Bielsa: un loco estilo de vida
Bielsa: un loco estilo de vida

ESPECIAL

Bielsa: un loco estilo de vida

Para bien o para mal, Marcelo Bielsa no deja indiferente a nadie. Lo que su vida y su carrera dejan claro es que su amor por el fútbol es incondicional.

¿Qué es el Bielsismo? Muchos dirán que es la corriente de personas que sigue a Marcelo Bielsa, defienden sus métodos, copian sus estrategias o intentan ser como él. Seguramente a Bielsa no le guste el término Bielsismo, ni que muchos entrenadores y personas defiendan sus métodos, ni que copien sus estrategias, ni mucho menos que intenten ser como él.

Hay algo que es seguro: Bielsa es único. Para lo bueno, para lo malo, pero único, al fin y al cabo. Cosechó éxitos y fracasos durante su carrera (hablo a nivel resultados), pero también cosechó historias y anécdotas que quedarán en la historia.

Una de ellas, que ocurrió durante sus inicios, quizá sea de las más características. Bielsa había jugador en las categorías inferiores de Newell’s y en 1976 debutó en Primera División. Era defensor. Su aventura como jugador duró poco: una lesión lo hizo dejar Ñuls y jugó en otros clubes, pero en el 1980 su carrera como jugador finalizó. Unos años más tarde, se presenta a Griffa, coordinador de juveniles del equipo rosarino para ser entrenador, pero este le asigna una misión.

El formador de jugadores le explica que tendrá que ir al interior del país a buscar jugadores. Entonces, un equipo de tareas divide el mapa de Argentina en 70 partes. El objetivo, según palabras de Griffa, era probar mil potenciales futbolistas. El famoso Fiat 147 blanco año 85 fue el encargado de llevar y traer a Bielsa y Griffa.

De ahí salieron nombres como Berizzo, Batistuta, Gamboa, Franco, Saldaña… y Mauricio Pochettino. Griffa cuenta que fueron a la casa de los padres de Mauricio, en el pueblo de Murphy, a las dos de la mañana. El chico estaba cerca de jugar en Rosario Central, pero la llegada de Griffa y Bielsa convenció a los padres y le dieron el pase. Así lo cuenta Pochettino en una entrevista con Sky: "Con Bielsa en Newell's dominamos el fútbol argentino con un estilo distinto, sin un gran gasto y con jugadores jóvenes. Fue un gran logro conseguir ser campeones así. Antes de fichar por Newell's, un día vinieron a mi casa, a mi habitación, yo estaba durmiendo, querían ver mis piernas, 'qué piernas de futbolista', dijo. Me hicieron las pruebas y en dos minutos se dio cuenta de que podía ser un jugador profesional, 'no necesito ver más', me dijo".

Argentina lo vio nacer

La figura de Marcelo Bielsa siempre va a ser controvertida, y más su país, en nuestro país. Argentina no te deja pasar una, tanto para lo bueno como para lo malo, por lo tanto Bielsa siempre va a ser un personaje que traiga amor para algunos y odio para otros.

Pero esa parte ya la tocaremos con más profundidad más adelante. Ahora, situémonos en los orígenes del Bielsa entrenador de primer nivel. Cuando el éxito en inferiores fue patente, en Newell’s le dieron la llave del primer equipo. En el mes de julio de 1990 llegó la revolución y Bielsa hizo un plantel con mayoría de ‘pibes’ de las inferiores: los Berizzo, Gamboa, Pochettino, Franco, Lunari, Garfagnoli o Sáez, por citar algunos, serían parte del plantel campeón del Apertura 1990, en una lucha mano a mano contra el River de Passarella. Así nacía el famoso ‘Newell’s carajo’ de Bielsa al conquistar el certamen.

Pero no solo venció a River en el Apertura, esa victoria llevó a Newell’s a jugar la final contra Boca para decidir el campeón de Argentina en la 90-91 y tras el empate a uno en el global, los de Bielsa ganaron por penales en La Bombonera. Bielsa volvía a confirmar su gran momento.

En pleno auge victorioso, Newell’s hacía historia llegando a una final de Copa Libertadores en el año 1992. La apuesta futbolística de la Lepra caminaba victoriosa por Sudamérica, llegando a la final (a pesar de alguna dura derrota en la fase de grupos). En la ida de la final, en Rosario, Ñuls venció 1-0. En Sao Paulo, el equipo de Bielsa perdió 1-0 y en la tanda de penales no pudo repetir el éxito que consiguió contra Boca: terminó perdiendo contra un Sao Paulo que meses más tarde le ganaría la Intercontinental al Barça. A pesar del mal sabor de Boca de esta final, el equipo volvió al país y semanas más tarde consiguió vencer el Clausura 1992, otro éxito para Bielsa.

Tras un paso por Atlas y América en México, el técnico vuelve al país para asumir en un proyecto muy complicado: Vélez Sarsfield. El equipo de Liniers llegaba de una racha ganadora con Bianchi al mando y sustituirlo no era tarea fácil. Al año de su llegada, el técnico conquistaría el Clausura 98, la antesala a la racha ganadora del Boca de Bianchi. El contrato firmado por Bielsa era de tan solo un año. En ese tiempo su Vélez consiguió una manera clara de juego que se vio reflejada también en los puntos. Finalamente, su cansancio mental hizo que declinase la oferta de renovación, además de una oferta desde Europa. Su segunda etapa en Argentina había finalizado nuevamente con éxitos. Se esperaba un trayecto ilusionante para un entrenador distinto y joven, pero las circunstancias también pueden cambiar y, como decía al principio, Argentina no te perdona una.

Una renuncia (in)esperada

La salida de Vélez con dirección a Barcelona era clara: Bielsa quería probar el fútbol europeo y el Espanyol le daba esa oportunidad. En el mes de julio de 1998, el técnico asumía como máximo responsable del plantel del club blanquiazul y así comenzaba su aventura en España. Paralelamente, Passarella dirigía a la selección en el Mundial de Francia, quedando eliminada contra Holanda en cuartos de final.

Los rumores no hacían más que sonar y sonar: el 21 de agosto de 1998, Bielsa era claro: “Me quieren y yo quiero ir”, sobre una propuesta de la AFA. En ese momento, la idea de Grondona era tenerlo cerca de Pékerman, algo que finalmente sucedió. "Cada día me levanto pensando en que va a resolverse mi situación", contaba Bielsa esos días. El técnico quería ir a la selección, era su sueño y así fue.

El ciclo Bielsa, en cuanto a números, fue muy bueno. Argentina tenía una entidad de juego, una manera de comportarse adentro de la cancha que a la gente le gustaba. El equipo ganaba y ganaba, arrasando en las Eliminatorias camino al Mundial 2002. Los Ayala, Verón, Ortega, Crespo o Batistuta eran jugadores de clase mundial que brillaban en Europa.

Eso sí, también hubo críticas a su gestión. La no inclusión de Riquelme o el llamado a Caniggia para el Mundial de Corea y Japón levantó ampollas. Bielsa vivía, literalmente, en Ezeiza. Su trabajo era encomiable. Argentina tenía una estructura, las selecciones juveniles funcionaban con Pékerman a la cabeza y eso repercutía en la Mayor. Pero llegó el Mundial.

Corea y Japón fue una pesadilla para Argentina y los argentinos. La selección quedó eliminada en primera fase tras ganar contra Nigeria, perder contra Inglaterra y empatar contra Suecia. Argentina llegaba como una de las grandes favoritas y no pudo desplegar su fútbol. Algunos jugadores afirmaron llegar en condiciones físicas muy malas al certamen, otros lo achacaron a la mala fortuna. El tema es que Bielsa fracasó y la etiqueta de ese mundial todavía es patente para muchos.

Dos años más tarde, Bielsa tenía otra oportunidad en Perú, en la Copa América. Su equipo llegó a la final que disputó y perdió contra Brasil desde los 11 metros. Al igual que contra Sao Paulo con su Newell’s, otra vez Bielsa perdía una final. Algunas semanas después, él mismo se hacía cargo de la selección olímpica en los Juegos Olímpicos de Atenas. Ese equipo, comandado por Carlos Tevez en la parcela deportiva, se hizo con la medalla dorada tras vencer todos los encuentros del torneo.

Bielsa se despidió de la albiceleste en septiembre de 2004 de manera sorpresiva tras vencer a Perú en las Eliminatorias camino al Mundial 2006. El técnico alegó motivos personales y decidió dar un paso al costado. El balance del técnico con la selección de su país fue de 85 encuentros, ganando 56, empatando 18 y perdiendo 11 partidos.

Para algunos, Bielsa fracasó con Argentina. Para otros, hizo un trabajo necesario para el futuro. Los resultados por un lado, el trabajo por otro. Bielsa siempre creará polémica, aunque salga campeón de todo.

El orgullo chileno

"¿Quién es ese?". "¿Qué hizo para estar aquí?". "Es un perdedor". "No vamos a lograr nada con él…". Estas fueron algunas de las frases que se escucharon en los medios chilenos cuando Marcelo Bielsa se convirtió en nuevo seleccionador de La Roja. Y cuatro años después, a pesar de que no consiguió ningún título, las críticas se convirtieron en alabanzas y hoy su nombre está relacionado con una de las mejores generaciones de futbolistas del país.

El argentino se puso al frente de Chile en 2007, tres años después de que su historia con Argentina terminara de la mejor manera. Bielsa se encontró un equipo roto, quemado y destrozado anímicamente después de caer contra Brasil de forma estrepitosa en los cuartos de final de la Copa América de Venezuela. Su llegada fue clave para construir un grupo y devolver la ilusión a un país entero que llevaba tiempo intentando encontrar una identidad futbolística.

Bielsa obtuvo con Chile resultados históricos como aquel empate contra Uruguay en Montevideo en las Eliminatorias de camino al Mundial de Sudáfrica. La Roja nunca había logrado sacar un punto de tierras uruguayas y de la mano de Bielsa lo consiguió. Después llegaría la épica victoria ante Argentina, la primera vez en la historia que ganaba a la Albiceleste en un partido oficial. Fabián Orellana hizo el único gol del partido que marcó un antes y un después en la aventura de Bielsa en Chile. Los locales consiguieron desdibujar a la selección entonces dirigida por Basile e impusieron su ley durante todo el encuentro.

Un año después, llegaría la recompensa al duro trabajo que había realizado el argentino durante todos esos meses. En octubre de 2009, Chile logró la clasificación a Sudáfrica 2010, lo que significaba la vuelta de La Roja a una cita mundialista después de dos ediciones de ausencia. Los de Marcelo Bielsa sellaron su pase al Mundial segundos de la clasificación, sólo un punto por detrás de Brasil. Lo que parecía un espejismo a finales de 2007 comenzaba a ser una realidad: Bielsa consiguió exprimir al máximo las capacidades de los jugadores chilenos y convirtió a aquel grupo en el orgullo de todo un país, que veía que podía tener opciones de realizar un buen papel en Sudáfrica.

Y así fue. Es cierto que no consiguieron pasar de octavos, pero el piso que dejó Chile en aquel mundial es difícil de olvidar. Se ganaron el cariño y la simpatía del resto de participantes. Para los que habíamos seguido de cerca los pasos de la selección chilena en los últimos años, su debut en Sudáfrica fue especial. Chile obtuvo un trabajado triunfo ante Honduras con gol de Beausejour y logró la primera victoria en una cita mundialista en casi cinco décadas. La alegría de los jugadores tras el pitido final fue compartida no sólo por sus compatriotas sino también por resto del mundo. 48 años después, Chile ganaba en un mundial y eso fue gracias a Bielsa. La Roja cayó en octavos de final contra Brasil, pero pudo irse con orgullo.

La Chile de Bielsa se caracterizó durante los tres años y medio que estuvo en el cargo de seleccionador por salir a por todas cada vez que pisaba un terreno de juego. Daba igual el rival que fuera, todos los jugadores trabajaban y presionaban por igual, mostrando ese carácter y esa garra que les había inculcado el argentino. Obseso del análisis y de la táctica, Bielsa estudiaba constantemente a sus jugadores y convirtió a un grupo de jóvenes talentos en un conjunto sólido, irrespetuoso en el buen sentido de la palabra, que jugaba sin miedo a nada, con las ideas bien claras, ensanchando el campo en cada ataque.

Era la Chile de Bielsa, pero también de Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel, Valdivia o Matías Fernández, que se convirtieron en la extensión de su técnico sobre el campo. Todos ellos crecieron bajo sus directrices y se forjaron un nombre que se consolidó tiempo después. Bielsa supo explotar al máximo cada una de sus cualidades, como hace con todos y cada uno de los jugadores que pasan por sus manos.

Su ciclo al frente de La Roja terminó en 2011 tras varios tira y afloja con la Federación. Se fue sin alzar un trofeo, pero fue el ideólogo de lo que llegaría poco tiempo después de la mano de Sampaoli, fiel seguidor de las ideas bielsistas. El rosarino cimentó bases para que el fútbol chileno alcanzara la gloria en Sudamérica y obtuviera un reconocimiento mundial. Él ayudó a cambiar una mentalidad derrotista y pesimista por alegrías y reconocimientos.

"Bielsa es el fundador de todo lo bueno que le pasó a Chile. Todo eso te va enseñando y te hace crecer y madurar. El trabajo y esta forma que Bielsa tiene, da frutos. Te puede traer un título o no, pero lo que genera es muchísimo", asegura Marcelo Díaz. Y no le falta razón. Bielsa cometió errores en Chile, pero es el "culpable" de los éxitos de La Roja en las Copas América de 2015 y 2016.

Culto a una filosofía en Bilbao

La huella que dejó Marcelo Bielsa en Bilbao es imborrable. En el Athletic se forjó un vínculo entre técnico, jugadores y afición que permanecerá para siempre en el recuerdo de todos. El paso del argentino marcó de tal manera a Los Leones que tras proclamarse campeón de la Championship con el Leeds y lograr él ascensos a la Premier muchos jugadores de aquel Athletic han felicitado y elogiado al que fuera su entrenador. Incluso la afición del conjunto vasco ha celebrado el éxito de Bielsa como un título del su propio club.

El 'Loco' llegó a Bilbao en el segundo semestre de 2011 de la mano de Josu Urrutia, lo que supuso la vuelta de Bielsa al fútbol de clubes después de las experiencias de Argentina y Chile. Sus comienzos en el Athletic no fueron nada sencillos. Los Leones encadenaron seis jornadas de liga sin ganar y la sombra del despido se cernía sobre el argentino. Sin embargo, logró remontar el vuelo y el triunfo en el derbi vasco en Anoeta ante la Real Sociedad le dio el impulso necesario para firmar una temporada casi perfecta.

Poco a poco el Athletic se convirtió en un equipo temido no sólo en las competiciones locales sino también Europa. Esa temporada, los vascos consiguieron finalizar líderes del Grupo F de la Europa League por delante de rivales como PSG, RB Salzburgo o Slovan Bratislava, todo ello con estilo de juego reconocible en el que cada jugadora sabia a la perfección el rol que tenía en el equipo y lo desempeñaba con convicción.

El Athletic de Bielsa se caracterizó por ser muy ofensivo, con contragolpes y transiciones muy rápidas que, unidos a una presión asfixiante, lo convertían en un equipo prácticamente imparable para los rivales, abarcando todas las zonas del terreno de juego. Todos los jugadores tenían el mismo peso en el equipo, lo colectivo estaba por encima de cualquier individualidad. El argentino se adaptó a la forma de vivir el fútbol en Bilbao y con la aportación de sus ideas supo rendir culto a la filosofía del club de la mejor forma.

"A Lo Loco se vive mejor" cantaba la afición en La Catedral. Una afición que ya se sabía de memoria el once de su equipo: Iraizoz era un auténtico seguro bajo palos; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta y Aurtenetxe formaban un muro atrás casi infranqueable; Ander Herrera, Iturraspe y De Marcos manejaban los tiempos y organizaban todo el juego del equipo desde el centro del campo; Susaeta y Muniain eran dos auténticos puñales por los costados y Fernando Llorente era letal en el área.

Bajo la batuta del argentino, el Athletic consiguió plantarse en la final de la Europa League después de dejar atrás a rivales de la talla del Manchester United, ante el que logró una victoria histórica en Old Trafford, el Schalke 04 o el Sporting de Portugal. Pese a su buen hacer durante toda la temporada, el conjunto de Bielsa no pudo hacer nada ante el Atlético de Madrid de Simeone y cayó 3-0 en Bucarest.

Este golpe fue muy duro para un equipo que rozó la gloria europea con los dedos y terminó pasándoles factura en la otra final que tenían pendiente: contra el Barça en la Copa del Rey. Una vez más, el Athletic no fue capaz de responder a las embestidas de su rival y volvió a perder la ocasión de sacar la Gabarra.

Para muchos, perder estas dos finales de la forma en la que lo hizo el Athletic de Bielsa es un fracaso. Pero hay que poner las cosas en perspectiva y analizar el trabajo del argentino en Bilbao. Dotó al equipo de una identidad, como siempre hace allá donde va, y le devolvió la garra que parecía haber perdido.

A pesar de estas dolorosas derrotas, la directiva decidió apostar por el Bielsismo y renovó por un año más. Una temporada marcada por la marcha de Javi Martínez al Bayern de Múnich y por la no renovación de Llorente. Esto unido a los recuerdos de las dos finales perdidas minaron la moral del equipo, que fue eliminado de forma muy temprana tanto de la Copa del Rey como de la Europa League y terminó la Liga en la duodécima posición. Finalmente, Marcelo Bielsa abandonó el Athletic el 7 de junio de 2013 y cerró una etapa en la que no logró ningún título, pero sí se ganó un hueco en el corazón de la afición rojiblanca por todo lo que logró y por ser el último técnico en dirigir al Athletic en el Viejo San Mamés.

Olympique de Marsella y Lille: luces y sombras

Tras un año en el paro -que no parado, porque vive por y para el fútbol-, Bielsa fichó por el Olympique de Marsella en 2014. Los franceses terminaron la primera vuelta de la Ligue 1 líderes de la tabla, jugando un fútbol divertido de ver, como en todos los equipos dirigidos por el argentino.

Sin embargo, en la segunda parte del campeonato, el OM se vino abajo y todo lo mostrado durante los primeros meses de Bielsismo se esfumó casi por completo. El equipo finalizó cuarto y tras negar unos rumores que lo relacionaban con la selección mexicana, empieza una nueva campaña en Marsella con la intención de volver a pelear por el título. Pero tras caer en la primera jornada liguera, Marcelo Bielsa presentó su dimisión de forma sorpresiva alegando que el club había cambiado las condiciones de su contrato.

En febrero de 2017 y tras una aventura de dos días en la Lazio, se hace cargo del Lille, donde el argentino inició una auténtica revolución. Múltiples altas y bajas y caras jóvenes renovaron por completo una plantilla que, para él, estaba incompleta. Marcelo dejó clara su idea de juego desde el momento en que llegó: "Protagonismo, campo rival, ataque, equilibrio defensivo, evitar la pérdida del balón antes de que el ataque se concrete, mucha movilidad para facilitar el juego de asociación, de pases ofensivos", eran las máximas del argentino.

Los malos resultados terminaron condenando a Bielsa, que en diciembre de ese mismo año ponía fin a su estancia en Francia, al parecer también propiciada por un viaje a Chile que hizo sin permiso del Lille para visitar a Luis María Bonini, uno de sus antiguos ayudantes, que padecía cáncer.

Leeds United: consagración

Lo del Leeds y Bielsa fue amor a primera vista. Una historia de trabajo y sacrificio constantes que ha obtenido sus frutos dos años después. El argentino se metió a la afición en el bolsillo desde el primer instante en el que pisó Inglaterra. Desató la locura en esta pequeña ciudad situada al norte del país que llevaba 16 años sedienta de buen fútbol.

Antes de llegar al club, había estudiado milimétricamente todo, como hace siempre. Además, ya había hecho sus peticiones personales sobre cómo tenía que funcionar la ciudad deportiva del club y todos los cambios que tenían que realizar para que pudiera desempeñar su trabajo con comodidad. Así lo reconoce Víctor Orta, director deportivo del conjunto inglés, que define a Bielsa como un "enfermo del fútbol", en el buen sentido de la palabra. "La primera vez que hablé con él antes de que se hiciera oficial su llegada y ya se había visto seis partidos del Leeds, es una locura lo que trabajan Bielsa y su gente", continúa.

La afición pedía resultados y Bielsa se los dio. En su primer año en Championship, el argentino no logró el ansiado ascenso, pero sí consiguió volver a reenganchar a la gente a un equipo que no encontraba su camino. Marcelo lo encontró e hizo del Leeds el equipo más dominador y que mejor jugaba de todo el campeonato. Contragolpes rápidos y con muchos hombres, solidez defensiva, centro del campo muy ancho… Puro estilo Bielsa. Además, cambió radicalmente los hábitos y la mentalidad de los jugadores, haciendo de ellos auténticas máquinas de ganar.

The Whites cuajaron una temporada casi perfecta, pero que quedó marcada una vez más por pequeños detalles. Errores en los momentos cruciales de la temporada evitaron el ascenso directo del Leeds, que se vio obligado a jugarse su presencia en la Premier en el playoff. En las semifinales por el ascenso, el Derby County le dio la vuelta a la eliminatoria y terminó con el sueño del conjunto de Bielsa, cuya continuidad en Inglaterra quedaba en entredicho.

Una vez firmada su renovación, el argentino no quiso cometer los mismos errores de la pasada temporada, y para la 2019/2020 estudió a fondo -aún más, si es posible- las fortalezas y debilidades propias y de sus rivales. En esta campaña también ha habido momentos de dudas y de pensar que todo estaba perdido, pero esa es la diferencia principal con el equipo del año pasado. Este Leeds ha sabido detectar a tiempo sus problemas y los ha solventado con eficacia y eso le ha valido ser campeón de la Championship y regresar a la competición más importante del fútbol inglés después de 16 años de ausencia.

El Leeds ha firmado un final de temporada con unos números dignos de un equipo de Premier: 73 goles a favor y sólo 35 en contra. Es el equipo menos goleado de toda la Championship, con Kiko Casilla como protagonista absoluto. A pesar de las polémicas, el español ha sabido reponerse gracias a la ayuda de Bielsa, y se ha mostrado más seguro que nunca en el momento en el que su equipo más lo necesitaba.

El Leeds es el tercer equipo más goleador de la Championship, por detrás de Brentford y West Brom, y en este aspecto hay otro español que juega un papel crucial. Con 9 goles y 7 asistencias Pablo Hernández es uno de los estandartes del Leeds de Bielsa. Es la brújula del club, el que guía a sus compañeros sobre el verde. Tal es el impacto del exjugador del Valencia que tiene canción propia en Elland Road, algo que no está al alcance de muchos.

En los últimos 7 partidos, el Leeds ha marcado 17 goles y ha recibido sólo 3, muestra de la solidez defensiva que les ha caracterizado durante todo el campeonato. Esto unido a la organización en el centro del campo y a los 16 goles marcados por Patrick Bamford, convierten al Leeds de Bielsa en el equipo de Premier por pleno derecho.

El ascenso del Leeds ha dado la vuelta al mundo. La pasión con la que sus aficionados se refieren a su técnico no es casualidad. La temporada que viene, Bielsa disputará una de las ligas más complicadas y competitivas del mundo, un logro que muchos tratan de desmerecer, pero que significa el triunfo de una idea, la del 'Loco', una idea que ha cautivado a todos y con la que uno de los mejores entrenadores del mundo consigue, por fin, la gloria que merecía.

Amar a Bielsa; odiar a Bielsa

Para quien escribe estas líneas, el nombre de Marcelo Bielsa siempre ha sido especial. Un tipo peculiar, de esos que la primera vez que le escuchas hablar sabes que es especial. A menudo tachado de "pesado" e "intenso" por sus largas explicaciones en las ruedas de prensa, Bielsa es, sin duda alguna, uno de los entrenadores más inteligentes y mejor preparados del panorama futbolístico mundial, sino el que más. Y no lo digo yo únicamente, que quizás no sea una la voz más autorizada para hablar de ello. También es la opinión de algunos nombres como Guardiola o Pochettino, que de este deporte saben un rato. Para ambos, Bielsa es único. Sus métodos de entrenamiento, su obsesión por cada detalle del juego, su estilo dentro del terreno de juego y su personalidad arrolladora le han llevado a lo más alto. Pero a raíz de esta forma de ser tan peculiar, también han surgido muchos detractores. Y es que así es Bielsa, o lo amas o lo odias; con él no hay medias tintas.

El ‘Loco’ es un obseso del detalle, de la perfección, pero no sólo dentro de las canchas. El Bielsismo se ha convertido en una forma de vida para muchos, en una filosofía que se caracteriza por ser consecuente y coherente con tus actos, ser justos, saber que el fin no justifica los medios y que lo importante no son los resultados, sino el camino que has seguido hasta llegar a ellos. Y este, según Pep Guardiola, es el trofeo más grande que puede conseguir un entrenador. Ganarse ese respeto y tener esa confianza con los jugadores a los que entrenas cada día, conseguir domar las distintas personalidades que hay en el vestuario y hacer que todos vayan en una misma dirección no es nada fácil, y Bielsa lo ha hecho en cada uno de los lugares por los que ha pasado. Haya estado más o menos tiempo, sus pupilos siempre hablan bien de él. Siempre deja huella.

"Hay un premio más importante que los títulos, es lo que dejas en tus jugadores. No hay nada comparable a eso, todo lo que les enseñas y el poso que dejas... Yo gané títulos porque estaba en un gran club, pero Bielsa tiene el mayor trofeo, todo lo que ha dejado en cada jugador que ha entrenado. Lo que más deseas es sentirte querido, llegar a casa y recibir un mensaje de cariño y agradecimiento por lo que haces es un sentimiento único y creo que en eso Marcelo Bielsa es el más afortunado del mundo", afirma el entrenador del Manchester City sobre él.

Una prueba de lo que es Bielsa está en lo que ocurrió en el partido contra el Aston Villa de la pasada temporada cuando el técnico del Leeds dejó que su equipo encajara un gol después de haber marcado ellos uno de forma poco deportiva. Algo que no todos aplaudieron, porque, como siempre, hay admiradores y detractores de la filosofía bielsista. Pero en eso consiste, en ser justos y consecuentes con tus actos. Y Bielsa lo es.

Marcelo Bielsa cambia la vida de las personas. Y eso no lo digo yo, lo reconocen todos los jugadores que han pasado por sus manos. "El trofeo más importante que ganamos en Newell’s no fue el título, lo más importante es como cambió la vida de los jugadores, de toda una plantilla, un cuerpo técnico, un equipo entero y de sus hinchas. Marcelo es mi padre futbolístico", asegura Pochettino sobre el hombre que le vio dar sus primeros pasos como jugador.

El rosarino cambia la vida de las personas y la percepción que tienen los futbolistas sobre si mismos. Les hace creer que son los mejores en su puesto, explotando al máximo cada una de sus cualidades, convirtiéndolos en jugadores totales. Así lo recuerda el Kily González, pupilo de Bielsa en la selección argentina. "Con Bielsa yo fui el mejor extremo del mundo. Me sentí mucho mejor jugador cuando estuve con él. Bielsa me dio la confianza para sentirme que podía hacer cosas grandes, y eso se trasladó a la selección argentina. Estaba 20 años adelantado a su época. Con Bielsa las sesiones de entrenamiento duraban 3 horas. No se cambiaba de tema si el tema que se estaba trabajando no se había aprendido a la perfección", asegura.

La trayectoria del 'Loco' como entrenador admite críticas, porque aunque tiene luces también tiene sombras, no todo es un camino de rosas y decisiones acertadas. Sus excentricidades y mala gestión de algunos momentos despiertan animadversión entre muchos; es el propio Bielsa el que fomenta esa relación de amor-odio que la mayor parte de aficionados al fútbol mantienen con él.

Su carrera hay que valorarla teniendo en cuenta lo que ha conseguido inculcar en cada equipo que ha estado más que en los resultados, en el poso que ha dejado en cada uno de ellos, no sí ha logrado más o menos trofeos. Si preguntáramos a los aficionados de cada uno de estos clubes qué recuerdo tienen del 'Loco' todos responderían lo mismo: con el argentino como técnico han visto uno de los mejores estilos de juego de los últimos años. Muchos lo tachan de perdedor por no haber levantado grandes títulos, pero hay algo en lo que es más rico que ninguno: honor y respeto.

Back to top