River se juega su última carta en 2022
El Millonario se despidió del campeonato contra Talleres porque jugó mal como en buena parte de la temporada. La Copa Argentina es ahora el único objetivo que le queda.
La caída de River contra Talleres en el Mâs Monumental podría explicarse como una de esas tardes en las que la mano viene torcida y las cosas no salen a pesar de la perseverancia. O podría también utilizarse como excusa válida que al plantel de Marcelo Gallardo le faltó la mitad de sus habituales titulares entre lesiones, suspensiones y convocatorias internacionales.
Sin embargo, el análisis más profundo debe trascender al partido de este sábado y abarcar toda una temporada en la que se vio un claro retroceso desde lo futbolístico con respecto al esperanzador cierre de 2021 con los títulos de la Liga Profesional de Fútbol y el Trofeo de Campeones.
Objetivos perdidos
Los tropiezos fueron diferentes pero similares, desde la noche olvidable contra Tigre por la Copa de la Liga en el primer semestre, pasando por los dos Superclásicos perdidos y la eliminación de la Copa Libertadores en manos de un discreto pero esforzado Vélez, hasta las recientes derrotas que sepultaron la ilusión en el Campeonato de Primera División.
En todo ese proceso, el denominador común fue que el Millonario siempre estuvo buscando el equipo y la forma, como si en enero, con la llegada de refuerzos para lograr un salto de calidad, se hubiera borrado de un plumazo todo lo positivo que se había construido en los meses anteriores de cara al inicio de un nuevo camino en el plano continental. River arrancó el año casi con el mismo grupo de futbolistas que había dado la vuelta olímpica en noviembre -a excepción de Fabrizio Angileri y Benjamín Rollheiser que quedaron relegados por cuestiones contractuales-. Aún así, su progreso posterior al cachetazo de Atlético Mineiro volvió a fojas cero y nunca pudo ensamblarse para funcionar como el DT pretendía.
Un verano con bajas importantes
Con el transcurrir de la competencia, aparecieron nuevos obstáculos: la grave lesión de Robert Rojas, las salidas de los irreemplazables Julián Álvarez y Enzo Fernández, otras ausencias temporales por cuestiones físicas o por convocatorias internacionales. Pero el principal problema fue siempre que los de Núñez no se hallaron como en otras etapas del ciclo del Muñeco. No solo costó a lo largo de 2022 repetir una formación, sino incluso utilizar en tres o cuatro encuentros consecutivos el mismo esquema. Casi todos los futbolistas en algún momento fueron relegados al banco de suplentes por bajo rendimiento. Los que no, cumplieron diferentes funciones o incluso ocuparon distintas posiciones en la cancha.
El conductor, con su templanza característica y la intención de bajar un mensaje positivo, pidió primero paciencia y comprensión en función de los períodos de adaptación necesarios, luego le sumó una sana autocrítica y, ya en los últimos tiempos, admitió que la irregularidad fue una constante en el año. Los objetivos ambiciosos que se habían planteado inicialmente fueron quedando atrás: primero el sueño de volver a ser campeón de América, luego los dos torneos locales en disputa, por último los partidos con Boca de local y de visitante.
Última carta
A la vuelta de la esquina, aparece todavía una opción para aprobar lo que por ahora se perfila como un aplazo. El posible cruce contra el Xeneize en semifinales de Copa Argentina (si ambos se clasifican) le daría otra chance de salvar el año a un equipo que nunca terminó de convencer.
El tiempo de balances, la búsqueda de porqués y el reparto de responsabilidades llegarán recién en el largo receso que se avecina. Ante Patronato en La Rioja, River tendrá otro desafío clave, de esos que no le vienen sentando bien, pero en el que esta vez tratará de dar el presente como acostumbró a sus hinchas en la última década. Aunque pueda parecerlo, nunca es tarde para recuperar ese fuego sagrado.