Nunca den por muerto a Argentina
El reloj marcaba 64 minutos. Los corazones argentinos latían fuerte, pero con cierto temor. El nivel del equipo crecía, pero parecía no alcanzar. El empate parcial en cero ante México complicaba el futuro y las calculadoras cada vez tenían más actividad. Argentina hipotecaba su futuro mundialista y parecía revivir las pesadillas del 2002 y el 2018.
Sin embargo, Ángel Di María encontró a Leo Messi en la zona de medialuna. El número 10 recibió, controló en un toque, frotó la lámpara y sacó un zurdazo que se coló pegado al palo izquierdo del arco defendido por el “Memo” Ochoa. El festejo de cara a su gente, que volvió a copar el Estadio Lusail, con los puños bien apretados refleja el sentimiento y el desahogo de un plantel que recibió una piña, cayó a la lona, pero se levantó como los grandes peleadores.
El derechazo de Enzo Fernández, una de las revelaciones en lo que va del Mundial, sirvió para decorar una fiesta albiceleste en Doha, Qatar, y llenar de confianza la mochila de cara al partido del miércoles contra Polonia. Con un triunfo, el campeón de América se meterá en octavos de final sin depender de nadie.
El mensaje para lo que viene es el mismo de siempre: nunca, jamás, se animen a dar por muerto a un grupo que logró volver a caminar de la mano junto a su hinchada. Pueden faltar muchas cosas, menos tripa y corazón para ir por el gran sueño.