado “Kentucky”, no supo hasta que le abrieron la puerta del domicilio que los destinatarios de su paquete eran nada menos que Leo, Antonela y la familia Messi.
“Todavía no me creo lo que pasó. Al principio no quería ir a Kentucky ni a otros barrios privados, porque te hacen perder mucho tiempo en la entrada cuando te revisan y dije ya fue, y me iba quejando en la moto. Cuando llegué a la entrada había mucha gente, yo estaba con el pedido y pensé ‘¡qué lindo sería si lo cruzo a Messi”’, relató el joven de 21 años en Radio con Vos y detalló: “Cuando los de seguridad me atienden y les digo el lote a donde voy, me dijeron ‘viniste con suerte hoy, ¿sabés a la casa de quién vas? a la del campeón’. Pero, yo pensé que me estaban haciendo un chiste”.
Luego relató el momento en el que arribó a la propiedad del astro argentino. “Llegué y no podía creer dónde estaba. Toqué bocina y no salía nadie. Entonces, me bajé con el pedido y me acerqué. Ahí primero abrió la puerta el amigo de Messi y yo temblaba, tenía un nudo en la garganta y la voz quebrada”, contó.
“Estaba Antonela y el nene (uno de los tres hijos de Messi y Roccuzzo). Y yo saludé, no sé si era él, pero levanté la mano por las dudas. Fue todo muy rápido, yo no los quería molestar, les pregunté si me podía sacar una foto y me dijeron que estaba con los amigos”, detalló y cerró: “Yo estaba muy shockeado y cuando me fui me largué a llorar”.
Por su parte Sofía, dueña del local, contó en Estación Funes que “el cadete tardó casi 45 minutos en volver” y que “estaba casi temblando y llorando porque no podía creer lo que le había pasado”. Además, dijo que el joven le contó que “salió Antonela” y que el joven “le preguntó si la podía abrazar” y que ella aceptó y que luego, al ver su llanto, “aparece Mateo corriendo y le dijo ‘pues tío, ¿qué pasa?’ y lo abrazó”.