RIVER PLATE
Un golpe duro, pero a tiempo
River la pasó muy mal en Brasil y la goleada sufrida frenó su curva ascendente. La revancha para levantarse desde lo anímico está a la vuelta de la esquina.
El golpe de realidad que sacudió a River en el Maracaná llegó quizás en el peor momento del semestre. Cuando el equipo de Martín Demichelis lucía confiado y confiable, se encontró con un Fluminense que le asestó cinco golpes y lo dejó muy lastimado de cara al Superclásico.
Los factores que incideron en la catástrofica derrota en Brasil fueron muchos: hubo un exceso de confianza en la búsqueda del entrenador en el complemento, la expulsión de Leandro González Pírez condicionó sus planes y a eso se sumaron el gran presente del rival y un arbitraje localista de Esteban Ostojich.
Más allá del contexto, el Millonario cometió un error imperdonable en la Copa Libertadores, que le servirá como aprendizaje sólo porque todavía transita la Fase de Grupos: se fue mentalmente del partido ante la adversidad y para colmo contra un oponente de jerarquía. Todo lo que sucedió después del 2-1 pareció transcurrir en una nebulosa temporal que confundió a los visitantes y los hundió en un resultado que movió los cimientos que había costado varios meses levantar.
La osadía de Micho, que le había dado buenos dividendos en compromisos anteriores, esta vez lo expuso y la facilitó la tarea a un Flu que desplegó su mejor versión cuando detectó la laguna anímica y el desconcierto de los líderes del fútbol argentino.
Curiosamente, el factor común en los tres partidos de River en el certamen continental es la inconstancia y el nerviosismo. En todos tuvo momentos de empuje y mostró actitud para ir al frente, pero también le faltó aplomo, paciencia y dio ventajas en el retroceso por las que recibió 10 goles que ya lo ubican como el equipo con la valla más vencida de la Copa.
La buena noticia de la jornada fue el triunfo de Sporting Cristal sobre The Strongest, que deja a los de la Banda Roja dependiendo todavía de sí mismos: con 9 puntos más tendrán la clasificación garantizada, pero es muy probable que la consigan también con 7 e incluso podrían hacerlo con otras 6 unidades.
En el horizonte asoma el Superclásico, con solo cuatro días para apuntalar cuestiones tácticas y sobre todo psicológicas. El plantel llega golpeado y otra derrota podría convertir un tropiezo en una caída libre. En contraposición a esto, el duelo con Boca también aparece como una oportunidad única para reponerse enseguida del cachetazo sufrido en Río de Janeiro.
Tal vez no era la realidad riverplatense la de los triunfos holgados del torneo local, así como tampoco lo es esta frustrante excursión que implicó un retroceso severo en el progreso de un esperanzador proyecto incipiente.
Para demostrar que ya está apto para partidos grandes, este River en formación debe ser competitivo en este tipo de escenarios. Anoche falló, pero el domingo tiene revancha.
“Nos vamos a acomodar enseguida. Nos vamos a levantar en lo anímico para llegar bien, no tengo ninguna duda”, sentenció Demichelis. Su primera prueba de fuego no salió como esperaba, aunque tiene a qué a aferrarse para volver a creer que eligió el camino correcto. En Núñez, donde reinaba la ilusión, hoy sólo se mastica bronca, un sentimiento ingrato pero que bien canalizado puede ser el combustible para la redención.