Muere Maradona a tan sólo un mes de cumplir 60 años. Seis décadas de pura pasión por el fútbol cargadas de gambetas, patadas, adicciones y polémicas que han definido a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.
Diego Armando Maradona siempre será uno de los grandes jugadores de la historia del fútbol. En medio de la eterna discusión sobre si Pelé fue el mejor o si Leo Messi ha conseguido superarle, 'El Pelusa' cumplió 60 años el 30 de octubre de 2020 y hoy, apenas un mes después, su corazón ha dejado de latir para siempre. Seis décadas de pasión por el fútbol y de lucha constante contra su adicción a las drogas y la corrupción en las altas esferas de este deporte que se apagan dejando huérfanos a los aficionados del fútbol mundial.
Historia viva del balompié, Maradona deja huella allá por donde pasa. El 'D10S' de los argentinos nació al fútbol con apenas 16 años en Argentinos Juniors. Aquel pibe de llamativa cabellera, un potrero sinigual que llevaba la pelota pegada al pie, se convirtió en ídolo mundial tras tocar el cielo con su Mano de Dios en el Estadio Azteca en el Mundial de 1986. Sus hazañas con la Selección, Boca Juniors y Nápoles le encumbraron, pero en Barcelona y Sevilla no logró encajar.
21 años de carrera como jugador y varias experiencias como entrenador después, selección argentina incluida, ha conseguido encontrar la estabilidad y alcanzar la felicidad como ténico de Gimnasia y Esgrima La Plata, donde ya es considerado un auténtico rey.
Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre de 1960 en Lanús, aunque desarrolló toda su infancia en Villa Fiorito, localidad ubicada en el primer cordón de la zona sur del conurbano bonaerense. Fue el quinto hijo de los ocho que tuvieron Diego Maradona y Dalma Salvadora Franco, un matrimonio humilde que vivía en una de las zonas más pobres de la ciudad. Su madre, más conocida como Doña Tota, fue clave en su carrera. Gracias a ella, que luchó sin descanso por el bienestar de su hijo hasta su fallecimiento en 2011, Diego consiguió dejar atrás el mundo de las drogas y salir adelante. Maradona, de ascendencia gallega, croata y argentina, creció con una pelota pegada a los pies. Su primo le regaló su primer balón de fútbol cuando tenía tan sólo tres años y cuentan que el pequeño Diego durmió con él durante casi seis meses para evitar que se la robaran. Su vocación como futbolista siempre fue ofensiva, lo que le gustaba era gambetear y que "la pelotita entrara en el arco".
Maradona jugó durante su infancia en un potrero de Fiorito llamado Las Siete Canchitas, pero su primer contacto serio con el fútbol fue en 1969, cuando realizó las pruebas para integrar las divisiones inferiores de Argentinos Juniors. Conocido como ‘Semillero del Mundo’ por la gran cantidad de jugadores internacionales que han surgido de sus divisiones inferiores, el conjunto del barrio de La Paternal de Buenos Aires fue el que dio la primera oportunidad al pequeño Maradona, que entonces tenía apenas 9 años. A la prueba lo acompañó Goyo Carrizo, un amigo de Villa Fiorito. Ambos fueron las figuras del entrenamiento dirigido por Francisco Cornejo, al que se le considera el descubridor de Maradona. Cornejo decidió llamar a aquella generación de 1960 ‘Los Cebollitas’, según confesó años después, porque "eran todos chiquititos", y hoy ya forma parte de la historia del fútbol mundial por haber sido la cuna de uno de los jugadores más importantes de este deporte.
El 28 de septiembre de 1971, con sólo diez años, el nombre de Diego Armando Maradona apareció por primera vez en la prensa. "Había un pibe con porte y clase de crack", decía un artículo de Clarín, que por una confusión lo llamó 'Caradona'. Ya entonces a Maradona se le conocía como 'El Pelusa' por aquella frondosa y prominente melena que le caracterizó durante los mejores años de su carrera. "Cuando nací tenía pelos por todos lados, entonces me pusieron así", comentó en la entrevista con TyC Sports sobre el origen del apodo que le ha acompañado toda su vida. 'Los Cebollitas' se hicieron famosos en toda Sudamérica después de lograr un invicto de 136 partidos y ganó los Juegos Nacionales Evita y el campeonato de Octava División en 1974, además de la Novena División. Mientras despuntaba con ‘Los Cebollitas’, Maradona se dedicaba a hacer malabares con la pelota en los descansos de los partidos de Argentinos Juniors y se hizo conocido entre la afición del Bicho, que también pudo verlo en uno de los programas de televisión con más audiencia de la época, 'Sábados Circulares', presentado por Pipo Mancera.
Ya con 14 años, Maradona consiguió un lugar en las categorías inferiores de Argentinos Juniors y a pocos días de cumplir los 16 debutó en Primera División. El 20 de octubre de 1976, Diego Armando Maradona saltó al césped con el dorsal 16 en sustitución de Rubén Aníbal Giacobetti en un partido ante Talleres de Córdoba y se convirtió, en aquel momento, en el jugador más joven de la historia en estrenarse en el campeonato local argentino (récord que actualmente ostenta el Kun Agüero, que debutó con Independiente con 15 años, 1 mes y 3 días). Su equipo se fue derrotado 1-0, pero Diego fue el chico más feliz del mundo. "Ese día toqué el cielo con las manos", recuerda. Sus primeros goles fueron el 14 de noviembre de ese mismo año. Maradona marcó un doblete contra San Lorenzo de Mar del Plata y se metió a la hinchada de La Paternal en el bolsillo.
Ganarle a River es como que tu mamá te venga a despertar con un beso a la mañana
Si él es Beethoven, yo soy el Ron Wood, Keith Richards y Bono del fútbol, todos juntos. Porque yo era la pasión del fútbol, sobre Pelé
¿Cómo hice el gol? Lo hizo la mano de Dios
Les ofrezco mil disculpas a los ingleses, pero volvería a hacerlo. Les robé la billetera sin que se dieran cuenta
Miren que me han puesto apodos pero 'Pelusa' es el que más va conmigo porque me devuelve a la infancia en Fiorito
Si me muero, quiero volver a nacer y quiero ser futbolista. Y quiero volver a ser Diego Armando Maradona
El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. Yo me equivoqué y pagué. Pero, la pelota... la pelota no se mancha...
Maradona disputó un total de cinco temporadas con la camiseta de Argentinos Juniors, logrando 116 goles y 65 asistencias en 166 partidos. Fue el máximo goleador de los torneos Metropolitano 1978, Metropolitano y Nacional de 1979 y Metropolitano y Nacional de 1980, y es el único jugador que ha conseguido consagrarse máximo artillero del torneo en cinco ocasiones. Gracias a sus goles, Argentinos logró su primer subcampeonato en 1980 (el ganador fue River) y Diego se puso en el radar de Menotti para la Selección, con la que debutó en 1977.
Una de las grandes anécdotas del paso de Maradona por Argentinos Juniors fue en un enfrentamiento con Boca Juniors el 9 de noviembre de 1980 en el que 'El Pelusa' salió ovacionado por primera vez al grito de "¡Maradó, Maradó!". En los días previos al encuentro, que se disputaría en la cancha de Vélez para definir la Copa de Buenos Aires, Hugo Orlando Gatti, más conocido como el 'Loco' pronunció unas palabras que no hicieron otra cosa que motivar a Maradona. Con apenas 20 años, Diego ya era toda una figura del fútbol local y pocos se atrevían a cuestionar su calidad. Uno de ellos fue Gatti, que dijo que a Maradona "lo estaban inflando los periodistas" y que acabaría convirtiéndose "en un gordito". Lejos de achicarse, Maradona contestó al entonces portero de Boca dejando claro que nadie le iba a pisar: "Más que un problema de locura es un problema de celos. Para mí era un gran arquero pero ya no es nadie, le hacen goles estúpidos. Se mete conmigo por envidia", dijo el jugador de Argentinos Juniors. Jorge Cyterszpiller, amigo y representante de Maradona, le sugirió que para cerrar la polémica la hiciera dos goles, a lo que Diego contestó "No, Jorge, no. Dos no. Le voy a meter cuatro". Y así fue. Argentinos se impuso a Boca por 5-3 con cuatro goles de Diego Armando Maradona, que se cobró su venganza de Gatti -con quien luego compartiría vestuario- con creces. Ese día comenzó a forjarse la leyenda de Maradona y su historia de amor con la afición xeneize, que lo despidió entre aplausos.
Después de rechazar ofertas de clubes como América de Cali o Sheffield United e incluso de River Plate y Barcelona, equipo con el que terminaría jugando después, Maradona abandonó La Paternal para poner rumbo a Boca Juniors, el club en el que soñaba jugar. Diego firmó un 20 de febrero de 1981 y debutó tan sólo dos días después. Y lo hizo por todo lo alto. El Xeneize derrotó a Talleres por 4-1 ante una Bombonera llena hasta la bandera con un doblete de penalti de Maradona, que jugó aquel partido infiltrado después de unas molestias que arrastraba del último entrenamiento con Argentinos. Era tal la ilusión del jugador de 20 años que siguió forzando durante varias jornadas hasta que el 8 de marzo sufrió un pequeño desgarro y tuvo que estar fuera de los terrenos de juego algunas semanas.
Pero el '10' se recuperaría a tiempo para su gran presentación con la camiseta azul y oro. El 10 de abril de 1981, Diego Armando Maradona jugó su primer Superclásico contra River Plate. Fue un viernes noche en la Bombonera. Llovía sin descanso y el campo estaba embarrado. En juego estaba la décima jornada del Torneo Metropolitano, pero un Boca-River nunca son sólo tres puntos. Boca ganó 3-0 con un doblete de Brindisi y uno de Maradona, uno de los goles más importantes de su carrera. "Centro de Córdoba desde la derecha, Diego la bajó, gambeteó a Fillol y definió con el arco a su merced", relataban los comentaristas del partido. La Bombonera estalló de alegría y Maradona se consagró como ídolo xeneize.
Su primera etapa en Boca fue excepcional. Una vivencia extraordinaria. Fue un año de ganar todo. Sus compañeros se asombraban con los movimientos que hacía en la cancha
Horacio Bongiovanni
Sus inicios en Boca no fueron fáciles. Su relación con Silvio Marzolini, entonces entrenador del club, no era muy buena. El técnico le exigía cumplir con ciertas dinámicas con las que Maradona no estaba de acuerdo, algo que le persiguió durante toda su carrera con la mayor parte de entrenadores que ha tenido. A Diego le gustaba mucho ir por libre. Tenía un talento natural que no necesitaba ser ejercitado de la misma forma que la mayoría de compañeros, pero sí precisaba de cierta disciplina que le habría evitado males mayores en el futuro. Aún así, su forma de ejercitarse sobre el verde llamó la atención de todos sus compañeros. "Su primera etapa en Boca fue excepcional. Una vivencia extraordinaria. Fue un año de ganar todo. Sus compañeros se asombraban con los movimientos que hacía en la cancha. No lo hacía cualquiera. Sólo los genios lo podían llevar a cabo. Se maravillaban con la manera de entrenar. Diego se ubicaba detrás de los arcos y le pegaba con ciertos chanfles, con la parte interna y externa del botín, y metía la pelota adentro del arco", relataba Horacio Bongiovanni, ayudante de campo de Marzolini.
Además de este tira y afloja con su técnico, estaba la presión de la barra brava de Boca, que exigía resultados de forma inmediata incluso con incursiones armadas lideradas por 'El Abuelo', la cara más reconocible, y con el que Diego se enfrentó. Y tampoco empezó con buen pie con algunos de sus compañeros. En marzo de 1981, al poco tiempo de llegar al equipo, en el descanso del partido contra Newell’s entró furioso al vestuario, insultó a todos, tiró la camiseta al suelo y dijo "Yo no juego más porque amagan con pasarme la pelota y no me la dan", mientras amenazaba con abandonar el club. Maradona pensó que sus compañeros le hacían el vacío y José María Suárez y Vicente Pernía, defensas xeneizes en aquel momento, tuvieron que explicarle lo que significaba haber pisoteado la camiseta. "La camiseta de Boca no se tira al suelo. Es una falta de respeto. No te la pongas porque la tiraste y no vas a entrar. La próxima vez te golpeamos". Diego pidió explicaciones para entender por qué no se la pasaban y le respondieron: "Mirá que nosotros conocemos a La 12 (hinchada de Boca) mejor que vos y no te damos la pelota porque siempre estás con una marca encima. Y si te la quitan, te van a insultar de los cuatro costados del estadio. Es para protegerte", cuenta el Colo Suárez. Maradona les pidió disculpas: "A mí denme la pelota siempre que si me insultan me la banco". Finalmente, el '10' disputó el segundo tiempo e hizo un gol y el partido terminó empate a dos.
Pese a todos estos problemas, Maradona logró adaptarse y conquistó el Metropolitano de 1981, el primer y único título que logró en el fútbol argentino. No le faltó épica al triunfo final, pues en la penúltima fecha del campeonato Boca tuvo la posibilidad de obtenerlo si ganaba a Rosario Central en el Gigante de Arroyito, pero Maradona falló un penalti y el conjunto canalla se impuso 1-0 dejándolo todo abierto para la última jornada. Al Xeneize le bastaba empatar contra Racing en La Bombonera para ser campeón y así sucedió. Diego abrió el marcador desde el punto de penalti y Roldán empató para la Academia en el minuto 88 de un partido que acabó con cinco expulsados. Boca terminó un punto por encima de Ferro Carril Oeste, su gran perseguidor, y conquistó su vigesimoprimer campeonato local.
Boca Juniors afrontaba una gran crisis económica durante la llegada de Maradona y tuvo que disputar muchos amistosos para poder mejorar su situación. De hecho, el propio Diego ayudaba con fondos de su bolsillo. Fue el único futbolista de la plantilla que iba a La Candela, la ciudad deportiva del club, a visitar a los chicos de las categorías inferiores. Les llevaba obsequios y donaba dinero a la dirigencia para comprar alimentos, botines y equipaciones para que pudieran entrenar. Por el desgaste de los amistosos, Boca no pudo realizar una buena actuación en el Campeonato Nacional de 1981 y cayó en cuartos de final frente a Vélez Sársfield. El 6 de febrero de 1982, Maradona disputó su último partido con la azul y oro, un Superclásico contra River que acabó en derrota y finalizó su primera etapa en La Ribera con 28 goles y 17 asistencias en 40 partidos.
El fichaje de Diego Maradona por el Barcelona se cerró un 28 de mayo de 1982 en Buenos Aires. Una expedición del Barça, encabezada por el presidente, Josep Lluís Núñez, había aterrizado en Ezeiza para una operación relámpago que había que rematar con Argentinos Juniors y Boca. A Núñez le acompañaban Joan Gaspart y Joan Ignasi Brugueras, 'súperabogado' para grandes fichajes. Josep Maria Minguella, histórico agente que hacía de puente en la negociación después de cinco años de arduo trabajo. Era su primer gran fichaje. "Negocié el fichaje de Maradona con una pistola encima de la mesa", dijo Minguella sobre la incorporación del Diego al Barça. "A Diego lo descubrí muy joven y casi por casualidad. Era tan bueno que se lo ofrecí al Barça: concretamente a su gerente, Jaume Rosell, padre de Sandro. El club, entonces presidido por Montal, lo descartó. Sólo tenía 16 años, y entendí que no apostaran por él en aquel momento convulso. Dos años más tarde, comenzaron las negociaciones de verdad, que se cerraron en 1980 tras un largo proceso. Todo estaba atado, pero al cabo de 15 o 20 días me llamó Julio Grondona, el presidente de la AFA. Había problemas con el tránsfer, me dijo, y tuve que volver a Argentina", relataba a Sport.
El 27 de julio, después de sus vacaciones tras el fracaso con Argentina en el Mundial 82, Maradona llegó a Barcelona para presentarse con el resto de la plantilla. El 4 de agosto, debutó con la camiseta del Barça en partido amistoso. El club azulgrana estaba de stage en Papendal (Holanda) y se desplazó a Alemania para medirse al S.V. Meppen. Ganó 0-5 y la atracción, cómo no, fue Maradona. Después de perderse el Teresa Herrera, Maradona jugó en Mallorca su primer partido en territorio español como futbolista del Barça. El Barça ganó 1-2 y parecía preparado para el Gamper, pero el estreno de Maradona ante el 'soci' resultó decepcionante. El Barça cayó en las semifinales por penaltis ante Internacional de Porto Alegre. El conjunto azulgrana jugó el tercer y cuarto puesto ante el Colonia y, al fin, Maradona marcó su primer gol en el Camp Nou. El Barça volvió a perder y la afición se impacientaba. Núñez, sin embargo, estaba tranquilo: "Maradona me ha convencido". Pero las cosas no marchaban.
Deportivamente, Maradona tuvo pocos episodios memorables como jugador del Barça. Apenas ganó tres títulos (Copa, una Supercopa que no jugó y una Copa de LaLiga). Suele recordar con mucho cariño el barcelonista el gol que marcó en el Bernabéu en la Copa de LaLiga, pero uno de los días que Maradona no podrá olvidar jamás fue el 20 de octubre de 1982, cuando las casi cien mil personas que llenaban el Pequeño Maracaná de Belgrado, y que celebraban con pasión balcánica ese día la liberación de la capital yugoslava en la II Guerra Mundial, se pusieron en pie para aplaudir el partido que jugó Maradona ante el Estrella Roja y, sobre todo, su histórico gol: la vaselina de Dios en Belgrado. Maradona se deshizo de sus dos marcadores, Jovin y Rajkovic, y condujo el balón con su maestría habitual y ese estilo tan memorable, hasta llegar al semicírculo del área. Entonces, vio algo adelantado a Stojanovic y le colocó el balón por arriba. Pero revisiten el vídeo. No es una vaselina más. En una distancia cortísima, el balón coge una altura inaudita en ese arte del juego. Seguramente, el mejor gol que marcó como jugador del Barcelona. "Ciertamente es uno de los goles más bonitos que he marcado en mi vida, sólo comparable a uno que conseguí con Argentina ante una seleccción del resto del mundo. Agradezco a la afición de Belgrado su comportamiento", aseguró aún sudoroso después del partido. En la capital serbia todavía se habla de aquel gol, que el diario Politika resumió como "perla preciosa". Otros tiempos en la antigua Yugoslavia.
Futbolísticamente, ya es bien conocido que los 700 días de Maradona en el Barça estuvieron marcados por una misteriosa enfermedad y por la lesión sufrida después de una escalofriante entrada por detrás de Andoni Goikoetxea, central del Athletic. El argentino sufrió "una fractura del maleolo peroneal del tobillo izquierdo, con desviación. Arrancamiento del ligamento lateral interno con desgarro", según los informes médicos. El Barça ganaba 2-0 al inicio de la segunda parte en el Camp Nou, pero las cosas estaban feas entre Barça y Athletic y en el minuto 55, Goikoetxea cazó a Maradona, que fue retirado en camilla en mitad del silencio atemorizado del Camp Nou, que contenía la respiración. El Barça ganó 4-0, pero la realidad del partido ya se jugaba en las entrañas del estadio. El jugador, mareado, fue trasladado a una clínica para ser intervenido. Mientras, Clemente dijo en la sala de prensa que estaba "orgulloso" de sus jugadores ante las preguntas agresivas de los periodistas y pidió respeto para Goiko, "reconocido defensa internacional". Menotti atacó con dureza: "Deberá morir alguien para que algo cambie". Y Casaus, el "padre deportivo" de Diego, atacó con dureza a Goikoetxea: "Primero mandó al quirófano a Schuster y ahora, a Maradona. Hemos de hacer algo o mataremos el fútbol". La operación de Maradona, practicada por el doctor González Adrio, duró un par de horas. "Hagan lo que quieran conmigo, pero quiero volver", dijo el argentino. A Diego se le diagnosticaron no menos de cuatro meses de baja, pero el 8 de enero ya estaba jugando. Fue contra el Sevilla y con goles, para el delirio del Camp Nou.
Maradona se tomó su pequeña revancha el 29 de enero. Recuperado, marcó los dos goles que tumbaron al campeón de Liga (1-2). Uno de ellos, de cabeza en un córner. Una rareza que dolió en el Athletic. Pero Maradona acabó el partido indignado. "Nunca voy a poder perdonar a Goikoetxea. Alentaba a sus compañeros a que me pegara; me decía que no me podía dar porque tenía toda la prensa a favor y por eso que fueran los otros los que me cazaran". Aquel partido dejó muchas heridas. Y faltaba la final de Copa. Había cuentas pendientes entre Barça y Athletic... El 5 de mayo de 1984, Maradona empezó a escribir el principio de su fin en el Barça. La salvaje final de Copa que conquistó el Athletic con gol de Endika, terminó como el rosario de la aurora, con Maradona dando patadas karatekas. Una lluvia de objetos le despidieron antes de entrar en el túnel de vestuarios del Bernabéu. Maradona no pidió perdón. Dijo que no se arrepentía de nada y que volvería a San Mamés cuando tocase. Pero Maradona ya no estaba pensando en volver. Czysterpiller le había encendido la bombilla del traspaso y a Núñez empezaba a molestarle el argentino. Con el adiós de Menotti y la llegada de Venables en la cabeza, las piezas iban encajando en el puzzle.
Catalunya es un gran lugar para vivir..., menos para un futbolista
Mientras se cocía la sanción de tres meses por los incidentes de la final de Copa, Maradona había elegido su destino. Iría a Italia, por entonces la mejor Liga del mundo con diferencia. El 20 de junio, después de un viaje relámpago a Argentina (sólo estuvo día y medio) para ver a su familia, Maradona llegó en pie de guerra a Barcelona. Había conocido que Núñez le había abierto un expediente por unas declaraciones anteriores en las que criticaba al presidente. Todo estaba roto entre Maradona y el Barça. Después de varios días de negociaciones, el 30 de junio, último día para la inscripción de jugadores extranjeros en Italia, Diego Maradona se convirtió en jugador del Nápoles.
En la ciudad italiana, aficionados del club partenopeo habían llegado a encadenarse en las oficinas del club para que Ferlaino cerrase la operación y Maradona esperó a que el trato estuviese cerrado para hablar. "Catalunya es un gran lugar para vivir..., menos para un futbolista", llegó a decir. También que se sentía como "un bebé recién nacido" y que, al fin, había roto las cadenas. Maradona fue una historia incompleta en el Barça.
A mediados de los 80, el Nápoles era un equipo que peleaba cada temporada por estar en mitad de tabla, sin grandes aspiraciones. Pero llegó él, el ídolo Maradona, al que se aferraron, y cambió la historia del club. 'El Pelusa' dejó una huella imborrable en la ciudad italiana, y aún hoy es posible ver el rastro que dejó en murales y rincones de Nápoles. Después de dos años sin pena ni gloria en Barcelona, donde no consiguió adaptarse, ni el equipo a él, el joven futbolista argentino hacía las maletas con destino Nápoles, con la ilusión de triunfar en Europa y ser el espejo de los niños de la ciudad italiana. Nadie esperaba que este iba a ser el salto más glorioso de su carrera. El 5 de julio de 1984, cerca de 85.000 personas llenaron San Paolo para recibir al flamante fichaje. La afición napolitana estalló emocionada cuando el astro argentino salió del túnel. Había llegado el "salvador" a la ciudad, considerado ya por aquel entonces el mejor jugador del mundo. El planeta fútbol se quedó atónito con la presentación. Empezó así un matrimonio casi perfecto.
A Maradona, Nápoles le recordaba a su ciudad natal, salvo el idioma. Diego era la estrella que el club y la ciudad necesitaban. Superó las expectativas y revolucionó el fútbol y la cultura de Nápoles. Pero su inicio no fue tan sencillo. La pasión que levantaba le pasó factura. El primer año y medio del '10' de Argentina en Italia fue una locura. Maradona era perseguido. Todo el mundo quería tocar y aclamar a la estrella napolitana. Maradona defendió a Nápoles con uñas y dientes. Al club y a la ciudad. Una ciudad que, según el argentino y los napolitanos, era discriminada y despreciada. Y pruebas no faltaban. El club napolitano era recibido en los estadios del norte con pancartas donde podía leerse "Sei la vergogna de la Italia entera" ("Sois la vergüenza de toda Italia"), así como cánticos despectivos. Nápoles era considerada la "cloaca" de Italia. El partido que cambió la tendencia y que demostró que un equipo del sur podía hacer frente e incluso ganar a uno del norte fue el Nápoles - Juventus en San Paolo, donde el equipo liderado por Maradona fue superior a la vigente campeona y 'Dieguito' fue el héroe que terminó de enamorar a los napolitanos.
El amor por Maradona era desmesurado en la ciudad italiana, tanto que en el Mundial de México de 1986 todos se convirtieron en hinchas de la Albiceleste. Argentina ganó la Copa del Mundo y Nápoles salió a la calle a celebrarlo. Este amor alcanzó la cumbre el 10 de mayo de 1987, cuando Nápoles celebró lo soñado, lo inimaginable, el Scudetto. El equipo del sur de Italia terminó la temporada con 42 puntos, tres más que la Juventus de Michel Platini. Los títulos no se frenarían ahí. Maradona levantaría también otro Scudetto en la temporada 1988/89, una Coppa Italia en la 1986/87, la Supercopa de 1990 y una Copa UEFA en la 1988/89.
En 1990, llegó el Mundial de Italia, donde Argentina y el país anfitrión se vieron las caras en San Paolo. La hinchada napolitana estaba dividida. El día previo al partido, Italia entera hizo un llamamiento a la ciudad de Nápoles para que apoyasen a la selección azzurra. Maradona no dudó en responder: "¿Ahora es cuando se acuerdan de los napolitanos?". Una vez más, las palabras de Maradona alcanzaron el corazón del pueblo napolitano. Y, en el partido, Nápoles se decantó por su símbolo, su Dios. La ciudad sería de Argentina en semifinales. Maradona alcanzó la final. Pero Alemania fue la vencedora esta vez, con una Albiceleste que fue ruidosamente silbada y abucheada. Sus lágrimas avecinaban el principio del fin, la ruptura del astro argentino con Italia. Ya entonces estaba siendo perseguido por la mafia y los problemas se acrecentaron.
El matrimonio de Maradona con Nápoles terminó en divorcio el 17 de marzo de 1991. Diego dio positivo por cocaína en el control de antidoping tras el partido en el que su equipo venció al Bari por 1-0 en el campeonato local. El crack argentino fue suspendido por el Comité de Disciplina de la Liga italiana de fútbol hasta el 30 de junio de 1992. Maradona decidió que ahí terminaría su recorrido en Nápoles, donde los escándalos le sobrepasaban, y terminó saliendo por la puerta de atrás y no por la soñada alfombra roja. Maradona se fue para siempre del fútbol italiano, pero su figura se sigue recordando con nostalgia en la ciudad. Se convirtió en el rey de Nápoles. Y, si hubiese querido, también en el presidente del pueblo napolitano.
Lo de Maradona y la Selección va más allá de lo terrenal. Se ganó por decreto el apodo de 'D10S'. Para los argentinos -y para muchos hinchas del fútbol mundial-, Diego Armando Maradona no es 'simplemente' el mejor jugador que ha vestido la albiceleste, sino que es un símbolo que se ha integrado en el día a día de su sociedad. 'El Pelusa' les regaló uno de los momentos más felices de sus vidas cuando levantó la Copa del Mundo en el Azteca el 29 de junio de 1986.
Nueve años antes, un jovencísimo Maradona integraba por primera vez una convocatoria de Argentina. César Menotti, entonces seleccionador, se fijó en aquel pibe que entrenaba con la Sub-20 y que de vez en cuando les complicaba la vida a los titulares de la Selección. A dos días de enfrentarse a Hungría en La Bombonera y con tan sólo 11 partidos disputados con Argentinos Juniors, Diego recibía su primera convocatoria con la Albiceleste. "Báñese y vaya para la concentración en Los dos Chinos. Avíseles a sus padres, pero no lo comente con nadie más", le dijo. "No quiero ponerlo nervioso, pero si las cosas van bien lo meto a usted en el segundo tiempo", continuó Menotti de forma clandestina. El 27 de febrero de 1977, Maradona se sentaba en el banco esperando su momento. En el descanso, Argentina ya ganaba 4-0 con goles de Daniel Bertoni y Leopoldo Luque y la nueva sensación del fútbol argentino se mostraba ansioso por tener su oportunidad. Luque hizo el 5-0 y el seleccionador nacional llamó al chico de Villa Fiorito: "Prepárese que va a entrar. Haga lo que sabe". Según recuerda Diego, esa frase le hizo temblar las piernas. Con 16 años, 3 meses y 27 días, Diego Armando Maradona se convirtió en el jugador más joven de la historia en debutar con la selección argentina, récord que sigue vigente. Saltó con el 19 a la espalda en sustitución de Luque y se llevó la ovación de La Bombonera.
A dos días de enfrentarse a Hungría en La Bombonera y con tan sólo 11 partidos disputados con Argentinos Juniors, Diego recibía su primera convocatoria con la Albiceleste
Menotti no convocó a Maradona hasta varios meses después, pero la mayor desilusión de 'El Pelusa' vendría al quedarse fuera de la lista para el Mundial de 1978 en la que Argentina conseguiría su primer trofeo mundialista de la historia, en casa, además. Diego siguió trabajando para regresar a la Selección. En 1979 recibió la llamada para estar en el Mundial Sub-20 de Japón. La Albiceleste obtuvo el título y Maradona recibió el Balón de Oro como mejor jugador del torneo. Su primer Mundial con la camiseta de la selección mayor fue el de España 1982. Argentina cayó eliminada en la segunda fase, con Maradona expulsado en el último partido contra Brasil por una violenta patada a Batista. El nuevo jugador del Barça marcó dos goles en el certamen, pero no fue suficiente para ayudar a su equipo a sumar su segundo Mundial consecutivo. Después del desastre del 82, la selección argentina cambió de seleccionador. Menotti dejaba paso a Carlos Bilardo y Maradona estuvo casi tres años sin vestir la celeste y blanca debido a que el 'Narigón' quería jugar con futbolistas del torneo argentino. El 10 de mayo de 1985, 'El Pelusa' regresó a la Selección y marcó en el empate en un amistoso contra Paraguay.
Argentina se plantó en el Mundial de México de 1986 con malas sensaciones, pero con Maradona como capitán en lugar de Passarella. Los de Bilardo accedieron a octavos de final como primeros del Grupo A tras ganar a Corea del Sur y Bulgaria y empatar contra Italia, defensora del título. Durante la fase grupal, tanto Diego como Valdano criticaron con dureza a la FIFA por los horarios de los partidos, ya que las altas temperaturas podían pasar factura a los jugadores. En ese momento se inició una guerra contra las autoridades del fútbol que duraría toda su vida. La Albiceleste superó a Uruguay por 1-0 en octavos y los cuartos contra Inglaterra supondrían el partido más importante de la carrera de Maradona y de todo su país.
El césped, casi amarillento. 114.580 aficionados en las gradas. Como si supieran que aguardaban por la historia. Apareció, entonces, Diego Armando Maradona. Su figura escuálida, diminuta, gigantesca.
Ciudad de México. Estadio Azteca. Mediodía del sábado 22 de junio de 1986. El abrazador sol de altura de la capital baña el césped del Coloso de Santa Úrsula. Hooligans en bañador y sus rostros y sus hombros tostados, colorados; argentinos con los torsos al descubierto. Los abanicos iban y venían. El césped, casi amarillento. 114.580 aficionados en las gradas. Como si supieran que aguardaban por la historia. Apareció, entonces, Diego Armando Maradona. Su figura escuálida, diminuta, gigantesca. El rostro adusto, los bucles negros que le coronaban una masa impenetrable, impasible; el cuerpo tan pequeñito que controlaba el cuero a placer, la pelota dormía en su empeine y sus custodios cedían ante su hechizo. La camiseta azul rey, brillante, incandescente; el pantaloncillo negro, negrísimo. Las ansias de venganza: la Guerra de las Malvinas seguía fresca, cuatro años después. Argentina pedía, clamaba, una razón de júbilo.
45 minutos, calcinados por el sol. De vuelta al campo, refrescados, argentinos e ingleses debían hacerse daño si es que querían acceder a las semifinales de la Copa del Mundo. Entonces, Diego Armando Maradona recibió la pelota de Julio Olarticoechea al superar por un par de metros la línea del medio campo. Frente a él, Fenwick, a quien burló con un súbito amague hacia la derecha. Con segunda velocidad, superó por en medio a Hoodle y Reid y alcanzó a puntear la pelota hacia Valdano, quien aguardaba de espaldas, sobre la media luna. La recepción del ariete fue defectuosa, por la marca de Peter Reid. La pelota golpeó el pie derecho de Valdano, se elevó lejos de su control y llegó el espacio vital de Peter Reid. El despeje del zaguero inglés fue infame: su zurdazo, torcido, alto, no solo alejó la pelota de los dominios de Shilton, sino que lo puso en disputa entre el guardameta y Maradona, quien había seguido el flujo de la jugada después de haberse desecho del cuero. Shilton abandonó la línea de cal y voló hacia el encuentro con la pelota; Maradona también se impulsó, aunque temeroso; las piernas recogidas, los brazos hacia arriba, el cuello hundido y los ojos cerrados. Shilton, con el puño izquierdo cerrado, no atinó a llegar mientras la pelota caía sobre el brazo siniestro del 'Diez'. La pelota entró lloriqueante a la meta. El juez Ali Bennaceur no advirtió ninguna ilegalidad en una mítica muestra de negligencia. La historia. Pragmatismo. El grito. El gol. El 'todo vale'. El juego sucio. Fútbol.
Años después, Maradona en su biografía 'Yo Soy el Diego', escribió: "Ahora sí puedo contar lo que en aquel momento no podía, lo que en aquel momento definí como «La mano de Dios»... Qué mano de Dios, ¡fue la mano del Diego! Y fue como robarle la billetera a los ingleses". Shilton, aún ensimismado con Maradona, no le perdona por la afrenta ni 33 años después. Sin reuniones, ni saludos entre ambos, nunca jamás. Hasta que el infierno se congele. Entre tanto, la Mano de Dios es un mito. Venerada en Argentina, musicalizada por Rodrigo, inmortalizada en pósters, collages, graffitis y en la imborrable fotografía de Bob Thomas, de la agencia Getty Images. Memoria colectiva de un país que le excusa, por supuesto, el atentado ético. El mundo, empero, sí perdonó 'la picardía'. "Borró todo aquello con su genialidad", describió Archie Macpherson, periodista de la BBC presente en el encuentro.
Pero después de aquel gol, a Maradona aún le quedaba magia para, cuatro minutos después, marcar el denominado 'Gol del Siglo', el mejor gol de la historia de los mundiales. Diego partió desde su propio campo y dejó atrás a seis jugadores ingleses (Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher, Terry Fenwick y al arquero Shilton) antes de rematar y convertir el tanto que le daría a Argentina la clasificación a semifinales. "Cuando Diego marcó el segundo gol contra nosotros me dieron ganas de aplaudir. Nunca había sentido nada parecido, pero es verdad. Es el mejor jugador de todos los tiempos con diferencia. Un fenómeno único", recuerda Gary Lineker, que marcó el descuento para Inglaterra. El partido contra Bélgica fue un mero trámite para acceder a la final. La selección argentina se impuso sin mucho problema con dos goles de un Maradona imparable y afrontaba la final contra Alemania Federal el 29 de junio con la dura estadística de no haber conseguido ganarles nunca antes en un Mundial. Brown abrió el marcador de forma heroica (tenía un hombro luxado), Valdano amplió la ventaja, pero Völler y Rummenigge empataron el partido y quedaba todo por resolverse a diez minutos del final. Y ahí fue cuando apareció Maradona, que le metió una asistencia imposible a Burruchaga para marcar el 3-2 definitivo en el marcador y darle la segunda copa mundial a Argentina, la primera para un Diego que salió del Azteca a hombros entre una gran multitud y con el cartel de mejor jugador del torneo. Una imagen que se convertiría en una de las más icónicas de la historia del fútbol.
Carlos Salvador Bilardo creía que su binomio con Diego Armando Maradona podría crear en LaLiga un milagro todavía mayor al que ambos protagonizaron para Argentina con México-86. Por eso, 'El Narigón' insistió en 1992 en el fichaje de su compatriota, justo después de que éste cayera a los infiernos de Nápoles cuando el doping le cazó inevitablemente por consumo de cocaína y sufrió una dura sanción por ello. Pasada la treintena, aquel futbolista que fue imparable intentaría resucitar su mejor versión de regreso a LaLiga, donde ya había militado con el Barcelona temporadas antes de convertirse en el ídolo de San Paolo.
Hasta el entonces secretario general de la FIFA, Joseph Blatter, intervino para que Maradona acabara en Nervión después de muchas negociaciones, al principio fallidas, que protagonizó el presidente sevillista Luis Cuervas. Diego llegó y Bilardo soñó con que 'El Pelusa' sería "el hombre que llevaría al Sevilla a la gloria" en un equipo que contaba con dos cracks de la talla de Diego Simeone y Davor Suker, que acabarían posteriormente en Atlético y Real Madrid; con internacionales como Diego Rodríguez, Manolo Jiménez o Rafa Paz y hasta con Monchi, el actual director deportivo sevillista, como uno de sus porteros.
La aventura maradoniana no pudo comenzar mejor, con 'El Pelusa' hecho una sílfide, cuentan las crónicas de la época que llegó a perder hasta 10 kilos. Diego, de penalti, marcó el gol con el que el equipo blanquirrojo derrotó en Nervión al Zaragoza a principios de octubre. El partido sin embargo, será recordado por un momento que define mejor que ningún otro la estancia del astro de Villa Fiorito en la capital del Guadalquivir. Antes de un córner, alguien de la grada lanzó una pelota de papel de plata. El argentino tomó la bolita y empezó a hacer malabarismos con ella, ajeno durante segundos al devenir del partido. Nervión alucinaba.
Hubo euforia en los inicios, buen fútbol y puestos europeos durante algunos meses y decepción mayúscula al final de temporada, después de varios encontronazos entre el club y el divo, que en febrero fue convocado por Argentina tras cumplir su sanción para unos amistosos ante Brasil y Dinamarca. El Sevilla no quería dejarle marchar al encuentro ante los nórdicos pero Maradona hizo caso omiso y se escapó, arrastrando en su huida por cierto a su compatriota un joven Simeone. El club expedientó a ambos y la relación nunca fue ya la misma. Diego engordó, aparecía cada vez menos por los entrenamientos. El Sevilla le llegó a poner hasta un investigador privado para que destapara, la cabra tira al monte, no pocas andanzas del 10 en la noche hispalense. Muchas de ellas permanecen aún bajo la llave de secreto.
Un empate ante el Burgos (1-1) fue su último encuentro en el Sánchez Pizjuán. Maradona se machó a comienzos de la segunda mitad mientras maldecía a Bilardo. Había metido cinco goles. El club de Nervión terminó séptimo, sin Europa y por supuesto sin ese título en el que había confiado tanto Bilardo. Pero el Sevilla, Monchi lo reconoce muchas veces, puede presumir de haber tenido en sus filas al "genio del fútbol mundial".
Tras el subcampeonato del mundo con Argentina en el 90, la suspensión por doping y su fallida etapa en Sevilla, Maradona regresó al fútbol argentino para vestir la camiseta de Newell's, un periodo corto, pero intenso para el '10' que se declararía "leproso de por vida". En principio estaba todo cerrado para su vuelta a Argentinos Juniors, pero fue amenazado por un grupo de barras bravas de La Paternal y finalmente terminó en Rosario. El 13 de septiembre de 1993, Diego se entrenó por primera vez con Newell's ante la atenta mirada de 40.000 personas. Su debut oficial sería el 10 de octubre en la derrota contra Independiente. Después, jugó contra Belgrano, Gimnasia y Esgrima La Plata, Boca y Huracán, pero en este último partido, en diciembre de 1993, sufrió un desgarro muscular que le alejó varias semanas del terreno de juego. Solari dejó de ser el entrenador del conjunto rosarino y su relación con el nuevo DT, Jorge Castelli, precipitó la salida de Maradona del equipo tras haber disputado tan sólo cinco partidos y sin goles anotados.
'El Pelusa' estaba de capa caída y tras su marcha de Newell's, cansado de persecuciones mediáticas, agredió con un rifle de aire comprimido a un grupo de fotógrafos que hacían guardia en la puerta de su casa, hecho por el que fue condenado a dos años de prisión en suspenso y a indemnizar a los periodistas agredidos. Maradona fue condenado a quince meses de suspensión por no pasar un control antidopaje durante el Mundial de 1994, en el que Argentina fue eliminada en octavos por Rumanía, y decidió dedicarse a ser entrenador. Su debut como técnico fue en Deportivo Mandiyú, donde únicamente logró una victoria en 12 partidos dirigidos. Después, Racing de Avellaneda lo contrató para tratar de ganar el torneo local, algo que no ocurría desde 1966. Su estancia en la Academia también fue muy corta, cuatro meses en los que obtuvo dos victorias, 6 empates y 3 derrotas en 11 encuentros.
El gran sueño de Maradona era dirigir a Boca, pero tras terminar su sanción tuvo que conformarse con volver a ser jugador xeneize. El 30 de septiembre de 1995, Diego Armando volvió a vestir la azul y oro en la victoria ante Corea del Sur. Boca no pudo realizar una buena actuación en el Apertura 1995 y Mauricio Macri fue elegido nuevo presidente en 1996, con quien 'El Pelusa' tendría diferencias en el futuro. Marzolini abandonó el banquillo y Carlos Bilardo era el nuevo técnico xeneize. Su pelea con Diego en Sevilla pesaba mucho y este amenazó con marcharse si asumía el cargo. Finalmente, decidió apoyarlo.
El 14 de julio de 1996, se produciría una de las imágenes más icónicas del paso de Maradona por Boca Juniors. Una Bombonera a reventar acogía un nuevo Superclásico contra River Plate. El Millonario atravesaba uno de sus mejores momentos: se había consagrado campeón de la Copa Libertadores tras vencer a América de Cali y venía a por todas en el torneo local, además de la Copa Intercontinental, que acabaría perdiendo por 1-0 frente a la Juventus con un gol de Alessandro Del Piero. Burgos, Díaz, Ayala, Astrada y Francescoli encabezaban aquel conjunto millonario que ya contaba con Marcelo Gallardo en sus filas. La victoria fue xeneize por 4-1 con Claudio Caniggia como estrella con tres de los cuatro goles. El primer tanto, obra de Basualdo, desató la pasión en la cancha de Boca. La Bombonera enloqueció y con ella los jugadores. Maradona y Caniggia decidieron darse un apasionado beso, el 'Beso del Alma', que ocupó las portadas de todos los diarios nacionales y que dio la vuelta al mundo.
Boca peleó por el título, pero una derrota contra Racing, en la que Maradona falló un penalti, les dejó sin opciones en un torneo que terminaría ganando Lanús. En esa época, Diego estaba en plena lucha contra su adicción a las drogas. De hecho, protagonizó una campaña del gobierno argentino: "La campaña ‘Sol sin drogas’ la hago por los chicos. La droga existe en todos lados y yo no quiero que la agarren los pibes. Tengo dos nenas y me pareció que era bueno decir todo esto, una obligación de padre... Fui, soy y seré drogadicto", confesó. 'El Pelusa' decidió retirarse un tiempo de las canchas y seguir tratándose para salir del pozo. El 7 de abril de 1997 fue ingresado después de sufrir un problema de presión sanguínea durante la grabación de un programa de televisión y estuvo varios meses en recuperación.
El 9 de julio, aparentemente recuperado, volvió a vestirse de corto y disputó el Boca-Newell’s. Apenas mes y medio después, dio positivo en benzoitilecgonina y metilecgonina, metabolitos de la cocaína, tras un enfrentamiento con Argentinos Juniors y la AFA lo suspendió provisionalmente hasta obtener los resultados de la contraprueba. Diego luchó contra viento y marea por defender su honor. Él esta limpio y quería que la verdad saliera a la luz. Durante el mes de julio, el astro argentino había denunciado unas llamadas en las que le amenazaban con colocarle droga y el juez ordenó la retirada de la suspensión de la AFA hasta que se realizara una prueba de ADN en la orina analizada para comprobar que realmente era de Maradona. De este modo, Diego pudo seguir compitiendo, pero debía hacerse un control antidopaje obligatorio 24 horas antes de cada partido. La cantidad de material genético que se encontró en las muestras de la AFA era ínfimo, por lo que el estudio de ADN no pudo ser completado y el jugador quedó absuelto, pero ya estaba muy quemado y barruntaba la idea de retirarse.
Diego Armando Maradona disputó su último partido de fútbol el 25 de octubre de 1997 y lo hizo de la mejor manera posible: ganando el Superclásico a River Plate a domicilio. Sus hazañas fuera del campo después de esa retirada, con su adicción a la cocaína, su sobrepeso y un peligroso estado de salud que hizo peligrar incluso su vida estarían por llegar, pero el legado del DIEZ, con mayúsculas como no podía ser de otra forma, era ya imborrable sobre un campo de fútbol.
El último partido de Maradona, días antes de cumplir 37, fue en un estadio Monumental a reventar que no dejó de insultar al mejor jugador de su rival acérrimo. Algo que nunca sirvió para achantarle. Prueba de ello fue que, pese a ser sustituido en el descanso, Maradona salió al campo a dedicarle varios gestos obscenos a la afición de River Plate tras la victoria xeneize en territorio enemigo. Ya en la rueda de prensa posterior, prosiguió afirmando que "Boca jugó a lo Boca y River jugó a lo River. Ellos hicieron un gran primer tiempo pero en el segundo se les cayó la bombacha", dijo el siempre desafiante argentino.
Cierto que no fue su mejor actuación. De hecho, fue el propio 'Barrilete Cósmico' quien decidió ser sustituido tras la primera mitad en la que ingresaron otros dos mitos -que, eso sí, nunca llegaron a rozar su aura- del conjunto bonaerense: Claudio Caniggia y Juan Román Riquelme. Pero su mal estado de forma y la eterna sombra del dopaje, tras dar positivo en cocaína dos meses antes, le ayudaron a tomar la decisión. "Con todo el dolor del alma ha llegado el momento de anunciar mi retiro. Se terminó el jugador de fútbol. Nadie está más triste que yo. Mi papá se fue llorando de mi casa y yo le prometí que cuando pasara una cosa así, largaba todo", afirmó el considerado por muchos como mejor jugador que ha pasado por un campo de fútbol.
El partido en sí se lo llevó Boca en la segunda parte, remontando el tanto inicial de Sergio Berti gracias a los goles de Martín Palermo y Julio Toresani, dando la alegría a Boca de ir durante meses con la cabeza alta por las calles bonaerenses en una de las rivalidades más grandes que existen en el balompié. Un 25 de octubre de 1997 se fue -seguramente- la mejor zurda que ha visto el mundo. Se retiró el futbolista pero su leyenda perdurará en los libros de historia. Diego Armando Maradona dijo adiós con 35 goles y 27 asistencias en 71 partidos con la camiseta azul y oro. No fue su época más destacada, pero la hinchada xeneize siempre lo recordará como el mejor jugador que ha vestido sus colores.
Cuatro años y diversos escándalos después (Diego fue internado en varias ocasiones por sus adicciones y problemas de salud y protagonizó polémicas personales), Maradona tuvo su partido homenaje en Boca Juniors. El 10 de noviembre de 2001 se reunieron en La Bombonera grandes figuras del fútbol mundial para despedir para siempre al ídolo xeneize. Pelé, Enzo Francescoli, 'Pibe' Valderrama, René Higuita, Éric Cantona, Davor Šuker, Hristo Stoichkov, Óscar Córdoba, el 'Patrón' Bermúdez o 'Chicho' Serna entre otros, integraron dos equipos dirigidos por Marcelo Bielsa y el 'Coco' Basile. Maradona usó la camiseta de Argentina, aunque terminó jugando con la de Boca. En un emotivo discurso final en el que no pudo evitar las lágrimas, Diego mostró su lado más humano y pronunció unas palabras que dejaron mudo al mundo del fútbol: "El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. De eso que no le quepa la menor duda a nadie. Porque que se equivoque uno... eso no tiene por qué pagarlo el fútbol. Yo me equivoqué y pagué. Pero, la pelota... la pelota no se mancha...".
Durante la década de los 2000, Maradona tuvo que lidiar con todo tipo de situaciones. Continuó luchando contra su adicción a las drogas y fue ingresado en diversas ocasiones a causa de la cocaína, el alcohol y problemas de salud derivados de sus excesos. Su vida personal cada día era más complicada e incluso se convirtió en presentador de televisión. Diego presentaba constantes cambios físicos que suscitaban todo tipo de comentarios entre sus detractores y defensores, que se mostraban preocupados por la salud de su ídolo.
Cuando pareció dejar atrás todos esos fantasmas que le atormentaban, Maradona volvió a Boca en calidad de vicepresidente del Consejo de Fútbol (junio de 2005 a agosto de 2006). Durante su estancia en La Ribera, solicitó la designación de Alfio Basile como entrenador. En esa etapa, el Xeneize logró cinco títulos: dos de Primera División (2005 y 2006), las Recopas Sudamericanas de 2005 y 2006 y la Copa Sudamericana de 2005. El aficionado de Boca siempre le estará agradecido a Maradona por la sugerencia de contratar al 'Coco' y brindarle uno de sus años más exitosos. Su marcha del club argentino volvió a sumirle en un bucle de autodestrucción con nuevos ingresos y hasta se llegó a especular con su muerte en 2007. Sin embargo, una vez más, 'El Pelusa' resurgió de sus cenizas como el Ave Fénix y se puso ante el reto más importante de su carrera: en octubre de 2008, tras la renuncia de Basile, Maradona fue presentado como nuevo seleccionador de Argentina, un anuncio que llenó de ilusión las calles del país, pero que también le supuso muchos problemas.
'El Pelusa' resurgió de sus cenizas como el Ave Fénix y se puso ante el reto más importante de su carrera: en octubre de 2008, tras la renuncia de Basile, Maradona fue presentado como nuevo seleccionador de Argentina.
El 19 de noviembre de 2008 debutó con victoria ante Escocia en Hampden Park. Allí, precisamente ante el mismo rival, Maradona había marcado su primer gol con la Selección muchos años atrás. En las Eliminatorias Sudamericanas con destino al Mundial de Sudáfrica 2010, Argentina sufrió una de las mayores goleadas de su historia. El 1 de abril de 2009, con un joven Leo Messi en el once inicial, la Albiceleste recibió un doloroso 6-1 por parte de Bolivia en el Estadio Hernando Siles de La Paz, situada a 3.625 metros sobre el nivel del mar. la Selección no carburaba y la prensa y los aficionados comenzaban a dudar de las capacidades del '10' como seleccionador nacional. Argentina acabó logrando el billete a Sudáfrica como cuarta clasificada y Maradona estalló y pronunció unas polémicas y recordadas palabras: "Con perdón de las damas, que la chupen. Que la sigan chupando. Yo soy blanco o negro, gris no lo voy a ser en la vida. Ustedes me trataron como me están tratando. Sigan mamando". Diego fue suspendido dos meses por la Comisión Disciplinaria de la FIFA y tuvo que pagar una multa de 25.000 francos suizos.
La Albiceleste se plantó en el Mundial 2010 con más dudas que certezas y con una plantilla que aunaba juventud y veteranía. Jugadores como Demichelis, Heinze, Verón, Walter Samuel, Palermo o Diego Milito convivían con Messi, Higuaín, Di María o Agüero, que ya despuntaban el fútbol europeo. Argentina pasó accedió a octavos como primera de grupo y venció 3-1 a México con doblete de Tevez y un gol de Higuaín y la euforia se desataba entre los hinchas. Sin embargo, Alemania goleó a los de Maradona en cuartos en el que fue el último partido de 'El Pelusa' como seleccionador nacional. El 27 de julio, 24 partidos, 18 victorias y 6 derrotas después, la AFA comunicó la rescisión del contrato de Diego.
Maradona es absolutamente el mejor futbolista con el que he jugado
KempesTe hacía sentir increíblemente pequeño por las habilidades que tenía. Yo nunca he visto nada igual
Francesco RomanoEra un ejemplo dentro de la cancha. Lo mataban a patadas y nunca se quejaba, no como los jugadores de ahora
Paolo MaldiniCuando Diego marcó el segundo gol contra nosotros me dieron ganas de aplaudir.
Gary LinekerPara mí, Maradona fue uno de los mejores jugadores que ha habido. Si usted me pregunta, ¿fue mejor que Messi? Fue mucho mejor
PeléEs el más grande de la historia. Yo me críe con Maradona. Hacía cosas que no las va a hacer nadie. Daba toques con una botella, con una naranja
RiquelmeEl ciclo de Maradona estuvo marcado por sus constantes desavenencias con Carlos Bilardo, secretario técnico de la Albiceleste en aquel momento. El '10' dejó claro desde el principio de su mandato que las alineaciones eran su responsabilidad y no del 'Narigón'. La falta de diálogo entre ambos era más que evidente y aunque públicamente se abrazaban y celebraban, en la intimidad se lanzaban dardos envenenados. Maradona incluso acusó a Bilardo de querer quitarle el puesto a Julio Grondona, entonces presidente de la AFA, que tuvo que intervenir para que sellaran la paz antes del Mundial de 2010. En Sudáfrica las cosas no fueron bien y después de la goleada sufrida ante Alemania en cuartos de final, Maradona culpó a Bilardo de traición. "Grondona me mintió y Bilardo me traicionó", aseguró el actual técnico de Gimnasia. El 'Doctor' desmintió tales acusaciones y afirmó que siempre se jugó "la vida por Maradona" y atacó a los colaboradores más cercanos del Diego de querer intoxicar su relación, prácticamente rota.
Después de su aventura fallida como seleccionador de Argentina, que le dejó muy tocado en la opinión pública, Maradona decidió poner rumbo a Emiratos Árabes Unidos, donde estuvo al frente de Al Wasl (2011-2012) y más tarde de Al Fujairah (2017-2018). En 2018 fue nombrado presidente del Dinamo de Brest de Bielorrusia, cargo que ocupó durante tres meses. Cuando le llamaron de Dorados de Sinaloa, de la Segunda División mexicana, el propio Diego se autonombró presidente de honor del Dinamo. De vuelta a Sudamérica, Maradona estuvo a punto de ascender en dos ocasiones con Dorados, pero el 13 de junio de 2019 dejaba el banquillo para recuperarse de unos problemas de hombro y rodillas que acarrea desde su época de jugador.
Diego regresó a Argentina y desde entonces, fueron innumerables los rumores de que iba a volver a dirigir en el fútbol argentino. Defensa y Justicia, Belgrano de Córdoba, Nueva Chicago y Gimnasia y Esgrima La Plata, entre otros, fueron varios de los clubes que sondearon al 'Pelusa', pero quería centrarse en su salud. Finalmente y a pesar de las recomendaciones médicas, Diego Armando Maradona aceptó la oferta de Gimnasia y el 5 de septiembre se convirtió en su nuevo técnico. El reto del '10' no era pequeño. El 'Lobo' estaba en puestos de descenso y con un promedio que no invitaba a soñar con la remontaba, pero la ilusión que trajo Diego hizo olvidar el mal momento que travesaba el club.
Maradona fue recibido como un auténtico Dios en La Plata. En tres días, Gimnasia aumentó en un 10% sus socios y las ventas de camisetas y de productos del Diego se dispararon, aumentando exponencialmente las arcas del equipo.
Maradona fue recibido como un auténtico Dios en La Plata. En tres días, Gimnasia aumentó en un 10% sus socios y las ventas de camisetas y de productos del Diego se dispararon, aumentando exponencialmente las arcas del equipo. El astro argentino fue presentado por un Bosque repleto de hinchas que coreaban su nombre y lanzaban papelitos al aire para celebrar su llegada. Un visiblemente emocionado Maradona pronunció un discurso en el que no desaprovechó la ocasión de atizar a las autoridades del fútbol: "Cómo puedo explicar yo con palabras las sensaciones que a uno le entran por el cuerpo. Yo cuando entré me puse a llorar porque no tengo palabras. Pero me apareció mi vieja y me calmó, pensé en todos mis hijos. He dejado algo en el deporte argentino. Obvio que quería dirigir en Argentina. Eran dos personas, Blatter y Grondona, apuraban a los presidentes para que no me contraten. No me esperaba todo esto. Cuando entré acá, cuando vi todo esto, no lo puedo creer. La vamos a pelear con los pibes, los vi entrenar en un loco, en un rondo y mañana nos vamos a reunir con el Gallego Méndez y el martes vamos a decir cómo queremos jugar. Si Dios quiere, Gimnasia se salva. Le digo al fútbol argentino que a mí después de la Selección me hicieron una cruz, en el 94' con Blatter, De Luca y Grondona, me borraron. Estoy acá de pie como quería la Tota, la Tota me decía que no me muera por esa porquería y no me morí por esa porquería".
Desde aquel día, Diego ha sido recibido por todo lo alto en todos los campos del fútbol argentino que ha visitado con Gimnasia. En el Bosque es habitual verle sentado en un trono que subastan al término de cada partido para una causa benéfica. Sea el rival que sea el que tenga enfrente, todas las miradas van hacia él, tiene hasta su propia 'DiegoCam' en la televisión argentina para ver sus reacciones durante todo el encuentro. Todos los homenajes han sido especiales, pero si ha habido uno que ha dado la vuelta al mundo ha sido el de La Bombonera. Diego Armando Maradona fue recibido -no sin polémica ya que la actual dirigencia de Boca no tenía claro el homenaje- entre cánticos, aplausos y vítores. El ídolo xeneize pisaba el templo casi 20 años después de la última vez y dejaba imágenes para el recuerdo como un apasionado beso con Tevez que emulaba el 'Beso del Alma' con Caniggia del 96. Y se obró el milagro, no de la forma esperada, pero Gimnasia evitó la caída al infierno. La crisis del coronavirus obligó las autoridades a cancelar la temporada y los descensos quedaron anulados.
Hasta D10s tiene un demonio dentro. Como cantaban Los Suaves, "sin vicio no puedo estar... ¡vicio, vicio!". El de Maradona fueron la noche, las mujeres y la cocaína, combinación más peligrosa que su zurda inmortal. Hay mucha controversia sobre dónde y cuando empezó el argentino su destructivo romance con la blanca, pero todo apunta a Barcelona con agravamiento decisivo y desastroso en Nápoles. Su troupe no le ayudaba. El reportaje de Emilio Pérez de Rozas en 1991, tan costumbrista que duele de leer, daba claves de lo que vendría después. Estaba a la vista de todos. El pecado venía en una manzana familiar, su agente Jorge Cyterszpiler. "El Diego vivía en un entorno demencial", asegura una de las fuentes del reportaje. En la casa de Barcelona, en la calle Nuestra Señora de Lourdes, vivía un auténtico clan. La novia, Claudia Villafañe, padres, hermanos y su cuñado, El Morsa. Por parte de los Cyterszpile, Jorge y Silvio, amigos de exóticos nombres como El Chino, El Ladilla... "Eran parásitos".
Los entrenamientos los pasó Menotti a la tarde, según su versión por los biorritmos, según la de las malas lenguas, para acomodar la ajetreada vida nocturna de la gran estrella. La que le llevó, aunque nunca nadie lo ha querido asegurar y pese a todos los indicios, a sufrir una enfermedad de transmisión sexual. Pérez de Rozas recaba un testimonio que habla de la otra debilidad del genio, el sexo. Un directivo fue a visitarlo y esto es lo que se encontró. "Me abrió la puerta uno de sus amigos y me hizo pasar", explicaba el directivo, "pregunté cual era la habitación de Diego en la que esperaba encontrarle descansando. Cual no fue mi sorpresa cuando abrí la puerta y lo encontré desnudo en la cama, junto a Claudia y su perrito, viendo una película pornográfica".
Su vida era tal que tanto el Nápoles como luego el Sevilla le pondrían vigilancia, ya fuera con personas cercanas a él o incluso detectives privados. Pero los escándalos no cesaron. La Camorra, la mafia napolitana, le utilizó desde el mismo día de su presentación y lo llevaban de fiesta en fiesta, a la vez que fue detenido en pleno centro de Sevilla por conducir a 140 kilómetros hora. La vida de Maradona se resumía, como él mismo admite en el reciente documental dirigido por el oscarizado Asik Kapadia, en una rutina demencial: "Fútbol de jueves a domingo y coca de lunes a miércoles". Regándolo todo, el sexo más desenfrenado. Su chófer calcula en ese mismo filme que El Pelusa se acostó "con ocho mil mujeres". Prostitutas y coca, un binomio del que hablaba abiertamente en grabaciones que le interceptaron los Carabinieri y que pusieron a la Camorra tan nerviosa que dejaron caer al ídolo, que llegó a ser condenado por tráfico de drogas. Maradona se adentró en los caminos del exceso... y se perdió.